Las sombras del carisma
Anguita hizo de su personalidad el principal valor pol¨ªtico, para lo bueno y para lo malo
Cerca de 8.000 personas se han reunido junto al sevillano puente de Triana para seguir un mitin. Es 10 de junio de 1994 e IU se dispone a cerrar la campa?a de las elecciones europeas, que se celebran dos d¨ªas despu¨¦s, con su coordinador general, Julio Anguita, como principal orador. El l¨ªder de la coalici¨®n y secretario general del PCE comienza su intervenci¨®n enfadado y reconviene a los seguidores que no dejan de gritar ¡°?Julio, Julio, Julio!¡± con un rotundo ¡°Julio, no; Julio, no. Izquierda Unida, Izquierda Unida¡±. Quien de esa forma pretend¨ªa evitar la imagen de un liderazgo personalista hizo, parad¨®jicamente, de su persona y su carisma su principal valor pol¨ªtico. Y ello tanto para lo bueno como para lo malo.
Anguita, quien cuando se paseaba con ¨¦l en los descansos de una campa?a volv¨ªa a ser el profesor de Historia que seduc¨ªa recordando, por ejemplo, el relato de las guerras carlistas de Antonio Pirala, convirti¨® desde sus inicios como alcalde de C¨®rdoba en 1979 y hasta su retirada en 2000 de la primera l¨ªnea de la pol¨ªtica en eje de su actuaci¨®n una firmeza en los principios que muchas veces fue solo dogm¨¢tica. ¡°He tenido ideas y principios, y en esta Espa?a de gente acollonada, los he defendido¡±, repet¨ªa poco antes de abandonar el liderazgo de IU en octubre de ese ¨²ltimo a?o y ceder el paso a Gaspar Llamazares, a quien primero apoy¨® y m¨¢s tarde atac¨® con suma dureza, un tipo de actuaci¨®n de larga raigambre comunista. Algo menos de dos a?os antes ya hab¨ªa dejado la secretar¨ªa general del PCE, entre otras razones por motivos de salud, por un coraz¨®n que ya le hab¨ªa dado un serio susto en mayo de 1993 en Barcelona en plena campa?a electoral.
Anguita fue el carisma del Califa Rojo, primer alcalde comunista de una capital de provincia (C¨®rdoba, siempre unida a su figura, aunque era malague?o de Fuengirola) desde la Guerra Civil tras ganar las municipales de 1979. El carisma de quien llev¨® a IU su mejor resultado con esas siglas (21 diputados y m¨¢s de 2,6 millones de votos en las generales de 1996). El carisma ¡ªy el verbo, en quien era casi m¨¢s orador que pol¨ªtico¡ª de quien repet¨ªa frases como ¡°la izquierda disputa a Dios la capacidad de crear¡±, que parec¨ªan estar esperando cincel y m¨¢rmol. Pero tambi¨¦n el de quien, como lo defin¨ªa un miembro de su direcci¨®n cuando estaba al frente de IU, era como un faro: iluminaba y guiaba, pero a su alrededor solo creaba sombra.
Personalista en todo momento en su acci¨®n pol¨ªtica, en su debe figurar¨¢ siempre haber laminado a quienes intentaron renovar la pol¨ªtica y las formas de actuaci¨®n de Izquierda Unida y del PCE (los Sartorius, L¨®pez Garrido o Almeida, entre otros). Y, sobre todo, su contribuci¨®n a la llegada de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar a La Moncloa en 1996 con su sistem¨¢tica labor de deslegitimar al PSOE del ¨²ltimo Ejecutivo de Felipe Gonz¨¢lez. Un Gonz¨¢lez a quien lleg¨® a definir como ¡°el autor del mayor desastre pol¨ªtico en Espa?a desde la Contrarreforma, quien ha llevado a Espa?a a la ruina econ¨®mica y al caos¡±. Fueron los tiempos de ¡°la pinza¡± (IU y los populares aliados frente al PSOE), que Anguita siempre desde?¨® displicente ¡ªtambi¨¦n era muy carism¨¢tico desde?ando¡ª como un montaje de los medios de comunicaci¨®n y de los renovadores de la corriente Nueva Izquierda.
Anguita situaba en una orilla pol¨ªtica a su formaci¨®n y en la otra al PSOE y al PP (y a casi todos los dem¨¢s). Era su tesis (la palabra teor¨ªa le queda muy grande) de ¡°las dos orillas¡±, que, a fuerza de repetirla (como el ¡°programa, programa, programa¡±) qued¨® al final reducida casi a caricatura. Pero, a la vez, su indesmayable ataque a los socialistas, su veto a impedir acuerdos con el PSOE, report¨® a Aznar mucha de su credibilidad como alternativa. Un Aznar con el que, por supuesto, se enfrent¨® cuando este era jefe del Ejecutivo, aunque quiz¨¢ con no tanta vehemencia.
¡°Me mitificaron, me llamaron mesi¨¢nico. Tal vez sea el pol¨ªtico que m¨¢s ha estado en las hornacinas pero menos en las urnas¡±, bromeaba en septiembre de 2006 cuando present¨® El tiempo y la memoria, libro en el que hace (muy autojustificativo; muy escasamente autocr¨ªtico) balance de su carrera pol¨ªtica. Esa hornacina fue, en buena medida, su propia obra.
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