Los Franco entregan el pazo de Meir¨¢s al Estado y se abre la controversia sobre los 697 objetos inventariados
¡°El contenido del inmueble va a seguir como est¨¢ hoy hasta que haya una sentencia firme¡±, avanza la abogada general del Estado. Los nietos del dictador defienden que ¡°todos los enseres¡± son suyos
¡°El pazo es del pueblo¡±, celebraban las letras gigantes que m¨¢s de medio centenar de miembros del Bloque Nacionalista Galego hab¨ªan instalado temprano, bajo una terca lluvia, en la perspectiva m¨¢s fotog¨¦nica de Meir¨¢s, fuera de los muros del pazo. A esa hora, la mansi¨®n todav¨ªa era de los Franco, y hubo que aguardar, con paraguas y paciencia, hasta casi las dos de la tarde, a que el juzgado entregase la gran llave de hierro a la Abogac¨ªa del Estado. El acto de la firma se retras¨® m¨¢s de lo esperado porque primero los autores del inventario judicial de los objetos que hay dentro de las torres y en los jardines tuvieron que recorrer todo este bien de inter¨¦s cultural para comprobar que los herederos del dictador no se hab¨ªan llevado nada.
En lo alto de la Torre de la Quimera, la m¨¢s esbelta de las tres que flanquean el palacete, ideada por Emilia Pardo Baz¨¢n como su atalaya de creaci¨®n literaria, la juez de Primera Instancia 1 de A Coru?a, Marta Canales, traspas¨® las riendas de Meir¨¢s a la abogada general del Estado, Consuelo Castro, y luego esta se las entreg¨® a la subsecretaria de Hacienda, Pilar Paneque. Desde ese instante, el pazo regres¨® al patrimonio p¨²blico, y la primera se?al de ello lleg¨® extramuros cuando la Guardia Civil abri¨® el port¨®n principal y dej¨® pasar el r¨ªo de reporteros. Las c¨¢maras entraban por fin en la residencia oficial que Francisco Franco inscribi¨® en el registro a su nombre en 1941 y que qued¨® en manos de la familia en medio de una transici¨®n que prefiri¨® dar la espalda a ese entuerto. ¡°La sensaci¨®n que tengo es de justicia hist¨®rica¡±, proclamaba la letrada del Estado, ¡°con la feliz coincidencia de que hoy se celebra el D¨ªa de los Derechos Humanos¡±.
Ni los Franco ni sus abogados estaban presentes. La familia ya hab¨ªa dejado todo el manojo de llaves del recinto vigilado por garitas en el juzgado de A Coru?a un d¨ªa antes. Uno de los nietos del caudillo, Jaime Mart¨ªnez-Bordi¨², visit¨® varias veces esta semana el palacete, como responsable del contrato de los guardeses. Este matrimonio, muy vinculado a la mansi¨®n, cuidaba el lugar desde hace m¨¢s de una d¨¦cada y a¨²n habita con dos hijas menores la primigenia Granja de Meir¨¢s, un inmueble m¨¢s antiguo que el propio pazo que mand¨® construir Pardo Baz¨¢n a finales del XIX.
La juez Canales les ha dado hasta el 15 de enero para abandonar su vivienda, pero ya no pueden prestar servicios. Ni limpiar el pazo. Ni segar la hierba. El aerosol de apresto Toke abierto sobre la mesa del cuarto de la plancha, dentro del pazo, da muestra de que hasta el ¨²ltimo instante los caseros han trabajado, y almidonado, all¨ª. Cuando le preguntaban, en alguna visita, c¨®mo ve¨ªa el pleito entre el Gobierno y los Franco por la propiedad, Carlos, el guard¨¦s, confesaba que lo que le preocupaba era el pazo: ¡°?Qu¨¦ pasa cuando una pareja se divorcia? Pues que los que salen perdiendo son los hijos¡±.
Desde este momento, Patrimonio del Estado asume la administraci¨®n de Meir¨¢s, pero la sentencia que otorga la propiedad al Estado no es firme. Los nietos del dictador han recurrido a la Audiencia Provincial de A Coru?a y despu¨¦s a¨²n cuentan con la baza del Supremo. En ejecuci¨®n provisional de la sentencia, este lugar catalogado como sitio hist¨®rico est¨¢ en manos del Gobierno y, seg¨²n la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, en unas seis semanas abrir¨¢ sus puertas al p¨²blico. Tal y como anunci¨® ayer la jefa de los abogados del Estado que impulsaron la demanda contra los herederos, ¡°el contenido del pazo de Meir¨¢s va a seguir como est¨¢ hoy a la espera de que haya una sentencia firme¡±, es decir, salvo excepciones, se conservar¨¢n en su interior y en sus jardines aquellos 697 objetos inventariados en noviembre por cuatro t¨¦cnicos de la Xunta de Galicia.
