Un bot¨®n como muestra de la represi¨®n de los funcionarios de Sevilla durante la Guerra Civil
Los trabajos de exhumaci¨®n en la fosa de Pico Reja evidencian las ejecuciones de trabajadores municipales
Tiene apenas dos cent¨ªmetros de di¨¢metro. El ¨®xido verdoso que cubre su superficie no ha podido sofocar el brillo de las letras doradas donde se lee el lema municipal de Sevilla: NO&DO. A primera vista parece un simple bot¨®n ajado, pero esta peque?a insignia es la primera constataci¨®n de la represi¨®n franquista sobre los funcionarios del Ayuntamiento hispalense en los estertores del golpe militar. Fue hallada la semana pasada en un ata¨²d en la fosa de Pico Reja, en el cementerio sevillano de San Fernando. Su propietario, un joven de unos 20 a?os que presenta una herida de bala en el cr¨¢neo, arrojar¨¢ luz sobre el destino de la casi treintena de trabajadores del consistorio o de la diputaci¨®n provincial que fueron ejecutados entre 1936 y 1941, seg¨²n ha consignado el historiador Jos¨¦ D¨ªaz Arriaza.
El cuerpo de este joven es uno m¨¢s de los 2.003 que se han localizado desde que comenzaron los trabajos de exhumaci¨®n en enero del a?o pasado. De ellos 316 presentan evidencias de muerte violenta. Unos datos que evidencian la magnitud de la fosa, la de mayor envergadura en la que se est¨¢ trabajando en Espa?a, y de la crueldad con la que se manej¨® el general Gonzalo Queipo de Llano desde que se hizo con Sevilla el 18 de julio de 1936. ¡°Esto era para ellos un basurero donde arrojar cuerpos¡±, explica Juan Manuel Guijo, director de intervenci¨®n de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, que lidera la investigaci¨®n. Los trabajos de campo proyectan m¨¢s de 15.000 cad¨¢veres.
El bot¨®n es de uno de los uniformes del Ayuntamiento de Sevilla, probablemente de la Guardia Municipal, aunque se trata de una hip¨®tesis que a¨²n debe ser corroborada. ¡°El dise?o de la insignia es antiguo, de finales del XIX, y pervivi¨® hasta la d¨¦cada de los cuarenta-cincuenta¡±, explica Guijo. El ata¨²d se encontr¨® en un espacio de 1,5 metros de ancho por 1,80 de largo junto a otros tres cad¨¢veres desprovistos de cajas mortuorias. ¡°Todos tienen un impacto de proyectil y uno de ellos ten¨ªa las manos atadas¡±, describe Guijo.
¡°El hecho de que el propietario del bot¨®n estuviera en un ata¨²d puede significar un signo de deferencia por razones de la familia, por haber vestido uniforme o porque lo conociera alguno de sus verdugos, pero el hecho de que estuviera enterrado junto con los otros tres cuerpos en un espacio tan delimitado, evidencia que se le puso con ellos a prop¨®sito y que form¨® parte de la represi¨®n¡±, puntualiza el experto. Todos fueron asesinados entre julio y agosto de 1936, la fecha en la que se data la primera parte de la excavaci¨®n.
En la carpa donde trabajan Guijo y su equipo la totalidad de los restos a¨²n no han sido ordenados. ¡°Los retiramos el martes¡±, cuenta el director. A lo largo de la ma?ana del martes, los trabajos de reconstrucci¨®n revelaron un orificio de bala en el cr¨¢neo del joven del bot¨®n.
El 23 de agosto de ese a?o fusilaron a Francisco Portales Casamar. Ten¨ªa 34 a?os y tres hijos y llevaba 12 como funcionario en el Ayuntamiento de Sevilla. Cuando estall¨® la rebeli¨®n era el jefe del matadero y lo acusaron con testimonios falsos de haber utilizado uno de los camiones para luchar contra los insurrectos. ¡°Me han tratado de incriminar con una sarta de mentiras, pero creo que mi defensa prevalecer¨¢¡±, cuenta su nieta Mar¨ªa Luisa Hern¨¢ndez que le escribi¨® a su abuela desde la c¨¢rcel. Lo condenaron por rebeli¨®n militar. ¡°Ni se rebel¨® ni era militar¡±, puntualiza Hern¨¢ndez. ¡°A las seis de la ma?ana lo fusilaron y a las 9.30 lo lanzaron a la fosa de Pico Reja¡±, narra su nieta que ha podido estudiar las actas del consejo de guerra que lo sentenci¨®. ¡°Fue el primero que se le hac¨ªa a un civil¡±, abunda.
