Migrantes esclavos en un pueblo de Valladolid
Detenido un matrimonio en Roales de Campos por someter a jornadas eternas a trabajadores extranjeros sin papeles
La calle del Calvario acoge la primera conversaci¨®n de la tarde en Roales de Campos (Valladolid, 150 habitantes). Una mujer comenta que algo ha le¨ªdo sobre la detenci¨®n de un matrimonio por explotar a migrantes en el pueblo, pero que no imagina a los culpables. Hasta que, de repente, dice: ¡°?No ser¨¢...?¡± y llama, rauda, a una amiga para debatir si ese pastor de 61 a?os ser¨ªa capaz de actuar as¨ª. Un concejal del pueblo, que prefiere no dar su nombre, lo confirma: la semana pasada fue detenido este ganadero, junto a su esposa, por un presunto delito contra los derechos de los trabajadores. Todo un acontecimiento en un lugar tranquilo, pero no disparatado dado el complicado expediente del detenido, explica el vecino.
La Polic¨ªa Nacional los arrest¨® el 16 de marzo al detectar a tres inmigrantes irregulares en unas naves ¡°bajo unas condiciones abusivas que rozaban la semiesclavitud¡±, seg¨²n un comunicado. All¨ª resid¨ªan en una vivienda de techo de uralita, sin agua caliente ni calefacci¨®n, durmiendo en camas con pulgas y cumpliendo jornadas leoninas: 18 horas diarias, sin descansos ni vacaciones. Cobraban unos 600 euros mensuales y asum¨ªan este maltrato, destaca la polic¨ªa, porque necesitaban el dinero para mandarlo a sus familias. Dos eran colombianos y uno marroqu¨ª, y se deslomaban en Roales.
La Inspecci¨®n de Trabajo hab¨ªa denunciado en 2012 pr¨¢cticas similares de este matrimonio, pero cuenta el concejal que era una constante desde hac¨ªa a?os: la pareja iba rotando a los trabajadores ¡ªcuando unos se iban otros llegaban¡ª y los enga?aba para exprimirlos.
Las extensas instalaciones se ven bien desde el cementerio y su mal estado y suciedad se aprecian al acercarse. Unas gallinas picotean por un camino de tierra; unas ovejas cercadas se api?an al sol. Los lugare?os indican que el matrimonio habita en la parte superior de un edificio junto a un silo de cereal. Los inmigrantes malviv¨ªan hacinados en un chamizo. Al fondo de la nave aparece una mujer de ojos azules. Hura?a, se presenta como Encarna y declina pronunciarse antes de volver a las tripas de la granja. Las ovejas balan y un par de caballos y un asno miran la escena junto a un gran mont¨®n de esti¨¦rcol y varios tractores.
El concejal de Roales explica que los inmigrantes trabajaban ¡°de sol a sol¡± y apenas los ve¨ªan en el bar ¡°en Navidad¡±, cuando el patr¨®n les daba ¡°una propina¡±. Adem¨¢s, relata que ¨¦l tiene cierta relaci¨®n con otro de los empleados del matrimonio, un zamorano, y que este le dice que cuando hace n¨²meros con ellos ¡°parece que quien les debe dinero es ¨¦l¡±. La retah¨ªla de an¨¦cdotas incluye episodios como el de Lika, un rumano que estuvo 10 a?os a sus ¨®rdenes y que, cuando quiso irse, descubri¨® que hab¨ªa estado siete a?os sin el alta en la Seguridad Social.
El ¨²nico grupo que se forma en la localidad se encuentra junto a la iglesia, donde el arrullar de las palomas se mezcla con la ch¨¢chara con la farmac¨¦utica, que ha venido a repartir medicamentos. Al final de la calle, un hombre narra a gritos por tel¨¦fono, sentado en su coche, la noticia del d¨ªa en un sitio poco acostumbrado a los sobresaltos. Sus palabras coinciden con las del concejal: el pastor tiene ¡°un taco de denuncias en Benavente¡±.
El trabajador del Ayuntamiento detalla que el ahora arrestado suele hacer pacer a sus reses en terrenos ajenos y que la Guardia Civil lo tiene ¡°fichado¡± por varias causas. Los dos mencionan tambi¨¦n la decadencia del ganadero, que pas¨® de tener miles de animales a ¡°irse a pique¡±.
El futuro de los tres migrantes explotados ¡ªsi recibir¨¢n o no, como punto final a su dura experiencia, una orden de expulsi¨®n¡ª depender¨¢ del juez, apuntan fuentes de la Delegaci¨®n del Gobierno. Ser¨¢n citados como testigos y como v¨ªctimas en la causa contra el matrimonio que los esclavizaba a miles de kil¨®metros de sus familias.
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