Transmisi¨®n de serotonina como la m¨¢s eficaz vacuna
El cuarteto catal¨¢n convence de pleno con una rotunda actuaci¨®n dentro de Sagunt a Escena
Se propon¨ªan hacernos olvidar que port¨¢bamos una mascarilla en el morro, siquiera fuera por solo dos minutos, as¨ª lo dijo Guillem Gisbert, pero lo que Manel lograron fue cuajar uno de los mejores conciertos que se han podido ver este a?o cerca de Val¨¨ncia. Bien es cierto que la competencia, de haberla, era pr¨¢cticamente inexistente, en este a?o en el que la m¨²sica en directo empieza a parecer un vago recuerdo de otros tiempos, sumida en un quiero y no puedo que es la viva imagen de una industria al borde del colapso, ante la indiferencia pr¨¢cticamente generalizada. El maldito virus ha hecho que todos hayamos envejecido en cuesti¨®n de meses, de forma que cualquier momento especialmente memorable vivido ante un escenario nos parezca ya cosa de alguna vida que hemos debido protagonizar antes de reencarnarnos en tristes gui?apos de esta distop¨ªa de telas faciales, geles, distancias de seguridad, conspiranoias, delirios varios y una profunda desconfianza hacia nuestros cong¨¦neres.
Concierto de Manel. Teatre Rom¨¤ de Sagunt, Martes 18 de agosto de 2020.
Pero la m¨²sica, cuando se escribe con el trazo del talento sin cors¨¦s, tiene la virtud de trasladarnos mentalmente a otra dimensi¨®n mucho m¨¢s acogedora, tambi¨¦n bastante menos c¨ªnica, y eso es lo que logr¨® el cuarteto catal¨¢n durante casi dos horas, demostrando ¨C una vez m¨¢s ¨C que son como cuatro o cinco bandas por el precio de una, ya sea sometiendo sus canciones al arco voltaico de la electr¨®nica (Els entusiasmats, Canvi de paradigma), sazon¨¢ndolas a ritmo de cumbia digital (La serotonina), salpiment¨¢ndolas con ritmos africanos (Sabotatge), demostrando que se puede samplear a Maria del Mar Bonet como preludio a un rap (Per la bona gent), electrificando sus guitarras cual cables de tensi¨®n (Les cosines) e incluso gui?ando el ojo a la m¨²sica disco (Boy Band) con las cuerdas de Roger Padilla marc¨¢ndose unos punteos a lo Nile Rodgers. Eso s¨ª, siempre al servicio de historias con mucho jugo. Porque pueden cambiar las hechuras, pero su perspicaz impulso narrativo no lo negocian.
La pandemia tambi¨¦n ha hecho extra?os compa?eros de cama, y el destino ha querido que el segundo concierto valenciano tras la publicaci¨®n del espl¨¦ndido y desprejuiciado Per la bona gent (2019) ¨C tras una presentaci¨®n, por lo que nos cuentan, muy desajustada en el ¨²ltimo festival Deleste, el pasado noviembre ¨C gozara de un marco tan inusual, pero a la vez tan espl¨¦ndido, como el Teatre Rom¨¤ de Sagunt, con una iluminaci¨®n sobria pero muy efectiva, disposici¨®n esc¨¦nica en forma de cuadrado equil¨¢tero, fieles a alergia a las prima donnas, y la parroquia escrupulosamente diseminada por su grada, sin levantar el culo de sus asientos. El ¡°ens en sortim!¡± de Captatio benevolentiae (el ¨²nico rescate de su ya lejano debut, de 2008, junto a Ai, Dolors!) fue el primer tema coreado con ¨¦nfasis por el p¨²blico, como si cobrara un nuevo significado de resistencia numantina ante la adversidad, y un descomunal Guillem Gisbert refrend¨® sus dotes de brillante storyteller ¨C y de dominador natural del escenario, sobre todo cuando bajaba de ¨¦l e irrump¨ªa en la arena ¨C en canciones como Jo competeixo, que informan del enorme trecho recorrido por Manel desde sus balbuceos folk hasta esta suerte de super pop total que con tanta pericia delimitan hoy en d¨ªa, acumulando registros como quien lava y traduci¨¦ndolo a escena con naturalidad y sin un solo recurso superfluo. Ensamblando todas las piezas del puzzle.
Son una banda como la copa de un pino, en definitiva. La suma de cuatro personalidades que tienen muy claro su cometido. Y con la capacidad de transmitirlo y contagiarlo a su p¨²blico incluso cuando vienen tan mal dadas como ahora, con la distancia (social) aparentemente convertida en kilom¨¦trica r¨¦mora entre emisor y receptor.
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