La comunidad del anillo de Helena Rohner
La dise?adora lleva tres d¨¦cadas en el oficio de dise?ar y vender joyas en Espa?a. Su ¨²ltima clienta famosa es la actriz Julianne Moore, que lleva sus creaciones en ¡®La habitaci¨®n de al lado¡¯, de Almod¨®var. Visitamos su taller madrile?o
El tiempo ha dado la raz¨®n a Helena Rohner (Las Palmas, 56 a?os). Al entrar en su tienda-estudio se podr¨ªa pensar que la decoraci¨®n, la iluminaci¨®n y hasta las piezas expuestas en las vitrinas son una s¨ªntesis del dise?o que interesa y triunfa en 2025: formas org¨¢nicas, colores suaves pero con car¨¢cter, muebles funcionales de aire escandinavo, piezas de cer¨¢mica o de madera. Y, sin embargo, conviene recordar que parte de ello lleva ah¨ª casi tres d¨¦cadas, el tiempo que hace que esta canaria instal¨® su taller en este local, un silencioso bajo exterior del normalmente bullicioso barrio de La Latina. Durante su primera d¨¦cada de andadura, su presencia en Madrid fue casi una paradoja. ¡°Durante muchos a?os no vend¨ªa en Espa?a¡±, cuenta la dise?adora, que saca de uno de los cajones una sortija que ya formaba parte de aquellas primeras colecciones: un aro de plata de formas levemente irregulares, algo m¨¢s grueso de lo convencional: una pieza escult¨®rica que convierte la plata en un material fluido, t¨¢ctil, cercano. Tal vez se deba a que el primer prototipo lo model¨® ella misma. Tres d¨¦cadas despu¨¦s, el anillo sigue en el cat¨¢logo y, temporada tras temporada, Rohner sigue modelando a mano sus piezas.
La coherencia a largo plazo es uno de los factores que definen el estilo de Rohner. Pero tambi¨¦n resulta ¨²til acudir a sus or¨ªgenes. Hay algo de la ¨¦tica y est¨¦tica de su padre, un hombre de negocios, protestante suizo, que tras recorrer medio mundo acab¨® en Las Palmas y se cas¨® con una tejedora y tintorera canaria. Fue all¨ª, en una casa racionalista llena de muebles daneses y ovillos ¡ª¡±sin cortinas, con mucha luz¡±, recuerda¡ª, donde se crio Rohner, aunque tard¨® tiempo en comprender lo mucho que le hab¨ªa influido ese paisaje de la infancia.
A los 16 sali¨® de casa, primero a acabar sus estudios en Ginebra y despu¨¦s a una universidad londinense. Pero antes decidi¨® tomarse un a?o sab¨¢tico en Florencia y all¨ª tuvo una idea peregrina: matricularse en un curso de joyer¨ªa. Le gust¨® tanto que, cuando finalmente se mud¨® al Reino Unido, empez¨® a llevar una doble vida. Por el d¨ªa, estudiante de Ciencias Pol¨ªticas. Por la noche, joyera aficionada y casi autodidacta. Fue as¨ª como conoci¨® a la dise?adora Jacqueline Rabun, una leyenda del oficio que creaba joyas para Bono, de U2, o Lenny Kravitz, y cuyas piezas hu¨ªan de la tendencia maximalista, logomaniaca y rococ¨® que reinaba en los noventa. ¡°Con ella me di cuenta de que era posible hacer joyas muy art¨ªsticas, para personas que valoran la cultura, que tienen referencias y que no necesitan que la marca se vea por todos lados¡±, recuerda. Tambi¨¦n aprendi¨® que esa clientela no compraba para ostentar, sino por amor a las piezas. Y, sobre todo, se introdujo en los circuitos de la joyer¨ªa, en las ferias profesionales a las que acud¨ªan los todopoderosos grandes almacenes de Estados Unidos y Jap¨®n.
La m¨¢s importante de aquellas ferias era Premi¨¨re Classe, en Par¨ªs. Rohner acudi¨® a ella por primera vez como parte del equipo de Rabun: conoc¨ªa el oficio y, adem¨¢s, hablaba franc¨¦s e italiano. Sigui¨® viajando a Par¨ªs tras mudarse a Madrid para trabajar en la Casa de Am¨¦rica como gestora cultural. En 1995 decidi¨® lanzarse a la piscina y present¨® en la feria parisiense una colecci¨®n propia. ¡°Era toda de plata, hab¨ªa cuero, muchos anillos y unas estrellas¡±, recuerda a prop¨®sito de aquella primera entrega que fue mucho m¨¢s que un globo sonda: cuando acab¨® la feria ya hab¨ªa logrado un primer y suculento pedido de Barneys New York, los grandes almacenes estadounidenses de lujo. Tras ellos llegaron otros clientes de Europa y Jap¨®n, atra¨ªdos por la honestidad de sus joyas sutiles. Hab¨ªa nacido Helena Rohner, una marca que aspiraba a tomar el relevo a compatriotas como Joaqu¨ªn Berao o Chelo Sastre. Rohner era m¨¢s joven y sus precios no eran desorbitados. ¡°Quer¨ªa hacer joyas que mis amigos pudieran comprar¡±, explica.
