El ruido cambia de bando en el Congreso
Nunca en la legislatura se hab¨ªa visto tanta distensi¨®n entre PSOE y PP. La bronca se traslada al bloque de la derecha y a las filas del Gobierno
Todo fueron atenciones hacia Pablo Casado en los actos con que el Congreso de los Diputados conmemor¨® el pasado martes el 40? aniversario de la derrota del 23-F. Al presidente del PP se le dispens¨® el tratamiento de ¡°l¨ªder de la oposici¨®n¡±, figura que no existe legalmente y que en el plano pol¨ªtico es discutida por su gran rival en la derecha, Vox, m¨¢s a¨²n tras haber aplastado a los populares en las elecciones catalanas. Casado fue el ¨²nico dirigente pol¨ªtico que acompa?¨® al Rey, al presidente del Gobierno, al resto de las m¨¢ximas autoridades del Estado y a los dos padres de la Constituci¨®n vivos ¡ªMiguel Herrero de Mi?¨®n y Miquel Roca¡ª en la comida celebrada en la C¨¢mara para festejar el ¡°triunfo de la democracia¡±.
Mientras S¨¢nchez y Casado ofrec¨ªan esa imagen que evocaba la belle ¨¦poque del bipartidismo, el ruido lo pon¨ªan los aliados nacionalistas e izquierdistas del Gobierno, que boicotearon los actos oficiales, arremetieron contra ¡°el r¨¦gimen del 78¡± y cuestionaron la versi¨®n oficial de lo sucedido aquella noche de 1981. Pablo Iglesias se mantuvo en su papel institucional y s¨ª asisti¨®. Pero al d¨ªa siguiente, en el mismo Congreso, dej¨® traslucir la incomodidad que le hab¨ªa producido el tratamiento ¡°amable y condescendiente¡± dispensado al l¨ªder de PP. En respuesta al n¨²mero dos de los populares, Teodoro Garc¨ªa Egea, el vicepresidente segundo quiso dejar clara su posici¨®n: ¡°Yo podr¨ªa dirigirme a usted como ¡®secretario general de la oposici¨®n¡¯, pero usted y yo sabemos que eso ya no existe¡±. Y remach¨®: ¡°Yo puedo entender la nostalgia del bipartidismo, pero eso ha terminado¡±. Por una vez, Santiago Abascal, el l¨ªder de Vox, que tampoco acudi¨® al acto institucional, habr¨ªa estado de acuerdo con su archirrival ¡°bolivariano¡±.
En los casi 14 meses de esta legislatura de v¨¦rtigo, nunca como esta semana se hab¨ªa vivido una distensi¨®n as¨ª entre los dos partidos que monopolizaron la pol¨ªtica espa?ola desde 1982 hasta 2015. En el Congreso, S¨¢nchez y Casado se intercambiaron apelaciones a la responsabilidad e invitaciones a llegar a acuerdos, lo que en el caso del presidente era una manera impl¨ªcita de retirar sus controvertidas palabras de hace un mes, cuando atribuy¨® a Abascal ¡°m¨¢s sentido de Estado¡± que al l¨ªder del PP. Casado se ha situado ahora lejos de aquel dirigente que cuestionaba la legitimidad del Gobierno, hablaba de ¡°dictadura constitucional¡± o proclamaba que ¡°en Europa ya ven a Espa?a como un Estado fallido¡±. El reconocido como l¨ªder de la oposici¨®n asegura que su ruptura con Vox durante la moci¨®n de censura de Abascal, el pasado octubre, es irreversible. ¡°No busco ning¨²n voto que no busque convivir. Yo s¨ª di un paso adelante y no dar¨¦ ninguno atr¨¢s¡±, se comprometi¨® ante la C¨¢mara.
El af¨¢n del PP por marcar distancias con la extrema derecha en asuntos de tanto calado como la inmigraci¨®n o las pol¨ªticas de igualdad es notorio. Los populares lo escenificaron el mismo d¨ªa del aniversario del 23-F, cuando todo el Parlamento se uni¨® en un ensayo de cord¨®n sanitario a Vox por lo que el propio PP calific¨® de su ¡°negacionismo de la violencia machista¡±. Ah¨ª tambi¨¦n el ruido ha cambiado de bando para trasladarse al interior de las filas de aquella foto de Col¨®n, ya ajada y hecha a?icos. Lo mostr¨® el sarc¨¢stico ¡°que se besen, que se besen¡± con que los diputados de Vox acogieron el jueves el acuerdo entre el Gobierno y el PP para renovar el Consejo de RTVE, denostado tambi¨¦n con mucha contundencia por Ciudadanos.
Ese pacto ha sido la consecuencia m¨¢s tangible del nuevo clima. Pero a la vez ha se?alado sus l¨ªmites. En la gran asignatura pendiente, acabar con m¨¢s de dos a?os de interinidad en el ¨®rgano de gobierno de los jueces, el PP se ha mostrado inflexible en su veto a cualquier candidato propuesto por Unidas Podemos. El prop¨®sito de los populares era transparente: romper la coalici¨®n de Gobierno, como Casado lleva pidiendo a S¨¢nchez desde hace d¨ªas, o al menos introducir un elemento de discordia casi definitivo. Primero fueron pregonando que el PSOE abandonaba a sus socios y aceptaba dejarlos fuera del reparto del Poder Judicial. Cuando se vio que no era as¨ª, Casado dio por rotas las negociaciones.
En la maniobra, el PP ha conseguido quitarse de en medio a una direcci¨®n de RTVE a la que llevaba dos a?os atacando por tierra, mar y aire. Y en el Poder Judicial se mantiene una correlaci¨®n de fuerzas claramente volcada hacia los conservadores. El efecto secundario, sin embargo, ha sido brindar al Gobierno una oportunidad para recomponer sus filas cuando las tensiones entre PSOE y Unidas Podemos estaban disparadas.
El ruido dentro de la coalici¨®n ha empezado a inquietar a sus socios. El portavoz del PNV, Aitor Esteban, se lo dijo al presidente en t¨¦rminos muy n¨ªtidos: ¡°Nos espanta esa pelea interna¡±. Hasta EH Bildu ha llegado a reconvenir en p¨²blico a las formaciones del Ejecutivo para que ¡°sean responsables¡±. S¨¢nchez aprovech¨® su presencia en el Congreso esta semana para, con palabras amables, pedir a Unidas Podemos que ¡°baje un poco los decibelios¡±. Por ahora, la llamada parece haber surtido efecto, aunque la chispa puede saltar otra vez en cualquier momento. Y m¨¢s si el tono conciliador de S¨¢nchez con el PP ¡ªque el presidente mantuvo incluso tras la ruptura de las negociaciones¡ª conduce a cualquier otra cosa que Iglesias interprete como un intento de reeditar el bipartidismo. Lo que casi nadie se imagina es la ruptura de la coalici¨®n. Ahora mismo, PSOE y Unidas Podemos viven como en esas pel¨ªculas en que por un azar dos personas quedan unidas por unas esposas y, aunque se pasen el d¨ªa discutiendo, no tienen m¨¢s remedio que caminar juntas.
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