La L¨ªnea, reh¨¦n del narco
La ciudad vive una semana de disturbios impuestos por una minor¨ªa que intenta imponer su ¡®narcocultura¡¯ mientras las soluciones sociales siguen sin llegar
Mar¨ªa ¡ªnombre ficticio¡ª lleva una semana bombardeada a mensajes y audios de voz que braman sobre la supuesta negligencia de unos polic¨ªas que han dejado morir ahogados a dos vecinos acusados de colaborar con el narco. La vecina de La Atunara, una de las barriadas m¨¢s deprimidas de La L¨ªnea de la Concepci¨®n (C¨¢diz), estaba ofuscada con la idea, hasta que el pasado viernes una testigo de lo ocurrido le desminti¨® el m¨¢s que probable bulo: ¡°Ahora no s¨¦ qu¨¦ creer¡±. Como ella, centenares de linenses han llegado a creer la versi¨®n que ha incendiado durante cuatro d¨ªas las calles de los barrios m¨¢s pobres de la ciudad, donde una minor¨ªa ha sido capaz de imponer una suerte de ¡°guerra de guerrillas¡±, en opini¨®n de la polic¨ªa.
Contenedores quemados, emboscadas por la noche de grupos organizados, un tiro de escopeta y una manifestaci¨®n con 800 asistentes. Los disturbios que se han vivido hasta el pasado jueves ¡ªque ya suman ocho investigados y se prev¨¦ que suban en los pr¨®ximos d¨ªas¡ª tienen su origen en una acumulaci¨®n de hartazgos. Toda Espa?a se percat¨® de que en La L¨ªnea hab¨ªa un problema de seguridad cuando en febrero de 2018 unos encapuchados asaltaron su hospital para llevarse a un narco. Para entonces, el traficante local llevaba casi una d¨¦cada comprando voluntades en una suerte de narcocultura seg¨²n la cual ganar dinero con portes de hach¨ªs desde Marruecos era algo digno de presumir en barrios en los que el paro juvenil roza el 80%. En tres a?os suman m¨¢s de 2.460 detenciones y 365,5 toneladas de droga incautada en el Campo de Gibraltar. Los altercados demuestran que el espejismo de la vida narco en sus barrios de La Atunara, San Bernardo o Los Junquillos ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil de romper.
¡°Hemos estado viviendo una calma tensa porque la actuaci¨®n policial ha limitado los movimientos de esta gente [por los traficantes]. Todo les sirve como mecha¡±, sentencia Francisco Mena, presidente de la coordinadora antidroga Nexos. En este caso, la chispa prendi¨® en torno a las dos de la tarde del pasado lunes, cuando Sergio R., de 19 a?os, y ?ngel A., de 51, murieron aparentemente ahogados a 200 metros del puerto de La Atunara. El Bola y el Baila, respectivamente, como eran conocidos, ven¨ªan, seg¨²n las sospechas policiales, de suministrar petacas de gasolina a una narcolancha que acab¨® alijando apenas media hora despu¨¦s. La familia del m¨¢s joven lo niega. El atestado de la Polic¨ªa Nacional relata que una patrulla vio desde tierra c¨®mo una embarcaci¨®n particular rescataba los cuerpos y dio aviso a la Guardia Civil.
Un v¨ªdeo registr¨® c¨®mo los agentes realizaron maniobras de reanimaci¨®n a los accidentados mientras llegaba la ambulancia. Seg¨²n el Ministerio del Interior, todo parece indicar que fue una actuaci¨®n normal, y el Juzgado Instrucci¨®n n¨²mero 5 de La L¨ªnea, que investiga el suceso, no tiene por ahora ning¨²n investigado. Apenas dos horas despu¨¦s del presunto accidente, a Mar¨ªa le lleg¨® un fuerte olor a quemado: unos encapuchados estaban incendiando una rotonda cercana a su casa. Para entonces, la mujer ya hab¨ªa recibido una grabaci¨®n de voz en la que un an¨®nimo aseguraba que los agentes hab¨ªan impedido el rescate a unos vecinos. Muchos en La Atunara o San Bernardo creyeron la versi¨®n que provoc¨® la quema de contenedores, sobre la que Mar¨ªa reflexiona: ¡°Aqu¨ª nos tiene que ayudar alguien. Los polic¨ªas y guardias nos tratan mal. Se supone que a los ni?os hay que ense?arles que la polic¨ªa es buena, pero aqu¨ª estamos acojonados¡±.
