Europa
Somos el David del siglo XXI, el ¨²ltimo reducto de defensa democr¨¢tico frente a los b¨¢rbaros Goliats
No s¨¦ si las personas que han nacido despu¨¦s del franquismo podr¨¢n entender lo que la idea de Europa supuso para muchos de nosotros. Atrapados en la espesa anomal¨ªa de la dictadura, rodeados por una realidad casposa, mezquina y obsoleta, mir¨¢bamos el m¨¢gico mundo que se extend¨ªa al otro lado de nuestras fronteras con el maravillado embeleso con el que el ni?o esperaba los regalos de Reyes. Los europeos nos parec¨ªan modernos, libres, cultos, felices, adultos y capaces de decidir sus propias...
No s¨¦ si las personas que han nacido despu¨¦s del franquismo podr¨¢n entender lo que la idea de Europa supuso para muchos de nosotros. Atrapados en la espesa anomal¨ªa de la dictadura, rodeados por una realidad casposa, mezquina y obsoleta, mir¨¢bamos el m¨¢gico mundo que se extend¨ªa al otro lado de nuestras fronteras con el maravillado embeleso con el que el ni?o esperaba los regalos de Reyes. Los europeos nos parec¨ªan modernos, libres, cultos, felices, adultos y capaces de decidir sus propias vidas, y no como nosotros, menores eternos tutelados por un poder tir¨¢nico, porque las dictaduras abortan el desarrollo de la ciudadan¨ªa y te dejan en un limbo de eterna sumisi¨®n e indefensi¨®n. Yo al menos, pero s¨¦ que no fui la ¨²nica, so?aba con que alg¨²n d¨ªa Espa?a dejara de ser diferente (qu¨¦ castigo) y pudi¨¦ramos ser por fin plenamente europeos.
Y, en efecto, lo fuimos. Lo somos. Europeos. Y es algo que, por cierto, nos ha hecho mucho bien: los fondos de la UE han sido cruciales para la modernizaci¨®n de nuestro pa¨ªs. Muchas gracias. Qu¨¦ maravilla tambi¨¦n ser copart¨ªcipe de un proyecto de comunidad basado en la solidaridad y en la exigencia de unos valores democr¨¢ticos. Hasta aqu¨ª, la canci¨®n suena fabulosa. Luego, claro, aparecen las piedras y los tropezones. Las mentiras, las hipocres¨ªas, las contradicciones. Algo comprensible, por otra parte, porque lo m¨¢s parad¨®jico y sorprendente de este proyecto es que son los propios Estados nacionales quienes tienen que legislar para ir perdiendo su poder, para irse fundiendo en una entidad superior. Europa, en fin, es una idea preciosa y una realidad bastante calamitosa. Pero al menos es una realidad. Parec¨ªa una utop¨ªa, algo imposible, pero se puso en marcha. Ya s¨®lo eso me resulta incre¨ªble.
Tambi¨¦n es una idea muy antigua. Las primeras referencias a Europa son del siglo IV antes de Cristo: ese era el nombre de la Grecia continental. En el siglo VIII y principios del IX, Carlomagno levant¨® batalla a batalla el primer ensayo de una Europa unida. El ¨²ltimo intento, la creaci¨®n de la Comunidad Econ¨®mica Europea en 1957, se alcanz¨® no por medio de la espada, sino con la pluma de firmar acuerdos. Y ah¨ª seguimos ahora, en la peor crisis de la joven historia de la UE, tal vez a punto de desaparecer. Parece claro que el nuevo y violento desorden mundial no nos favorece. Sugieren los expertos que Trump, ese mat¨®n de patio del colegio reconvertido ahora en director del centro, busca repartirse el planeta con los otros dos poderes antidemocr¨¢ticos, Rusia y China. Cada uno se apoderar¨ªa de su zona geopol¨ªtica de inter¨¦s y los dem¨¢s no pondr¨ªan reparos, pero para ello tienen que fulminar a esa peque?a mosca fastidiosa que es la UE (con el agravante de que Europa es zona de expansi¨®n para los rusos). Somos la carnaza de esta merienda de tiburones.
Pobre Europa, dividida, cobarde, indecisa, mezquina. Nuestro pasado no permite muchos optimismos; nos hemos matado los unos a los otros con eficiente tes¨®n a lo largo de los siglos, nos hemos vendido y traicionado, hemos cometido indecibles masacres y el odio siempre ha sido la emoci¨®n europea m¨¢s poderosa. Pero esta tierra empapada de sangre y sufrimiento tambi¨¦n ha sido el turbulento escenario de las heroicas luchas por la igualdad, por la libertad, por el feminismo; por la alfabetizaci¨®n y el voto universal, por la justicia social y la mejora de las condiciones de trabajo; por la abolici¨®n de la esclavitud y de la tortura; por la dignidad de todos los ciudadanos y los derechos humanos. Tenemos muchos monstruos en nuestro haber, pero tambi¨¦n somos hijos de Safo y de Pericles, de Hildegarda de Bingen, Christine de Pizan, Shakespeare y Cervantes, Mozart, Isaac Newton, Goya o Marie Curie. Y, sobre todo, nunca hemos desistido de la esforzada y conmovedora ambici¨®n de intentar ser mejores de lo que somos. Lo demuestra la idea misma de la UE, que parec¨ªa un ensue?o impracticable y, sin embargo, es hoy una realidad, pese a todas sus limitaciones. Sumamos el 0,82% de la superficie terrestre y el 5,6% de la poblaci¨®n de este planeta. Una menudencia y, sin embargo, creo que somos el David del siglo XXI, el ¨²ltimo reducto de defensa democr¨¢tico frente a los b¨¢rbaros Goliats, una peque?a y titilante luz en las tinieblas. Ojal¨¢ nos lo creamos. Ojal¨¢ nos unamos. Ojal¨¢ sepamos defendernos y ser de verdad mejores de lo que somos.