Si nos dise?¨® alguien, no era inteligente
Frente a toda evidencia cient¨ªfica, los que niegan la evoluci¨®n sostienen que es imposible explicarla sin un plan previo y un ¡®director de orquesta¡¯. Pero estudiando La biolog¨ªa con detalle queda claro que, si hab¨ªa un plan previo, este no era demasiado bueno
La evoluci¨®n biol¨®gica es un hecho por mucho que algunos se empe?en en negarlo. La evidencia cient¨ªfica que lo apoya es abrumadora. Los negacionistas de la evoluci¨®n han tenido que ir cambiando el discurso y adapt¨¢ndolo a medida que sus argumentos eran demasiado rid¨ªculos. Durante mucho tiempo se asumi¨® que el relato b¨ªblico de la creaci¨®n era literal. Siguiendo la informaci¨®n de la Biblia, el obispo James Usher calcul¨® que la creaci¨®n ocurri¨® un 22 de octubre del a?o 4004 antes de la era com¨²n. Esto contradice el conocimiento geol¨®gico de que la edad de la Tierra es de 4.500 millones de a?os y tampoco explica que existan f¨®siles de animales desaparecidos y datados en millones de a?os. Ning¨²n texto sagrado hace menci¨®n a ellos. Ante esto se han propuesto explicaciones peculiares, como que los f¨®siles los ha hecho Dios para poner a prueba nuestra fe, o que los dinosaurios no cab¨ªan en el arca de No¨¦ y por eso se extinguieron, pero que antes del diluvio convivieron con los humanos. Por supuesto nunca se han encontrado f¨®siles de humanos y de dinosaurios en el mismo estrato geol¨®gico. Esto no disuade a los m¨¢s recalcitrantes. Las estampas de hombres primitivos conviviendo con dinosaurios son frecuentes en determinada literatura religiosa.
Hay una corriente de pensamiento que pasa de soslayo por los argumentos creacionistas m¨¢s radicales, pero que sostiene la imposibilidad de explicar la evoluci¨®n sin la existencia de un plan previamente establecido, o como prefieren decir, sin un dise?o inteligente. No deja de ser un intento de meter la idea de Dios dentro de la evidencia de la evoluci¨®n biol¨®gica, pero tratando de camuflar el trasfondo religioso y d¨¢ndole una p¨¢tina de pensamiento cient¨ªfico. Se acepta que los seres vivos evolucionan, pero esta evoluci¨®n precisa de un director. No puede ser por puro azar. Una de las partes m¨¢s hermosas de la teor¨ªa de Darwin-Wallace es que explica la evoluci¨®n biol¨®gica en t¨¦rminos de cambios por azar y de selecci¨®n por las circunstancias de la naturaleza. No necesita un ser superior controlando el proceso ni una hoja de ruta. La especie humana existe, pero en otras circunstancias podr¨ªa no haber existido. Si las circunstancias hubieran sido diferentes a lo largo de la historia del planeta, ahora la especie dominante podr¨ªa ser una raza de ornitorrincos fluorescentes o de helechos tecnol¨®gicos. Uno de los argumentos m¨¢s utilizados por los partidarios del dise?o inteligente es el de la complejidad irreductible. Hay estructuras biol¨®gicas muy complejas, como el ojo humano, que precisan del ensamblaje de muchos elementos. Seg¨²n los argumentos negacionistas de la evoluci¨®n darwiniana, no pueden haberse formado por el azar y la acumulaci¨®n de peque?os cambios. Es f¨¢cil de rebatir. Lo que sucede en la evoluci¨®n es que algunos elementos van adquiriendo nuevas funciones. Dentro de las prote¨ªnas es frecuente que muchas tengan m¨¢s de una funci¨®n y que no est¨¦n relacionadas entre s¨ª. En el ejemplo del ojo, existen animales de la actualidad que conservan estructuras antecesoras del actual ojo.
El mayor argumento en contra del dise?o inteligente es toda la evidencia que se?ala que, de existir un dise?ador, no es inteligente. Estudiando la biolog¨ªa en detalle queda claro que, o bien todo sucede por puro azar, o si hay un dise?ador es un chapucero. La evoluci¨®n biol¨®gica ser¨ªa como tratar de hacer mejoras en una casa que ya est¨¢ construida. No puedes tirarla y volverla a hacer, pero puedes tumbar un tabique, hacer m¨¢s grande una puerta o a?adir otro piso. Las obras se ir¨¢n solapando, de forma similar a las catedrales que se constru¨ªan a lo largo de varios siglos y donde coexisten diferentes estilos. Hay algunas estructuras que en alg¨²n momento son ¨²tiles, pero que para adaptarse a los nuevos tiempos hay que hacer chapuzas o parches o directamente son una carga, y en algunos casos pueden conllevar la extinci¨®n de la especie. Un ejemplo de estos parches resueltos sobre la marcha ser¨ªa el vaso deferente que conecta el test¨ªculo con la uretra, que tiene que rodear el ur¨¦ter debido a que nuestros antepasados evolutivos ten¨ªan los test¨ªculos m¨¢s arriba. Y podr¨ªamos seguir. Dolores de espalda, hernias de disco y almorranas debido a los millones de a?os que fuimos cuadr¨²pedos y que todav¨ªa no somos eficientes andando a dos patas. Podr¨ªamos mencionar los ni?os que mueren atragantados porque el canal alimentario comparte espacio con la v¨ªa respiratoria, con lo f¨¢cil que ser¨ªa separarlos, o las infecciones graves por poner la principal salida de residuos s¨®lidos del cuerpo al lado de los genitales. Y no solo en anatom¨ªa se ven las chapuzas de dise?o. Hay muchas rutas bioqu¨ªmicas donde se nota este efecto de ir poniendo parches y que gracias a la ingenier¨ªa gen¨¦tica podemos mejorar. Puestos a creer en un sumo hacedor, al menos que sea m¨¢s competente.
El c¨®digo gen¨¦tico
¡ª La prueba m¨¢s contundente de la existencia de la evoluci¨®n la encontramos en el ADN. Todos los seres vivos compartimos el mismo c¨®digo gen¨¦tico, y eso permite la existencia de la ingenier¨ªa gen¨¦tica. El gen de un organismo puede funcionar en otro, y gracias a eso podemos producir insulina humana en bacterias. Si un ser superior hubiera creado a los seres vivos de la nada, ?no hubiera sido m¨¢s l¨®gico darle a cada uno un c¨®digo gen¨¦tico diferente? Esto hubiera impedido transferir genes entre especies, e indicar¨ªa una creaci¨®n independiente de todos los vivos, como recoge la Biblia.
J. M. Mulet es catedr¨¢tico de Biotecnolog¨ªa.
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