¡°Me gusta pensar que las joyas que haces crean una personalidad¡±, dice Helena Rohner, de padre suizo y madre canaria
Fue entonces cuando se fij¨® en ella Paul Smith, la leyenda de la moda brit¨¢nica. Rohner ten¨ªa 25 a?os cuando le sirvi¨® su primer pedido, compuesto por piezas para hombre con l¨ªneas cuidadas y aires desenfadados. Durante tres d¨¦cadas ha sido uno de sus clientes m¨¢s fieles. Con el cambio de siglo, la firma despeg¨®. Aumentaron los clientes internacionales y tambi¨¦n el volumen de los pedidos; asegura que aquella contundencia fue un argumento de peso para convencer a artesanos y proveedores, que hab¨ªan visto con recelo la irrupci¨®n de la dise?adora en un ¨¢mbito, el de la orfebrer¨ªa, la joyer¨ªa y los lapidarios, dominado por hombres.
En la cresta de la ola, tom¨® dos decisiones: mantener su empresa dentro de unas dimensiones manejables y no dormirse en los laureles ni aburrirse. ¡°Lleg¨® un momento en que me di cuenta de que llevaba 10 a?os con la empresa, y no quer¨ªa limitarme a seguir haciendo solo m¨¢s anillos, m¨¢s pendientes, m¨¢s collares¡±, afirma. Fue entonces cuando empez¨® a experimentar con el esmalte o la madera. El punto de inflexi¨®n coincidi¨® con el nacimiento de Lucas, su hijo mayor, que sufre acondroplasia. ¡°Mi reacci¨®n fue investigar con el color, jugar a la inocencia¡±, cuenta. Sus joyas se llenaron de tonos sutiles ¡ªcoral, hueso, aguamarina¡ª y de nuevos materiales. Rohner es dise?adora de joyas pero nunca estudi¨® dise?o ni joyer¨ªa, as¨ª que su aproximaci¨®n al oficio es intuitiva. Muchos de los miembros de su equipo llevan m¨¢s de 20 a?os con ella, y toda su producci¨®n se lleva a cabo en Espa?a. En las ¨²ltimas dos d¨¦cadas ha experimentado con la porcelana o con la impresi¨®n 3D, que produce con la colaboraci¨®n del estudio bilba¨ªno Comme des Machines, pionero a la hora de aplicar esta tecnolog¨ªa al dise?o de autor. Sus joyas incorporan estas futuristas formas de resina, pero tambi¨¦n ¨¢gatas antiguas procedentes de un proveedor de Barcelona que atesora cajas de remanentes de Idar-Oberstein, el pueblo alem¨¢n que durante d¨¦cadas export¨® piedras preciosas a todo el mundo. Es su forma de entender la sostenibilidad y tambi¨¦n de crear a partir de lo concreto.
En los ¨²ltimos a?os, su negocio ha seguido creciendo. Hoy tiene dos tiendas propias, en Madrid y Barcelona, y una red de clientes, el 70% de ellos internacionales. Tambi¨¦n ha intensificado sus colaboraciones con el mundo de la decoraci¨®n. En su local madrile?o, entre muebles recuperados, se ven algunos frutos de esta aventura multidisciplinar. La canaria ha dise?ado alfombras para Gan Rugs, biombos para Trenat, muebles para Gancedo, Rabad¨¢n y Ondarreta, objetos para Georg Jensen, Cerabella o Ferm Living: su universo po¨¦tico de formas suaves y tonos at¨ªpicos pero no estridentes lleva con ella desde siempre, y en cierto modo se antoja prof¨¦tico. Cuenta que, cuando la dise?adora de vestuario Bina Daigeler decidi¨® contar con sus joyas para vestir a Julianne Moore en La habitaci¨®n de al lado, de Pedro Almod¨®var, la actriz estado?unidense, en su visita a la tienda-taller de Rohner, eligi¨® las piezas que luc¨ªa la propia joyera, especialmente una fin¨ªsima cadena de oro. ¡°Julianne estaba creando un personaje de mujer madura, profesional, que viste sin gritar su estilo¡±, desarrolla la dise?adora. ¡°Me gusta mucho pensar que las joyas que haces crean una personalidad¡±. As¨ª, las palabras que emplea para describir su forma de trabajo ¡ª¡±sutil, tenaz¡±¡ª son tambi¨¦n aplicables a anillos, pulseras, collares y objetos que parecen sencillos, pero son en realidad muy complejos; tan complejos como resistir y prosperar durante 30 a?os en un oficio que ha visto la ca¨ªda de tantos gigantes.
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