Al alcalde de La L¨ªnea, Juan Franco, le han llegado estas cr¨ªticas, pero tambi¨¦n es consciente de que ¡°los narcos manipulan a los barrios¡±, justo ahora que el negocio vive sus d¨ªas m¨¢s asfixiantes por el cerco policial. ¡°Se ha producido una disociaci¨®n. En La L¨ªnea (62.000 habitantes) hay un 90% de la poblaci¨®n que sigue los par¨¢metros normales y un porcentaje que ronda el 6% vive instalado en una realidad alternativa, que ve el narcotr¨¢fico como algo normal. El estallido social responde a esta realidad paralela y la chispa ha sido el fallecimiento de estas personas¡±, resume el regidor. Franco y las asociaciones antidroga llevan meses clamando para que el Plan Especial de Seguridad del Campo de Gibraltar no se quede solo en refuerzos policiales. ¡°Hemos perdido ya a dos generaciones, ?vamos tambi¨¦n a por la tercera?¡±, denuncia Mena.
El subdelegado del Gobierno, Jos¨¦ Pacheco, coincide en que ¡°La L¨ªnea necesita una apuesta a medio-largo plazo¡±. ¡°No conseguimos cambiar el chip de la gente en un d¨ªa. Hay que ir poniendo los mimbres para construir ese cambio social, ofrecer una alternativa¡±, asegura el pol¨ªtico, aunque no sabe precisar si el Gobierno reeditar¨¢ el plan integral de inversiones, que ve insuficiente para La L¨ªnea. Tampoco hay noticias de planes de empleo espec¨ªficos para una ciudad con una tasa de desempleo del 42%. ¡°La Junta de Andaluc¨ªa [competente en esa materia] se ha puesto de perfil¡±, a?ade Mena.
Una vecina de Mar¨ªa, con dos hijos en paro y que tampoco quiere dar su nombre, camina por el paseo mar¨ªtimo a la altura de la barriada San Bernardo, territorio del poderoso clan de los Casta?a ¡ªconocidos como ¡°los reyes del hach¨ªs¡±¡ª. ¡°Me repatea ver siempre la misma imagen de esta ciudad, la mayor¨ªa somos normales y honrados¡±, afirma. A pocos metros, el holl¨ªn ennegrece una rotonda con forma de castillo en el que una pintada pide ¡°Justicia para Baila y Bola¡±. Hay un coche quemado y en el pretil que da a la playa se lee ¡°Polic¨ªas sicarios del Gobierno¡±. Son destrozos de una guerra que van a costar m¨¢s de 244.000 euros, seg¨²n estimaciones municipales.
En el montante no est¨¢n contabilizadas las lunas rotas de los coches de la Polic¨ªa Nacional, dispuestos en la rotonda calcinada de San Bernardo en un control din¨¢mico en el que participan m¨¢s de diez agentes. Despu¨¦s de tres noches intensas para los 70 antidisturbios, La L¨ªnea retoma la normalidad. Al requerimiento policial, hay quien para su coche con miradas desafiantes e incluso golpes al volante. ¡°Son viejos conocidos¡±, tercia un responsable de la Brigada de Seguridad Ciudadana.
La tranquilidad tiene visos de ser solo calma chicha. Y el presidente de la coordinadora antidroga se pregunta: ¡°Un polic¨ªa local, un ni?o, estos dos vecinos¡ ?Cu¨¢ntos muertos estamos dispuestos a asumir como v¨ªctimas colaterales del narco?¡±.
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