Viaje a Mbour, la costa senegalesa de los naufragios olvidados: ¡°Este lugar est¨¢ muerto¡±
La falta de empleo empuja a los j¨®venes africanos a jugarse la vida en la ruta a Canarias. El accidente de un cayuco cerca de Cabo Verde con un centenar de desaparecidos eleva a m¨¢s de 600 la cifra de muertos de camino a las islas en los ¨²ltimos dos meses
Ami Faye est¨¢ sentada delante de un cubo vac¨ªo a la sombra de un peque?o tinglado en la playa de Mbour, uno de los centros neur¨¢lgicos de la pesca en Senegal y hoy epicentro de las salidas de embarcaciones con emigrantes hacia Canarias. Mano sobre mano, observa el l¨¢nguido ir y venir de j¨®venes por la playa. ¡°?Ves? No hacen nada, no hay pescado. Este lugar est¨¢ muerto¡±, cuenta. ¡°Nos pasamos todo el d¨ªa mirando al horizonte, charlando, con nuestros pensamientos. Luego volvemos a casa con las manos vac¨ªas¡±. La falta de trabajo ha empujado a miles de j¨®venes a buscar un futuro en Europa, embarc¨¢ndose en cayucos rumbo a Canarias.
La muerte de un centenar de j¨®venes que intentaban llegar a Canarias en un nuevo naufragio de un cayuco esta semana ha vuelto a estremecer a Senegal. La patera zarp¨® de Mbour, al sur de Dakar, en torno al 6 de noviembre, con unas 170 personas a bordo. Tras adentrarse en el mar para burlar la vigilancia costera tuvieron un problema con el motor y se quedaron a la deriva. Unos 10 d¨ªas despu¨¦s las corrientes los acercaron al archipi¨¦lago de Cabo Verde, pero la deshidrataci¨®n ya hac¨ªa estragos. En un ¨²ltimo intento por arrancar, el motor explot¨®. Seis chicos lograron llegar a nado hasta la isla de Sal para pedir ayuda, uno falleci¨® por el esfuerzo. En total, 66 supervivientes.
Los primeros 10 cuerpos de este cayuco aparecieron este jueves en la costa o flotando en el mar cerca de Pedra da Lume, en la citada isla de Sal. El mismo d¨ªa, barcos chinos que pescan en aguas senegalesas encontraron ocho cad¨¢veres atrapados en sus redes, aunque la intensidad de salidas de embarcaciones cargadas de emigrantes desde la costa es tan alta estos d¨ªas que es imposible saber si pertenec¨ªan a este cayuco o a otro. La cifra de desaparecidos en los ¨²ltimos dos meses ronda los 600, seg¨²n c¨¢lculos de este peri¨®dico y de la ONG Alarm Phone. Cheikh Amadou Bamba Fall, de la asociaci¨®n Village du Migrant, intenta elaborar un censo visitando los pueblos. Solo ha estado en tres y ya tiene una lista de 94 desaparecidos. Tiene trabajo por delante.
Ami es transformadora de pescado en Mbour, una parte fundamental de la cadena del sector pesquero artesanal que en Senegal da trabajo a unas 600.000 personas. Estos d¨ªas, en Mbour no hay nada que celebrar. Una carreta atraviesa la arena mojada bajo un sol impenitente. Cinco j¨®venes fornidos van sentados detr¨¢s. El viejo pescador Mbaye Ndoye observa la escena. ¡°Yo mismo le digo a mi hijo que se vaya a Espa?a, que salve el honor de la familia. Llevo 37 a?os pescando y lo de ahora no lo vi nunca, no entra dinero en casa desde hace meses¡±. ¡°La gente que se fue en 2006¡±, prosigue, en alusi¨®n a la ola migratoria de la d¨¦cada pasada, ¡°regres¨® y se construyeron casas y abrieron negocios¡±. Abdoulaye Gueye se?ala su barca: ¡°No me sale rentable salir al mar, pago m¨¢s en combustible que lo que consigo traer de vuelta¡±, asegura. El riesgo es enorme. En los pueblitos cercanos los muertos se cuentan por decenas. Lo saben. Lo intentan.
