La vida que Suiza hizo posible para Ram¨®n
Antes de los 30 este ingeniero inform¨¢tico ten¨ªa un empleo en Google, una casa comprada y hab¨ªa nacido su primera hija. El precio a pagar fue hacerlo fuera de Espa?a. Pertenece a la generaci¨®n de los que se marcharon con la crisis de 2008 y ya nunca regresaron
Ram¨®n Medrano Llamas termin¨® el primer ciclo de Ingenier¨ªa Inform¨¢tica la misma semana en que Lehman Brothers anunciaba su quiebra en 2008, marcando el inicio de la debacle econ¨®mica que sacudi¨® el mundo. A medida que asomaba la larga sombra de la crisis y Bruselas afilaba la guada?a, vio abrirse ante ¨¦l dos caminos: ¡°Era quedarse en Espa?a encadenando contratos temporales de formaci¨®n o salir fuera¡±. Eligi¨® lo segundo y en el extranjero sigue. Este ingeniero de software medio leon¨¦s, medio asturiano, premio fin de carrera por su trayectoria acad¨¦mica, pertenece a la generaci¨®n de los que se marcharon a buscarse la vida durante la Gran Recesi¨®n y ya nunca volvieron. Lleva una d¨¦cada en Suiza, tiene 34 a?os, un empleo en Google y, seg¨²n cuenta, ya antes de los 30 contaba con trabajo, casa comprada y hab¨ªa tenido a la primera de sus dos hijas.
-?A ti la vida te va con retraso?
-A m¨ª no, pero el precio a pagar ha sido estar fuera de Espa?a, he tenido que venir aqu¨ª a hacerlo. No me quejo. Siempre le digo a mi mujer que hemos tenido mucha suerte.
Aunque no proteste por ello, porque se considera afortunado, el coronavirus ha hecho que no vea f¨ªsicamente a su familia desde las navidades de 2019. ¡°Mi mujer y yo pensamos que lo responsable era no ir¡±. Es parte de ese precio a pagar por vivir fuera, igual que la sensaci¨®n de desarraigo. ¡°Ser joven¡±, dec¨ªa Medrano en el mensaje que tecle¨® desde Suiza al n¨²mero que habilit¨® EL PA?S para esta serie, ¡°es estar y no estar¡±. ¡°Haberse ido de Espa?a, el pa¨ªs que tanto te ha dado, por necesidad profesional en 2010 y tras diez a?os, no tener ra¨ªces ni aqu¨ª ni all¨ª. Es que te venga una pandemia y no sepas c¨®mo o cu¨¢ndo vas a ver a tus abuelos porque cierran las fronteras. Es votar en una urna solitaria en el consulado. Es que tu hija te hable en alem¨¢n suizo y comer el jam¨®n al vac¨ªo¡±. Trataba tambi¨¦n de poner en palabras un sentimiento parad¨®jico: ¡°A la vez que tienes un ¨¦xito profesional, personal y financiero que nunca habr¨ªas esperado, cambiar¨ªas mucho por volver¡±. No le supone ning¨²n trauma, pero est¨¢ siempre all¨ª, al acecho. Y le hace tomar decisiones aparentemente contradictorias. Mira de forma recurrente empleos en Espa?a, pero a la vez ha empezado los tr¨¢mites para obtener la nacionalidad suiza.
El verano ha llegado a Z¨²rich, las aceras vibran de europeos rubios e impolutos y por all¨¢ se cruzan un Porsche, un Mini de ¨¦poca y un Range Rover. Medrano desgrana su vida mientras gu¨ªa por estas mismas calles donde coinciden la opaca sede de Mirabaud, el banco en el que el rey em¨¦rito ocult¨® 65 millones de euros, y un poco m¨¢s all¨¢, al borde del lago repleto de barquitos, el hotel donde detuvieron en 2015 a los gerifaltes de la FIFA por corrupci¨®n. La conversaci¨®n lleva inevitablemente a las diferencias entre esta tierra y el pa¨ªs de origen. Suiza, con 60.500 euros de renta per capita, y una cara oscura que no conviene desde?ar, es uno de los Estados m¨¢s ricos del mundo; si perteneciera a la UE, seg¨²n cifras de 2020 de Eurostat, figurar¨ªa en tercer lugar, solo por detr¨¢s de Luxemburgo e Irlanda (tambi¨¦n con un intenso lado oscuro). La renta por persona suiza es casi tres veces superior a la espa?ola (22.350 euros ), y un abismo separa tambi¨¦n los datos de paro juvenil: en torno al 6% en la peque?a confederaci¨®n alpina frente al 28% en el reino de la pen¨ªnsula.
