Los agentes que se pasaron al lado oscuro del narco
En apenas dos a?os han acabado detenidos 27 guardias civiles en el Campo de Gibraltar que se suman a una larga lista de agentes implicados con traficantes
¡°Todos somos corrompibles. La cuesti¨®n es ?por cu¨¢nto o por qu¨¦ lo har¨ªas? Por eso, lo mejor es cortar desde el principio¡±. El agente que se oculta tras el nombre de Juan es tan perro viejo en esto de bregar contra el narco del Estrecho que habla tras haber visto ya a m¨¢s de un compa?ero caer. No todos cortan de ra¨ªz.
Trini, una guardia civil que deb¨ªa investigar a los traficantes, acudi¨® a una cita con uno de los poderosos capos del hach¨ªs y por sus cuentas se acabaron movi¨¦ndose m¨¢s de 11 millones de euros en apenas cinco a?os. Ella es la ¨²ltima detenida de los 27 agentes del Campo de Gibraltar que, en apenas dos a?os, se han dejado enredar por el narcotr¨¢fico.
S¨®lo Trinidad S. P. y su novia Mar¨ªa Teresa A. A., due?a de un taller de veh¨ªculos, saben por qu¨¦ aceptaron en 2014 el ofrecimiento del cabo Miguel ?ngel F., compa?ero del Equipo de Delincuencia Organizada y Antidrogas (EDOA) de la Guardia Civil de Algeciras, para ir a aquella reuni¨®n con Antonio Tej¨®n El Casta?a en la que les ofrecieron blanquear dinero para ¨¦l. Miguel ?ngel estaba preocupado porque, con su excedencia ¡ªas¨ª le pill¨® la detenci¨®n en Granada en 2019¡ª, no hab¨ªa nadie en el EDOA que le diese soplos al capo para el que se hab¨ªa vendido tiempo antes.
Trini y Miguel ?ngel trabajaban en el equipo del capit¨¢n de la Polic¨ªa Judicial de Algeciras, Joaqu¨ªn Franco, tambi¨¦n detenido en julio de 2019 por su supuesta implicaci¨®n con Abdellah El Haj Sadek, el Messi del hach¨ªs. ¡°Aquello era el zorro cuidando del gallinero¡±, tercia Francisco ¡ªnombre ficticio¡ª, otro guardia civil de la zona.
De un equipo de m¨¢s de una decena de personas, tres se dejaron corromper y arruinaron el trabajo del resto de compa?eros ¨ªntegros. Solo la traici¨®n de Trinidad hizo que, de 2014 a 2019, el EDOA no fuese capaz de culminar ¡°ninguna operaci¨®n de narcotr¨¢fico¡± contra El Casta?a, seg¨²n el escrito de calificaci¨®n que el pasado mes de julio la llev¨® a prisi¨®n eludible bajo fianza.
Desde que el Ministerio del Interior reforz¨® la seguridad del Campo de Gibraltar, solo la Guardia Civil ya lleva 27 compa?eros detenidos por estar supuestamente implicados con el narco. Poco antes de Trinidad, Mariano P., compa?ero de esta en La L¨ªnea, tuvo el mismo destino que ella despu¨¦s de que investigadores de Asuntos Internos llegaran a la conclusi¨®n de que aprovechaba su cargo en el SIVE ¡ªel sistema de c¨¢maras que vigilan el Estrecho¡ª para ayudar al narco Kiko El Fuerte. La lista es m¨¢s larga: cinco agentes m¨¢s de la Aduana con Gibraltar apresados en febrero de 2019; tres del puesto que el instituto armado tiene en San Roque o los dos polic¨ªas nacionales de La L¨ªnea que, en 2016, fueron apartados del cuerpo por su presunta relaci¨®n con los hermanos Casta?a.
¡°Es una constante en los a?os, solo que el despliegue policial actual en el Campo de Gibraltar ha provocado que caigan m¨¢s. Este tipo de operaciones en las que est¨¢n implicados agentes son muy dif¨ªciles de desarrollar porque a quien investigas es a tu compa?ero¡±, explica la fiscal antidroga en Andaluc¨ªa, Ana Villag¨®mez. Todas las partes asumen que es un problema minoritario, pero real. Aunque sigue siendo casi un tab¨² entre las fuerzas policiales: la Guardia Civil ha rechazado oficialmente a EL PA?S informar sobre este tipo de investigaciones y la Polic¨ªa Nacional no ha respondido a la solicitud, reiterada hasta en tres ocasiones.