¡°Hay enseres que son claramente personales que se van a entregar en los pr¨®ximos 20 d¨ªas¡±, puntualiz¨® Consuelo Castro. Es evidente que en esa escueta mudanza que podr¨¢n llevar a cabo los Franco entrar¨¢n las raquetas de p¨¢del de los bisnietos. O la bicicleta, la pelota de pilates y los juguetes de pl¨¢stico que se guardan en un dormitorio que mezcla mobiliario infantil con viejos armarios de recia madera tallada. Pero no viajar¨¢n las antig¨¹edades, los objetos art¨ªsticos, las porcelanas o los tapices.
La entrega de Meir¨¢s abre paso a la controversia sobre la titularidad de su contenido y la familia se prepara para una nueva batalla. El abogado de los Franco, Luis Felipe Utrera-Molina, se?ala que sus defendidos no pensaban ofrecer ning¨²n tipo de resistencia a la entrega del pazo, tras ordenarlo el juzgado. Pero cuestiona los ¨²ltimos movimientos tanto del Gobierno central como de la Xunta, que preside el popular Alberto N¨²?ez Feij¨®o, y las intenciones de Patrimonio Nacional al elaborar un informe en el que se concluye que determinados objetos pertenecen a las Colecciones Reales Espa?olas.
¡°Todos los muebles y enseres que hay en el Pazo son de los Franco y eso cualquier jurista lo determinar¨¢¡±, afirma Utrera-Molina. El letrado advierte de que la familia posee ¡°desde hace a?os un inventario detallado¡± y ¡°facturas y pruebas¡± de las adquisiciones que Carmen Franco realiz¨® tras el incendio que destroz¨® parte del inmueble en 1978. ¡°La familia se gast¨® millones en recuperar el pazo y en muebles y anticuarios¡±, afirma. Para ¨¦l, es el Gobierno el que tiene que ¡°demostrar¡± que no son de los nietos del militar.
Utrera-Molina insiste en que sus defendidos no han ocultado en el edificio ¡°ning¨²n tesoro¡±, como se les achaca: ¡°No hay tesoros ocultos ni pertenencias de gran valor material¡±, dice, ¡°s¨ª alguna alfombra de la Real F¨¢brica de Tapices, pero como puede haber en muchas casas¡±. ¡°Hace 10 a?os que se aceptan visitas en varias zonas [por imposici¨®n legal, al ser BIC] y todo est¨¢ visible¡±, concluye: ¡°Si hubieran querido llevarse algo hace tiempo que lo habr¨ªan podido hacer¡±.
El informe de Patrimonio Nacional re¨²ne abundantes pruebas gr¨¢ficas de que varios muebles (o ejemplares prodigiosamente id¨¦nticos) decoraban antes dependencias de la monarqu¨ªa espa?ola. En el recorrido por algunas de las habitaciones que se mostraban en las visitas llaman la atenci¨®n la mesa vitrina que seg¨²n el organismo p¨²blico decoraba la Sala de M¨²sica de Victoria Eugenia en el Palacio Real de Madrid. Tambi¨¦n el sof¨¢ tapizado con la seda rosa que vest¨ªa el Sal¨®n de Recibir de la misma reina.
Una estancia m¨¢s all¨¢, en el viejo comedor de Meir¨¢s que hasta ahora estaba vetado a las visitas tur¨ªsticas, los Franco amontonan, entre telas y papeles de peri¨®dico, alfombras y tapices antiguos. Las autoridades del momento situaron el inicio del incendio del 78 en un cortocircuito sobre el falso techo de esta habitaci¨®n, que acab¨® siendo restaurada tres d¨¦cadas despu¨¦s con baldosas, en lugar de madera. La versi¨®n oficial sobre el fuego fue puesta en duda desde el primer momento, porque los guardias que cuidaban el lugar aseguraron que, como cada noche, hab¨ªan cortado la luz antes de irse a dormir. Tampoco se lleg¨® a aclarar nunca qu¨¦ maravillas devoraron las llamas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.