Para Boubacar Ndoye, otro pescador, no hay ninguna duda. ¡°Somos gente de mar, m¨¢s duro es ir dos semanas a Guinea-Bis¨¢u y no pescar nada. Son los grandes barcos industriales, los vemos todos los d¨ªas. Se llevan nuestro ¨²nico medio de vida. Solo tenemos el mar y si no hay pescado eso impacta a todo el mundo: los vendedores ambulantes, los comerciantes... todos lo sufren. La ¨²nica soluci¨®n para los j¨®venes es coger el cayuco e irse a Espa?a. Sabemos que hay chicos que mueren, lo sufrimos a diario, pero nadie puede impedirlo¡±, dice. Eleva la voz y se forma un corrillo a su alrededor. El enfado flota en el ambiente. Y el hartazgo. ¡°?Qu¨¦ padre de familia puede soportar ver a sus hijos sin nada que comer, sin nada que hacer?¡±, a?ade Gueye.
Unos 20.000 cayucos pescan en aguas senegalesas. Adem¨¢s de los atuneros que faenan como resultado de los acuerdos con la Uni¨®n Europea, que se acaba de ampliar, las embarcaciones artesanales compiten con los barcos de pesca industrial de bandera senegalesa. Hace una d¨¦cada hab¨ªa un centenar y en la actualidad son m¨¢s de 200, seg¨²n ha denunciado Greenpeace ?frica. ¡°Tienen pabell¨®n nacional, pero en realidad son chinos, turcos o europeos que se han senegalizado. El stock ya estaba al l¨ªmite por la sobrepesca; si, adem¨¢s, permites la presencia del doble de barcos que usan el arrastre y otras malas pr¨¢cticas y apenas hay vigilancia sobre ellos, esta es una gran parte del problema¡±, asegura Ibrahima Ciss¨¦, doctor en Ciencias de Alimentaci¨®n y experto en Pesca.
A unos 500 metros de la playa de Mbour se encuentra el llamado Pueblo Artesanal, un mercado donde los productores locales venden figuritas, telas y todo tipo de recuerdos a los turistas... hasta que lleg¨® el coronavirus. Hoy, todos los puestos est¨¢n cerrados. ¡°Desde hace meses no ves ni un turista¡±, lamenta Abdoulaye Ndiaye, vecino del lugar. Los hoteles de Sally y La Somone, dos de los balnearios m¨¢s conocidos de Senegal, est¨¢n cerrados. La inactividad es total. Es dif¨ªcil cuantificar el impacto econ¨®mico de la covid-19, pero se calcula que cuatro de cada 10 senegaleses han visto reducidos sus ingresos por la ralentizaci¨®n de la actividad comercial, seg¨²n asegura el economista Mor Diop. ¡°Es una tragedia silenciosa, pero muy presente. Quienes ya estaban en el l¨ªmite han ca¨ªdo al precipicio¡±, explica.
Gonz¨¢lez Laya, en Dakar
La ministra espa?ola de Asuntos Exteriores, Arancha Gonz¨¢lez Laya, tiene prevista una fugaz visita a Senegal este domingo para mantener reuniones, entre otros, con el presidente senegal¨¦s, Macky Sall, y su hom¨®loga, Aissata Tall. Oficialmente se trata de ¡°consultas pol¨ªticas¡± para revisar los mecanismos de cooperaci¨®n en materia de flujos migratorios y estudiar la posibilidad de introducir nuevos elementos. Fuentes senegalesas pr¨®ximas a Exteriores aseguran que Espa?a pretende reactivar los vuelos de repatriaci¨®n, una cuesti¨®n tan complicada como sensible, despu¨¦s de que se produjera el primer vuelo a Mauritania el pasado 10 de noviembre. Senegal y Espa?a tienen un acuerdo bilateral de repatriaci¨®n desde 2006, avalado por el entonces presidente Abdoulaye Wade. Sin embargo, este mecanismo que se us¨® extensamente en aquellos a?os y posteriores se ha visto interrumpido por la crisis de la covid-19, que provoc¨® un inmediato cierre de fronteras.
Mbour es el epicentro de la actual crisis, pero los cayucos tambi¨¦n salen de Saint Louis, Lompoul, Kayar o desde la c¨¦ntrica playa de Soumbedioune, en plena capital. El joven guineano Abderram¨¢n Diallo regenta una peluquer¨ªa cercana. ¡°Todas las semanas lo comentamos. Funciona el boca a boca, se organizan viajes constantemente. Yo me ir¨ªa, pero es peligroso¡±, dice mientras afeita a un parroquiano. ¡°Circulan muchos rumores: que Europa necesita mano de obra por los muertos del coronavirus, que ya no hay tanta vigilancia...¡±, comenta Bamba Fall, de Village du Migrant. Para ¨¦l, la ¨²nica soluci¨®n pasa por crear empleo. ¡°Menos palabrer¨ªa y m¨¢s f¨¢bricas, m¨¢s puestos de trabajo. Hasta que eso ocurra la gente seguir¨¢ intent¨¢ndolo¡±.
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