No hay mafia potente del Estrecho que no intente tener a un agente comprado en cualquier cuerpo. ¡°Una organizaci¨®n que se precie de serlo, necesita a uno dentro¡±, apunta el agente veterano que se oculta bajo el nombre de Juan. No les exigen en demas¨ªa, solo asegurarse de que el alijo de turno llega a buen puerto. ¡°Los narcotraficantes ya dan por hecho que est¨¢n investigados. Por eso, les suelen pedir que verifiquen una matr¨ªcula, por si se trata de un coche policial camuflado, o que les avisen de las horas en las que estar¨¢ una patrullera en el mar¡±, apunta la fiscal Villag¨®mez.
Hay tambi¨¦n otros tipos de colaboraci¨®n. En diferentes sentencias de la Audiencia Provincial de C¨¢diz queda constancia de c¨®mo el traficante apenas buscaba que el agente hiciese de garant¨ªa ante la organizaci¨®n marroqu¨ª productora. En enero de 2020, un tribunal conden¨® a Diego F., un guardia civil de Sanl¨²car de Barrameda, ¡°por su esencial papel a los fines de convencer a los proveedores del ¨¦xito del alijo al contar con este tipo de medidas de seguridad¡±, seg¨²n recoge el fallo al que ha tenido acceso EL PA?S.
Pero llegar a esa complicidad de un polic¨ªa no es sencillo para el narco. ¡°A m¨ª me han tentado, pero hay que saber dar el estacazo en seco¡±, asegura Francisco, el guardia civil de la zona. ¡°Se te acercan en tu barrio, en tu vida diaria y comienzan con la broma para ver tu receptividad. La mafia sabe tus puntos d¨¦biles y te ataca por ah¨ª¡±, apunta Juan. El agente aporta un retrato habitual de los compa?eros que caen en la traici¨®n: hombres que se han separado, que est¨¢n ¡°hasta el cuello de deudas¡± o que les gusta la fiesta.
¡°Se te acercan en tu barrio, en tu vida diaria y comienzan con la broma para ver tu receptividad. La mafia sabe tus puntos d¨¦biles y te ataca por ah¨ª¡±, apunta un guardia civil de la zona
El dinero que reciben no es desde?able. Francisco calcula que los Casta?a han llegado a pagar ¡°entre 9.000 o 10.000 euros¡± a un agente por una colaboraci¨®n. En la sentencia de la Operaci¨®n Yupi ¡ªjuzgada en 2018, pero relativa a unos hechos de 2015¡ª queda constancia de c¨®mo el narco llega a ofrecer entre 50.000 y 80.000 euros a un guardia civil por dejarle llevar a cabo un transporte de droga. En aquella ocasi¨®n, el investigador hizo creer al traficante que aceptaba su soborno para facilitar la ca¨ªda de la banda.
Si dejarse comprar por el narco es sin¨®nimo de obtener dinero r¨¢pido, tambi¨¦n lo es de que el fin ineludible es la detenci¨®n. Empieza entonces un camino mucho m¨¢s duro para el sospechoso que pasa por la prisi¨®n provisional, contin¨²a por la p¨¦rdida provisional de destino y culmina, si acaba condenado, con la expulsi¨®n del cuerpo. Ya en el segundo paso ¡ªen el que a¨²n siguen cobrando su sueldo¡ª, muchos ¡°se dan de baja psicol¨®gica¡±, seg¨²n asegura Francisco, asediados por su incierta situaci¨®n laboral.
Cuando sus casos llegan a juicio, se enfrentan a condenas que van desde la inhabilitaci¨®n temporal y los seis meses de prisi¨®n a los cuatro a?os de c¨¢rcel. ¡°No siempre es f¨¢cil demostrar su papel o vincularles al ¨¦xito de un determinado alijo¡±, explica Villag¨®mez. Para entonces la mayor¨ªa de ellos ya sufren el rechazo total de sus compa?eros. ¡°Les llamamos los apestados, los mala-imagen¡±, explica con rabia Francisco. No queremos saber nada de ellos porque es la p¨¦rdida total de confianza de una persona que est¨¢ a tu lado y te la ha colado¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.