¡°Huimos porque nuestro destino era la muerte¡±
Una familia hondure?a de nueve miembros acogida en Ja¨¦n a un programa de protecci¨®n internacional relata el calvario vivido por la extorsi¨®n de las maras
Jos¨¦ Wilfredo Orellana, un hondure?o de 37 a?os, tuvo que decir basta las pasadas Navidades. ¡°Para qu¨¦ esperar m¨¢s si nos van a matar¡±, se dijo. Junto a su familia perge?¨® un plan para salir de su pa¨ªs y escapar de las amenazas que ven¨ªan sufriendo de las maras y grupos de pandilleros de su ciudad, San Pedro Sula, considerada durante muchos a?os la m¨¢s violenta del mundo. ¡°Si no huimos, nuestro destino era la muerte¡±, relata Orellana con la voz quebrada. El plan era ambicioso porque huy¨® con su mujer y sus siete hijos, de entre tres y 19 a?os.
¡°Decidimos volar a Espa?a en Navidad para no levantar sospechas; simulamos un viaje tur¨ªstico¡±, rememora este hondure?o que, a escondidas, tuvo que vender todo el patrimonio familiar para poder recaudar los 12.000 euros del coste de los billetes de avi¨®n para los nueve miembros de su familia. Tras permanecer un a?o en Barcelona, donde se alojaron en casa de otros parientes que hab¨ªan huido mucho antes de Honduras, la familia Orellana ha llegado ahora a Ja¨¦n acogida por el programa de protecci¨®n internacional, con el que esperan lograr pronto el derecho de asilo o bien la protecci¨®n subsidiaria tras alegar que no pueden volver a su pa¨ªs de origen por el peligro que corren sus vidas.
El caso de la familia Orellana es bastante excepcional por tener tantos miembros, pero cada vez son m¨¢s los migrantes que buscan en Espa?a la seguridad que no encuentran en sus pa¨ªses. En los ¨²ltimos a?os, Espa?a, que ya es el principal receptor de la UE de solicitantes de asilo, se ha convertido en uno de los principales destinos de miles de centroamericanos que huyen de la violencia y de la miseria. El a?o pasado, el pa¨ªs registr¨® m¨¢s de 87.500 solicitudes de protecci¨®n internacional, seg¨²n datos de la Oficina Europea de Asilo (EASO) a 14 de diciembre. Los m¨¢s numerosos son los nacionales de Venezuela (32%), Colombia (31%) y Honduras (6,2%).
Amenazas de muerte de la Mara Salvatrucha 13
En Honduras, Jos¨¦ Wilfredo Orellana regentaba una peque?a empresa de estructuras met¨¢licas y su esposa, Karen Torres, de 36 a?os, una tienda de ultramarinos. ¡°No ten¨ªamos ninguna carencia, pero la situaci¨®n empez¨® a hacerse devastadora¡±, expone ¨¦l. Durante cinco a?os, la familia estuvo soportando la extorsi¨®n, las agresiones y las amenazas de muerte de la Mara Salvatrucha (MS) 13, uno de los grupos m¨¢s sanguinarios instalados en San Pedro Sula. ¡°Golpeaban la puerta de la casa al anochecer y nos ped¨ªan sogas y sacos para meternos miedo, algo que nos ten¨ªa psicol¨®gicamente en un trauma familiar por el temor a que cumplieran sus amenazas¡±. Y as¨ª fue como se vieron obligados a pagar lo que les exig¨ªan, cada semana: 1.500 lempiras hondure?os, el equivalente a unos 50 euros. ¡°Si no pagas, van a por tu familia¡±, cuenta, desolado, Orellana.
