El alud fatal en el puerto de las desgracias
Una tregua climatol¨®gica el d¨ªa de Reyes, la ansiada ¡°ventana¡±, ha permitido a los equipos de emergencia sobrevolar la zona
El cielo de Felechosa es azul. Han tenido que pasar seis d¨ªas de 2021 para poder confirmarlo. El temporal llevaba tanto tiempo azotando esta parte de la Cordillera Cant¨¢brica con nieve, nubes y niebla que hasta sorprende que el sol asome entre las monta?as asturianas totalmente te?idas de blanco. Los Reyes han tra¨ªdo un peque?o regalo en forma de tregua climatol¨®gica, la ansiada ¡°ventana¡± para que los equipos de emergencia puedan volar en helic¨®ptero por la zona del alud que arras¨® a la quitanieves de dos operarios, con Virgilio Garc¨ªa a¨²n desaparecido. La avanzadilla ratifica los peores augurios una vez aterriza y las aspas se detienen: hay ¡°toneladas y toneladas¡± de nieve en las escarpadas laderas que siguen lanzando avalanchas sobre la carretera que asciende al puerto de San Isidro. Carretera, por decir algo: ahora es solo una masa blanca cubierta por varios metros de manto. Los rescatadores tienen claro que no arriesgar¨¢n m¨¢s vidas una vez producida una desgracia que en Felechosa se ve¨ªa venir. Llevan muchos a?os avisando del peligro.
Los trabajadores de uno de los negocios de esqu¨ª del pueblo no se sorprenden por lo ocurrido. Mayte Pel¨¢ez tilda al de San Isidro como ¡°el puerto de las desgracias¡± y relata una sucesi¨®n de accidentes que incluyen desde un fallecido por la ca¨ªda de una piedra sobre la luna del coche hasta atropellos y multitud de percances. ¡°La mayor¨ªa hemos tenido alg¨²n susto¡±, se?ala. Su compa?ero Manuel Fern¨¢ndez precisa que la v¨ªa en s¨ª no est¨¢ tan mal, pues fue arreglada y ensanchada hace unos a?os. El problema viene de las escarpadas praderas superiores, donde la nieve se acumula hasta que vence y arrasa con todo. Incluso con maquinaria de 12 toneladas. En ese punto no hay viseras, una plataforma elevada que protege el asfalto de posibles deslizamientos, por mucho que la gente del entorno las haya solicitado sin cesar. Armando Vald¨¦s, director de la cercana escuela de esqu¨ª de Fuentes de Invierno y presidente de la asociaci¨®n de turismo del concejo de Aller, lamenta que las mallas met¨¢licas que deber¨ªan ubicarse en zonas altas de las colinas para contener los derrumbes est¨¢n rotas, destruidas desde hace m¨¢s de un a?o por otros aludes. ¡°Sin conservaci¨®n no son eficaces¡±, protesta, y destaca que los Presupuestos asturianos inclu¨ªan por fin una partida, de unos 50.000 euros, para estudiar c¨®mo reforzar ese lugar cr¨ªtico. La inversi¨®n no lleg¨® a tiempo.
Una enciclopedia sobre el paraje afectado se llama Paco Mora, de 77 a?os, y autodenominado ¡°monta?ero de toda la vida¡± adem¨¢s de experto esquiador. Pronto un grupito de cuatro personas que toma el vermut fuera del bar Pe?a Pandos se gira para escuchar sus historias. ¡°Saliendo de las viseras hacia el Pico Torres hay un embudo con aludes potentes¡±, explica, y rememora cuando hace ocho a?os varios autobuses escolares se salvaron, de milagro, de una avalancha en ese enclave. Una asistente al discurso murmura ese ¡°poco pasa¡± tan propio de los lugares donde se masca la tragedia pero no termina de consumarse. Hasta que se consuma. Justo entonces, como una amenaza invisible, un bloque de nieve que se deshiela del tejado cae al suelo y provoca un respingo en la tertulia, que comenta c¨®mo estar¨¢n las cosas en las cumbres si hay microaludes hasta en una terraza cubierta.
El camarero Franco Franzini se asoma al porche para se?alar un risco lejano, rebosante de nieve, desde donde descendi¨® la masa blanca. La ma?ana despejada permite ver prados lisos entre pe?as afiladas. Son vast¨ªsimas extensiones amplias, sin ¨¢rboles, que acumulan toneladas hasta que, por pura f¨ªsica, pierden la batalla y liberan su carga. El joven, conocedor de ese terreno, tilda de ¡°abismo infernal¡± la pendiente por donde se precipit¨® la fresadora, justo encima de la antigua planta hidroel¨¦ctrica de Riofr¨ªo, que bebe de una balsa g¨¦lida donde solo alg¨²n valiente osa ba?arse en verano. Franzini dibuja con papel y l¨¢piz un mapa r¨¢pido de la zona, con una curva interior terrible totalmente desprotegida ante los derrumbes tan brutales como el del pasado d¨ªa de A?o Nuevo, que sigue impidiendo la b¨²squeda de Virgilio, tremendamente conocido en Felechosa.
En el cuartel general del equipo de rescate sigue la espera. Francisco Carre?osa, jefe de la zona centro de bomberos del Principado, define que el mayor problema es que la nieve del manto ya se ha congelado, mientras que los copos que caen estos d¨ªas no logran cohesionar sobre esa g¨¦lida base y propician nuevos aludes. El riesgo es m¨¢ximo y habr¨¢ que esperar: no prev¨¦n nuevas actuaciones, ni siquiera a¨¦reas, hasta despu¨¦s del fin de semana. Una nueva y poderosa borrasca lo retrasa todo en esta peque?a burbuja aislada de los ¨²ltimos andares de la Navidad. Un mu?eco de nieve sonr¨ªe frente a este aparcamiento, los ni?os se arrojan bolas y los curiosos alimentan su Instagram con fotos del helic¨®ptero estacionado sobre un prado nevado sin saber del todo bien que de ¨¦l dependen las esperanzas actuales de saber algo de Virgilio, a¨²n oculto bajo una trampa de nieve.
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