B¨¢rcenas ten¨ªa un vis¨¦ exquisito
Los peritos que analizaron los papeles de la contabilidad b del PP confirman la autor¨ªa del extesorero
En la planta baja, un juicio por narcotr¨¢fico. En la primera, el de la contabilidad b de Luis B¨¢rcenas. En el palomar, que as¨ª llaman de forma coloquial a la segunda planta de la sede de la Audiencia Nacional en San Fernando de Henares, una vista por injurias al Rey. El polic¨ªa de la puerta hace la pregunta de rigor ¡ª¡±?a qu¨¦ juicio viene?¡±¡ª y uno, viendo la planta baja llena de gente, alguna incluso con pinta de haber dejado la z¨®diac semirr¨ªgida en la puerta, se acuerda de aquella frase de Mark Twain: ¡°El para¨ªso lo prefiero por el clima; el infierno, por la compa?¨ªa¡±. Hace semanas que el juicio de B¨¢rcenas es un solar. Entre la covid, el streaming y la piller¨ªa de los pol¨ªticos que se aprendieron el truco de declarar embozados desde sus casas, el presidente del tribunal se ha convertido en un manitas de la videoconferencia:
¡ªNo la o¨ªmos, se?ora abogada. Hay teclas para subir el sonido. Yo creo que, por experiencia, el problema est¨¢ en el cable del auricular... Nada, vamos a tener que reiniciar el sistema.
Se hace un silencio largo, espeso, incluso inc¨®modo. A las 10.40, la conexi¨®n se ha restablecido, parece que el auricular o lo que sea ya funciona y el presidente del tribunal pide que entre en la sala el primer testigo, un joven agente de polic¨ªa que se somete a un breve interrogatorio sobre la extracci¨®n de los correos electr¨®nicos de los encausados. El siguiente es otro joven polic¨ªa y, nada m¨¢s sentarse, la tecnolog¨ªa falla de nuevo. Vuelta a empezar.
Ya para entonces, Twain se ha cargado de raz¨®n. Uno imagina historias de alijos en noches sin luna en la planta baja, hasta ocurrentes insultos contra los Borbones en la segunda, mientras aqu¨ª, en esta lecci¨®n de historia para repetidores que son los papeles de B¨¢rcenas, la ma?ana se escapa en una sucesi¨®n interminable de silencios. La justicia, ya de por s¨ª lenta, a merced de la tecnolog¨ªa.
Pero incluso este martes, con los elementos en rebeld¨ªa y unos testigos tan insustanciales que apenas merecen un par de preguntas de las partes, el juicio guarda una esquina interesante. El presidente del tribunal llama a dos inspectores de polic¨ªa para que ratifiquen los informes que hicieron, all¨¢ por 2013, sobre la autenticidad o no de la letra de Luis B¨¢rcenas en los papeles de la contabilidad b del PP.
Uno declara en directo. Otro, por videoconferencia. En realidad, lo que tienen que decir est¨¢ ya todo escrito por ellos mismos en aquellos informes, pero el fiscal, la abogada del Estado y hasta el defensor del PP les piden que ampl¨ªen ciertos detalles. Los inspectores 19.467 y 16.449, se aplican a la tarea con pasi¨®n.
Les preguntan si es l¨®gico que la letra del extesorero siguiera siendo la misma a lo largo de los a?os, casi 20, que comprenden los papeles de la caja b. Ellos dicen que s¨ª, que una persona adulta y formada no suele cambiar de letra, salvo que sufra alg¨²n episodio de gravedad. Uno va perdiendo pelo, adquiriendo arrugas, alegr¨ªas y disgustos, cuentas en Suiza, a?os de gloria y de c¨¢rcel, aventuras inconfesables y hasta operaciones de pr¨®stata, pero la letra sigue ah¨ª, tan persistente y tan sincera que cuando la intentas cambiar ¡ªcomo B¨¢rcenas hizo en un primer momento de la investigaci¨®n¡ª va corriendo a chivarse.
Sucede lo mismo con los vis¨¦s. Hay gente que puede pasarse toda la vida sin saber que es un vis¨¦, pero estos agentes han pasado a?os estudiando esas firmas breves, casi garabatos, con los que se da certificado de validez a un documento. Dicen que ¡°el vis¨¦ del se?or B¨¢rcenas¡± ten¨ªa ¡°un trazado de c¨²spides y bases angulosas¡±. Hay cierta poes¨ªa y hasta admiraci¨®n en sus palabras. Suele suceder con los polic¨ªas y los ladrones finos. Seguro que en la planta baja est¨¢ declarando alg¨²n agente que admir¨® alguna vez al piloto de una lancha cargada de hach¨ªs al que finalmente dio captura. B¨¢rcenas fue un prenda y est¨¢ en la c¨¢rcel, pero qu¨¦ vis¨¦ ten¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.