Un 12 de octubre bajo m¨ªnimos
El m¨ªnimo com¨²n denominador de la pol¨ªtica conmemorativa espa?ola se ha visto reducido
El 12 de octubre, aniversario de la llegada de Crist¨®bal Col¨®n a las Indias, se convirti¨® en d¨ªa festivo bastante tarde, cuando un Gobierno nacional presidido por el conservador Antonio Maura y formado por representantes de casi todos los partidos mon¨¢rquicos lo declar¨®, en junio de 1918, fiesta de la Raza. As¨ª es como se llamaba por entonces esa enorme comunidad imaginada que abarcaba a Espa?a y a la Am¨¦rica hispana y que adopt¨® luego otros nombres, como la Hispanidad y, junto a otros pa¨ªses, la Comunidad Iberoamericana de Naciones. La iniciativa, sin embargo, no hab¨ªa partido del Estado espa?ol, sino de asociaciones hispanoamericanistas que hab¨ªan logrado su celebraci¨®n por primera vez en 1892, con motivo del IV centenario de la gesta colombina, y tambi¨¦n de pa¨ªses latinoamericanos que la oficializaron antes que la Madre Patria. Desde 1918 hasta la actualidad, y pese a la turbulenta historia contempor¨¢nea de Espa?a, esta efem¨¦ride no ha desaparecido de su calendario, pues la festejaron incluso ambos bandos durante la Guerra Civil.
Su persistencia da cuenta del enorme peso que adquiri¨® la vertiente ultramarina en la identidad espa?ola durante el siglo XX y los comienzos del XXI. Una especie de imperio de sustituci¨®n desde la p¨¦rdida de los restos del aut¨¦ntico en 1898, el recuerdo de la gran epopeya americana represent¨® en el espa?olismo un papel s¨®lo comparable al de la Guerra de la Independencia o al de las figuras cervantinas. La exploraci¨®n y conquista de Am¨¦rica se consideraba, sencillamente, lo m¨¢s grande que los espa?oles hab¨ªan hecho nunca, motivo de orgullo patri¨®tico y una v¨ªa para, reconciliados con las antiguas colonias, adquirir alg¨²n protagonismo ¡ªsiquiera menor¡ª en un planeta dominado por potencias imperiales. Se transform¨®, de hecho, en el m¨ªnimo com¨²n denominador entre los cat¨®licos, que rememoraban la evangelizaci¨®n de los ind¨ªgenas; y liberales y dem¨®cratas, que prefer¨ªan fijarse en las grandes posibilidades de futuro de una lengua transatl¨¢ntica.
Las dictaduras militares de Miguel Primo de Rivera y Francisco Franco explotaron hasta el agotamiento la versi¨®n reaccionaria del mito.
Al morir el ¨²ltimo dictador, la fecha se mantuvo y se erigi¨®, no ya en una m¨¢s de las diversas fiestas nacionales, sino en la fiesta nacional de Espa?a, la m¨¢s importante de las que pautan cada ciclo anual. Si la Segunda Rep¨²blica hab¨ªa consagrado el 14 de abril, d¨ªa de su proclamaci¨®n, el franquismo hab¨ªa primado el 18 de julio, el del golpe que hab¨ªa iniciado su cruzada. As¨ª que a la monarqu¨ªa parlamentaria, reci¨¦n estrenada en 1978, le toc¨® buscar su propia conmemoraci¨®n festiva. Durante unos a?os, la izquierda defendi¨® el 6 de diciembre, d¨ªa de la Constituci¨®n, como una ocasi¨®n para ensalzar una sociedad pol¨ªtica cimentada en los valores democr¨¢ticos. Pero las derechas prefer¨ªan el 12 de octubre, emblema de una naci¨®n antigua y gloriosa que no hab¨ªa surgido con la Transici¨®n a la democracia, por lo que no hubo acuerdo hasta que la mayor¨ªa socialista de Felipe Gonz¨¢lez cedi¨® y en 1987 elev¨® por ley la celebraci¨®n americanista. En este giro influy¨® sin duda la proximidad del V centenario, orquestado como la apoteosis de una Espa?a moderna y rica, puente entre Am¨¦rica y Europa que encabezaba un monarca reconocido como patriarca ultramarino. Una oportunidad perdida, no obstante, para fijar una idea c¨ªvica y constitucional del pa¨ªs, en vez del a?ejo relato hisp¨¢nico, al cual le hab¨ªan salido por otro lado adversarios indigenistas.
Desde los tiempos de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, el 12 de octubre se resumi¨® en un desfile de los ej¨¦rcitos retransmitido por televisi¨®n, sin que los intentos de la ministra de Defensa socialista Carme Chac¨®n consiguieran popularizarlo. Poco m¨¢s que un pretexto para tomarse un largo fin de semana, la fiesta languideci¨® hasta que el proc¨¦s catalanista reforz¨® a un nacionalismo espa?ol que se envolv¨ªa en banderas constitucionales pero reivindicaba, con el respaldo de una legi¨®n de ensayistas, las grandezas de Espa?a en el Nuevo Mundo. Hoy Vox se ense?orea de los s¨ªmbolos nacionales, tambi¨¦n de este, en mitad de una terrible crisis que no cesa. El m¨ªnimo com¨²n denominador de la pol¨ªtica conmemorativa espa?ola se ha visto reducido a una fiesta nacional bajo m¨ªnimos.
Javier Moreno Luz¨®n es catedr¨¢tico de Historia en la Universidad Complutense de Madrid.
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