Al principio, el matrimonio intentaba mantener alejados a sus hijos de este ¡°trauma permanente¡±, aunque no siempre lo consiguieron. De hecho, los grupos violentos tambi¨¦n estaban incrustados en los colegios y sus hijos llegaron a presenciar asesinatos a sangre fr¨ªa en las aulas. El mayor, Josu¨¦, de 19 a?os, sufri¨® en sus carnes el acoso de las maras, una circunstancia que tambi¨¦n alent¨® a la familia a huir a Espa?a: ¡°La escuela era usada para torturar a los j¨®venes que no cooperaban con ellos; yo mismo fui asaltado y golpeado varias veces por no dar el dinero que ped¨ªan estos criminales, que se autodenominan due?os de las calles¡±. Este testimonio y el de otros miembros de la familia se ha reflejado en la declaraci¨®n presentada ante la polic¨ªa para tramitar su petici¨®n de asilo.
Ataques directos y homicidios, amenazas, extorsi¨®n y reclutamiento forzado de j¨®venes por parte de las maras o pandillas criminales son, en la mayor¨ªa de los casos, los motivos que llevan a estas personas a solicitar el asilo. Seg¨²n un estudio de Unicef y Acnur, la oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, las amenazas afectan cada vez m¨¢s a familias y comunidades enteras. En Honduras, entre los a?os 2014 y 2018 se desplazaron internamente por la violencia 247.000 personas, seg¨²n datos de Acnur.
Ahora, los Orellana Torres esperan ver en Ja¨¦n la luz al final del t¨²nel, aunque saben que no les va a ser f¨¢cil. ¡°Esta familia vive en una situaci¨®n de clara vulnerabilidad social, que les obliga a empezar de cero en su vida¡±, se?ala Antonio Morales, coordinador del programa de protecci¨®n internacional que gestiona Ja¨¦n Acoge. De momento, los hijos en edad escolar de Jos¨¦ y Karen ya han sido matriculados en colegios e institutos de Ja¨¦n. ¡°Se han integrado muy bien, est¨¢n muy contentos¡±, comenta la madre. El alojamiento y manutenci¨®n de la familia corre a cargo de Ja¨¦n Acoge con la subvenci¨®n que recibe de un programa cofinanciado entre el Ministerio de Inclusi¨®n, Seguridad Social y Migraciones y el Fondo de Asilo, Migraci¨®n e Integraci¨®n de la UE. Este programa, con una duraci¨®n de 18 meses, cuenta tambi¨¦n con un itinerario de inserci¨®n laboral, con el que esta familia hondure?a espera asentarse definitivamente en Espa?a.
Pocos expedientes favorables
Pero el camino de la familia Orellana en Espa?a est¨¢ lleno de trabas burocr¨¢ticas, y corre el riesgo de ver su solicitud de asilo denegada y que los nueve miembros de la familia se conviertan en inmigrantes irregulares. Al fin y al cabo, la mayor¨ªa de las resoluciones en Espa?a son negativas (en 2019 solo el 5% fueron favorables) y no suelen reconocer la protecci¨®n a los centroamericanos que huyen de la violencia las pandillas. ¡°El mayor inconveniente que se da es que tienen que probar de alguna manera que son objeto de amenazas en su pa¨ªs de origen y, claro, eso no siempre es posible¡±, se?ala Elena Tajuelo, presidenta de Andaluc¨ªa Acoge. Esta es una de las ONG de atenci¨®n a refugiados que reivindica que las concesiones de protecci¨®n tengan en cuenta a las personas que huyen de la violencia de las pandillas y no est¨¢n amparados por sus Estados.
Orellana expone la principal prueba de que estaban siendo sometidos a extorsi¨®n y persecuci¨®n. ¡°?Qu¨¦ familia lo deja todo en su pa¨ªs y huye con sus nueve miembros si no es por el miedo?¡±, se pregunta. Y apunta que les era imposible llevar estos hechos ante las autoridades policiales de su pa¨ªs porque, seg¨²n afirma, ¡°muchos de sus miembros est¨¢n integrados y son parte activa de las estructuras criminales, y muchas personas han muerto tras presentar esas denuncias¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.