Las temporeras atrapadas en Huelva: ¡°Se nos acaba el dinero y necesitamos volver a Marruecos¡±
7.100 temporeras que han terminado la campa?a de la fresa est¨¢n varadas en Huelva a la espera de que su pa¨ªs decida repatriarlas
¡°Vine aqu¨ª a recoger fresa, pero la temporada se ha terminado y ahora no puedo volver. Mi familia me necesita y el dinero que hab¨ªa ahorrado para ellos lo tengo que gastar en comida para vivir¡±. Este es el lamento desesperado de Fatna, temporera marroqu¨ª de 46 a?os que tiene seis hijos en su pa¨ªs, y que, como ella, comparten el resto de sus 7.100 compatriotas que llegaron en enero a trabajar en la campa?a de los frutos rojos. Con su contrato terminado entre mediados de junio y julio, todas se encuentran varadas en la provincia de Huelva ante la imposibilidad de regresar a Marruecos, que ha mantenido cerradas sus fronteras desde el 13 de marzo y cuyas condiciones de reapertura a partir del pr¨®ximo mi¨¦rcoles, en principio las excluye, ya que la ¨²nica posibilidad de regresar desde Espa?a es por avi¨®n, un gasto que no se pueden permitir.
Sin posibilidad de trabajar, con apenas dinero, lejos de sus hijos a los que no ven desde hace m¨¢s de seis meses y sin nadie que pueda decirles cu¨¢ndo van a poder regresar, su situaci¨®n es cada vez m¨¢s angustiante. Tanto ellas como los colectivos agrarios que las emplean, los sindicatos y las ONG advierten de que podr¨ªa derivar en una ¡°crisis humanitaria¡± si los Gobiernos de Marruecos y de Espa?a no aceleran una soluci¨®n. Las conversaciones entre el Gobierno de Espa?a y el marroqu¨ª son intensas, aseguran desde la Administraci¨®n, pero los dos ministerios m¨¢s involucrados, Migraciones y Exteriores, no asumen una responsabilidad directa en las negociaciones y no dan detalles. La Junta de Andaluc¨ªa se ha ofrecido a realizarles test PCR y el c¨®nsul marroqu¨ª en Sevilla est¨¢ gestionando desde hace semanas con la subdelegaci¨®n del Gobierno de Huelva su traslado, pero ninguno de estos movimientos se ha materializado, m¨¢s all¨¢ la repatriaci¨®n puntual de un centenar de mujeres que acababan de dar a luz, estaban embarazadas o enfermas.
¡°No sabemos de qui¨¦n es la culpa, pero nosotras hemos venido a trabajar y estamos dispuestas a hacernos todas las pruebas. Escuchamos las noticias de Marruecos y se habla de los emigrantes en el exterior, pero muy poco de nosotras¡±, se queja Saidia, una jornalera que lleva 13 a?os viniendo a recoger la fresa y que, como sus compa?eras, hace un llamamiento a las autoridades de su pa¨ªs para que desatasquen esta situaci¨®n. ¡°Esperamos que las gestiones que estamos realizando insistentemente con las administraciones espa?olas y las marroqu¨ªes fructifiquen pronto. Llevan m¨¢s de una d¨¦cada acudiendo a trabajar a Huelva y son un pilar fundamental para las empresas en las que trabajan¡±, se?ala Pedro Mar¨ªn, gerente de Intefresa, la asociaci¨®n interprofesional de la fresa en Huelva.
Najiya tambi¨¦n lleva m¨¢s de una d¨¦cada cruzando el Estrecho cada invierno para recoger fresa para la misma cooperativa onubense. El viernes 19 de junio fue su ¨²ltimo d¨ªa de trabajo. Tanto ella como las otras siete compa?eras con las que comparte casa tienen garantizada la gratuidad del alquiler ¡ªcomo estipula el convenio¡ª. Aunque hasta ahora s¨ª pagaban la luz y el agua, su empleador ha decidido asumir ese coste, adem¨¢s de garantizarles la vivienda, una vez que les ha vencido el contrato. ¡°Hablamos casi a diario con nuestras familias para ver c¨®mo est¨¢ la situaci¨®n all¨ª y nos cuentan que las cosas van cada vez peor¡±, indica la jornalera, que tiene dos hijos de 14 y ocho a?os.
Las temporeras proceden de aldeas peque?as y de entornos muy humildes donde el salario que ganan durante la campa?a de los frutos rojos les permite sobrevivir pr¨¢cticamente todo el a?o. Gastarlo para subsistir en Espa?a supone no solo una quiebra importante en sus expectativas econ¨®micas, sino un creciente estr¨¦s al no saber cu¨¢nto m¨¢s se va a prolongar esta situaci¨®n. ¡°Algunas ten¨ªamos la posibilidad de trabajar en fincas de nuestros pueblos al volver, pero ya hemos perdido esa oportunidad, pero lo que realmente nos importa es estar con nuestras familias, porque algunas tenemos padres o hijos enfermos que tambi¨¦n nos necesitan¡±, cuenta Saidia.
Sin apenas alternativas
Muchos de los empresarios han asumido el coste de la vivienda y algunos tambi¨¦n han empezado a ayudarles en su manutenci¨®n, mientras buscan cerrar un acuerdo con Marruecos para que sea ese pa¨ªs qui¨¦n asuma ese coste. Desde la Asociaci¨®n de Derechos Humanos de Andaluc¨ªa exigen, adem¨¢s de una ¡°revisi¨®n radical del acuerdo de contrataci¨®n que mejore sus condiciones y les garantice un empleo digno¡±, que ese gasto y el de su regreso se comparta entre Madrid y Rabat. De acuerdo con el convenio de contrataci¨®n en origen, los freseros sufragan el trayecto de ida en ferri y del transporte en autob¨²s hasta las plantaciones y el puerto, pero el viaje de vuelta por mar corre a cargo de las jornaleras, unos 45 €.
Las mujeres se sienten abandonadas. Las condiciones en las que se encuentran son de extrema dureza. ¡°Muchas viven aisladas en zonas alejadas de los n¨²cleos urbanos y no tienen medio de transporte para desplazarse hasta all¨ª¡±, explica Ana Pinto, miembro de Jornaleras del Campo. Estos d¨ªas es habitual verlas en grupos caminando por los senderos cercanos a la aldea del Roc¨ªo (Almonte, Huelva), para llegar hasta una parada de autob¨²s que les lleve al municipio m¨¢s cercano para comprar. Reh¨²san hablar. Muchas no entienden el idioma y son analfabetas, lo que les hace casi imposible mantener una relaci¨®n directa con el consulado marroqu¨ª o alguna autoridad de su pa¨ªs. La informaci¨®n les llega a trav¨¦s de los consultores del Prelsi (Plan de Responsabilidad ?tica, Laboral y Social de Interfresa) o de las ONG.
¡°Las temporeras que han venido a una finca cuando se les ha terminado el empleo han sido trasladadas a otra que necesitaba mano de obra, pero cada vez hay menos demanda¡±, cuenta Gladys Meza, presidenta de Huelva Acoge. Algunas cooperativas est¨¢n tratando de buscarles opciones laborales en otras zonas de Espa?a. 40 de ellas se han desplazado hasta Segovia para trabajar en empresas de brotes de fresa. ¡°La mayor¨ªa preferimos quedarnos cerca por si podemos irnos¡±, se?ala Fatna. De momento, su espera incierta contin¨²a. En los invernaderos solo quedan los toldos quem¨¢ndose al sol y ellas.
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