Cuarentena en el oasis de Bego?a y Emiliano

Unos chorizos tienen la culpa de que Bego?a Ortiz y Emiliano Santillana pasen felizmente la cuarentena como ¨²nicos habitantes de Mozuelos de Sedano. Solo este matrimonio reside en este peque?o municipio del noreste burgal¨¦s, ubicado asimismo en una comarca de Castilla y Le¨®n pr¨¢cticamente libre de coronavirus. La pareja, que pasa temporadas en Burgos, hab¨ªa dejado unos chorizos cur¨¢ndose en la casa del pueblo. El pasado d¨ªa 12, poco antes de decretarse el confinamiento, acudieron a Mozuelos para echarle un vistazo al embutido. Y all¨ª se quedaron, entretenidos y lejos de la pandemia.

La alegre voz de Bego?a, de 66 a?os, insiste en cu¨¢nto disfruta en el lugar donde naci¨®. Solo ella y tres personas m¨¢s siguen empadronadas. ¡°Mi casa es mi pueblo¡±, explica, ufana, porque nadie se acerca a esta pedan¨ªa donde los cercanos molinos e¨®licos baten sus aspas y el agua gotea por la iglesia mientras llueve a c¨¢ntaros. Este es el ¨²nico sonido en Mozuelos, que gracias al matrimonio luce cuidado, con flores en cada rinc¨®n y las lindes de las eras reconstruidas porque la mujer tambi¨¦n coloca piedras en este tiempo libre.

La vida sigue igual para ellos. Emiliano, de 69 a?os, baja semanalmente en coche a Sedano (170 habitantes, a seis kil¨®metros) para aprovisionarse. Hace m¨¢s de 50 a?os su esposa hac¨ªa lo propio con las alforjas y el burro. El hombre relata que en el ¨²ltimo mes y medio ning¨²n veh¨ªculo ha pasado por la estrech¨ªsima y sinuosa carretera comarcal que surca el lugar. Nadie se ha detenido frente a la advertencia escrita en la trasera de la iglesia: ¡°No dejes que digan para tu verg¨¹enza que este lugar era bello hasta que t¨² llegaste¡±. ¡°Tampoco ha venido la Guardia Civil a decirnos nada¡±, sonr¨ªe bajo su bigote. Absoluta normalidad mientras el mundo colapsa ante una crisis sanitaria.

Un bando de Sedano, de donde dependen los mochuelos (gentilicio de Mozuelos), avisa en el templo de las recomendaciones sanitarias. El alcalde, Igor Herr¨¢n (Imagina Burgos), explica por tel¨¦fono, para dar ejemplo, que pidi¨® a las familias de sus vecinos que no los visitaran en Semana Santa. Herr¨¢n lamenta la cancelaci¨®n de los homenajes al centenario del novelista Miguel Delibes (1920-2010), que vivi¨® all¨ª durante a?os, pero no queda otra. Tanto ¨¦l como este matrimonio creen que la ausencia de positivos responde a que no hubo visitantes las semanas previas.

Los m¨®viles rompen el aislamiento y los conectan con sus tres hijas y tres nietos. ¡°Me los voy a comer cuando los vea¡±, proclama su abuela. Ambos saben que dif¨ªcilmente van a estar m¨¢s seguros que en el pueblo, aunque han improvisado una mascarilla con unas gomas y un pa?uelo. Nunca se sabe. Bego?a entiende la petici¨®n de no salir de casa, pero todo cambia cuando no hay nadie alrededor: ¡°M¨¢s sano que esto no lo ves, yo si pudiera ayudar, lo har¨ªa¡±. Pero como nadie los va a contagiar ni ellos pueden infectar a nadie, siguen paseando por esta zona donde los corzos cruzan por el asfalto.

La soledad, afirma la pareja en su andar entre alguna casa ya derrumbada, no les es nueva, aunque muestran su agradecimiento por ¡°tener un poco m¨¢s de vida social¡± con esta visita. Tienen televisi¨®n y muchos quehaceres. ¡°El marido¡±, como lo llama Bego?a, alucina ante el ritmo de ella, pues ha aprovechado para pintar una habitaci¨®n, ordenar el desv¨¢n y seguir adecentando su pueblo. ?l, tambi¨¦n ajetreado, a?ora ¡°echar unos verdejos¡± con los de Sedano cuando baja a hacer la compra. Eso s¨ª, hay que ir arreglados, apunta Bego?a: ¡°Que los de Sedano son muy se?oritos y se dan cuenta si llevas dos d¨ªas el mismo jersey¡±. Emiliano viste de pana y usa gorro; ella se cubre con un chaquet¨®n.

La ¨²nica queja es que a veces falla la cobertura y han de subir a la planta superior y abrir la ventana para hablar con sus hijas. ¡°La instalaci¨®n el¨¦ctrica la pusieron en 2001¡±, explica Emiliano mientras caminan hacia un huerto y la le?era que alimenta la lumbre que caldea su hogar. Esta peque?a localidad acogi¨® por la ausencia de postes y cables el rodaje de El disputado voto del se?or Cayo en 1986, adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica de la obra hom¨®nima de Delibes.

Los d¨ªas pasan sin que los ¨²nicos residentes en Mozuelos sean conscientes de la hora. Por eso alguna vez se olvidan de asomarse a las ocho de la tarde al balc¨®n, que da al p¨¢ramo cubierto por la niebla, y aplaudir al pelot¨®n de sanitarios que se atrinchera contra el virus, una amenaza que se antoja muy lejana a estas tranquilas tierras burgalesas. La sonrisa perenne de Bego?a explica c¨®mo se enmienda cuando se les hace tarde: ¡°Alg¨²n d¨ªa miro el reloj y veo que son y media. Pues me asomo y aplaudo. Vale igual, ?no?¡±. Solo Emiliano escucha el eco del resonar de sus palmas. Despu¨¦s, cada mochuelo a su olivo.