Portales fue fusilado, como el joven del bot¨®n hallado en la fosa que comparten. Otros, unos 700, eludieron la muerte, pero su despido los aboc¨® a una vida de penurias. ¡°Muchos se quedaron en la indigencia, no pod¨ªan volver a trabajar porque estaban marcados, depend¨ªan de sus familias y amigos¡±, cuenta el historiador Jos¨¦ D¨ªaz Arriaza. Entre ellos hab¨ªa miembros de polic¨ªa local, bomberos, limpiadores, peones, celadores, pintores, trabajadores del matadero, oficiales, el secretario general o el interventor y tambi¨¦n 46 mujeres que trabajaban como limpiadoras, matronas o lavanderas. El Ayuntamiento de Sevilla rehabilit¨® la memoria de 479 de ellos en un acto en 2018 y busca a los familiares del resto.
Una purga meditada
El 18 de julio de 1936, Queipo de Llano entr¨® en Sevilla, apres¨® al gobernador civil Jos¨¦ Mar¨ªa Varela y su alcalde, Horacio Hermoso, y lo sustituy¨® de inmediato por Ram¨®n de Carranza, un militar. ¡°La prioridad absoluta era controlar los centros pol¨ªticos de poder y asegurar los servicios municipales para dar sensaci¨®n de seguridad a la ciudadan¨ªa¡±, explica Arriaza, que ha ayudado a la Oficina de Memoria Hist¨®rica del Ayuntamiento de Sevilla a localizar las depuraciones en el consistorio durante la Guerra Civil y cuyos trabajos sobre Pico Reja han servido de base para el inicio de las excavaciones en esa fosa.
¡°La necesidad de controlar la ciudad y de evitar cualquier respuesta por parte de los ciudadanos condicion¨® las consecuencias de la represi¨®n y el proceso depurador del personal de la Administraci¨®n local¡±, explica D¨ªaz, que insiste en el ¡°sentido metodol¨®gico y nada improvisado¡± de las purgas, puesto que se cre¨® una comisi¨®n gestora para autorizarlas. Las causas de las expulsiones eran m¨²ltiples: estar en las listas de sospechosos e indeseables, pertenecer a las agrupaciones que defend¨ªan los intereses de los trabajadores, no haberse presentado a trabajar, ¡°o leer, si te pillaban leyendo la prensa pod¨ªan considerarlo subversivo¡±, indica el historiador.
Entre el lunes 20 de julio y el jueves 23 se contabilizaron 197 expulsiones, indica D¨ªaz en su art¨ªculo Depuraci¨®n de funcionarios y empleados del Ayuntamiento y Diputaci¨®n de Sevilla. En una segunda fase dieron ¨®rdenes de fusilamiento para quienes, despu¨¦s de haber sido ya cesados, siguieron siendo contrarios a los golpistas. Por las fechas, ese podr¨ªa haber sido el destino del joven enterrado en el ata¨²d con su bot¨®n.
El cotejo de ADN
Esa insignia enmohecida es la ¨²nica pista material que arroja luz sobre su propietario. ?Lo estar¨¢n buscando como Hern¨¢ndez est¨¢ haciendo con su abuelo? ?Por qu¨¦ lo enterraron dentro de un ata¨²d y no fue arrojado a la tierra como sus otros tres compa?eros de osario? El ADN puede acelerar esas respuestas. Las muestras de m¨¢s de 200 familiares ya est¨¢n en los laboratorios de Granada, donde desde mediados del pasado diciembre se han sumado las de 160 cuerpos exhumados. Quedan m¨¢s por llegar. ¡°Es un proceso largo que va a tardar m¨¢s de dos a?os¡±, dice Hern¨¢ndez, que reclama m¨¢s colaboraci¨®n por parte de las administraciones para poder tomar m¨¢s muestras.
Guijo y su equipo de siete personas se afanan por encontrar m¨¢s informaci¨®n en un tri¨¢ngulo de 672 metros cuadrados sobre los que se extiende Pico Reja. Los huesos y los cr¨¢neos asoman entre la arena rojiza. En medio del horror que deslizan los restos y lo que su presencia ah¨ª significa, pervive la esperanza de que sus familiares puedan localizarlos y honrarlos, como perviven las letras doradas de NO&DO en la herrumbre del bot¨®n, una se?al de que la b¨²squeda contin¨²a.
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