Los relojes funcionan en ambos lugares a distinto ritmo: la aguja espa?ola demora. Sentado en una terraza, Medrano calcula a ojo que el retraso para sus colegas de generaci¨®n en Espa?a es de aproximadamente cinco a?os: varios de los amigos y compa?eros que se quedaron se est¨¢n planteando ahora tener hijos, cuando su ni?a mayor ya tiene cuatro y medio. El retardo lo percibi¨® nada m¨¢s aterrizar en Suiza por primera vez. Era 2010, vino a pasar unos meses en pr¨¢cticas en el Centro Europeo para la Investigaci¨®n Nuclear (CERN) de Ginebra. Ya le pagaban 2.700 francos suizos mensuales (unos 2.500 euros), por encima del sueldo medio en Espa?a, y ni siquiera hab¨ªa acabado la carrera.
En cuanto termin¨® la ingenier¨ªa, en 2011, regres¨® al CERN y se curti¨® en el ambiente internacional de f¨ªsicos e investigadores que buscaban probar la existencia del bos¨®n de Higgs, la part¨ªcula de Dios. Hizo buenas migas con otros europeos del sur, con los que compart¨ªa el sentimiento de indignaci¨®n que prend¨ªa en Europa y segu¨ªa las noticias de los rescates. En 2013 se plante¨® regresar a casa, entonces sumida en un agujero de desempleo. Le ofrecieron, seg¨²n recuerda, unos 39.000 euros por sumarse a las filas de Telef¨®nica I+D, un sueldo m¨¢s que decente para la ¨¦poca. Pero la propuesta que le lleg¨® de Google en Z¨²rich triplicaba la espa?ola. Ten¨ªa 26 a?os. Empez¨® como ¡°programador junior¡± y hoy dirige un equipo internacional encargado de resolver incidentes cr¨ªticos en la autenticaci¨®n de usuarios y contrase?as.
Vestido con una camiseta en la que se lee ¡°Power PC¡±, Medrano se lo piensa cuando se le pregunta qu¨¦ condiciones tendr¨ªan que darse para que decidiera volver: ¡°Econ¨®micamente, tener un nivel de vida acomodado. Y un puesto con la flexibilidad de ahora, en el que me valoren por lo que hago, no por las horas de oficina¡±. ?l y su mujer, tambi¨¦n espa?ola e ingeniera inform¨¢tica, se han reducido la jornada al 80% para compaginar el cuidado de las hijas. Medrano lleva cada ma?ana a la mayor al colegio y a la peque?a de paseo, con el port¨¢til en el carrito por si surge alg¨²n problema; no arranca en Google hasta la una, y entonces se sienta en el ¡°escritorio caliente¡± que han montado en el dormitorio.
Medrano cree que probablemente acaben regresando, pero a la vez reconoce que cuanto m¨¢s tiempo pasa uno fuera, m¨¢s cuesta dar el paso.
Estefan¨ªa S. Vasconcellos, coautora de Volveremos: memoria oral de los que se fueron durante la crisis (Libros del K.O., 2016), explica que quienes aparec¨ªan en su libro manejaban ideas parecidas. ¡°No volver¨ªan a cualquier precio¡±, dice esta periodista en su casa en Bruselas, donde ella, que tiene 32 a?os, vive ahora la vida de expatriada: trabaja para Podemos en el Parlamento Europeo. En el libro se cita un estudio de la soci¨®loga Amparo Gonz¨¢lez Ferrer de 2013 que cifraba en 225.000 el n¨²mero oficial de espa?oles que habr¨ªan emigrado por efecto de la Gran Recesi¨®n, aunque el dato real, seg¨²n afirmaba la soci¨®loga, se acercar¨ªa a las 700.000 personas. Muchas de ellas, gente cualificada de entre 25 y 34 a?os y con red de apoyo. ¡°Se iban mayoritariamente los que pod¨ªan¡±, resume Vasconcellos.
La periodista cree que la crisis de 2008 supuso una ¡°cierta p¨¦rdida de inocencia¡± en la que ¡°nos dimos cuenta de la brutalidad de un sistema econ¨®mico que ya dejaba a gente fuera, pero que entonces arrastr¨® a mucha m¨¢s¡±. Se lleg¨® al borde de un precipicio, seg¨²n lo ve ella, aunque a¨²n se vislumbraba un horizonte ¡°que pod¨ªa ir a mejor¡±. La pandemia ha supuesto la apertura de un nuevo abismo ante la juventud. ¡°Cuando ya estabas levant¨¢ndote te dan un golpe en la nuca, y acabas con las manos en el suelo¡±, describe Vasconcellos. En su opini¨®n, la crisis actual no ha cambiado lo que exist¨ªa, sino que ha acentuado las desigualdades y los problemas que arrastr¨¢bamos. ¡°El ascensor social est¨¢ hoy un poquito m¨¢s escacharrado¡±. Incluso tener un trabajo ya ¡°no te garantiza salir de la pobreza¡± en Espa?a. Se ha instalado entre los j¨®venes la idea de que ¡°lo ¨²nico que se puede hacer es resistir, y si est¨¢s resistiendo no est¨¢s avanzando¡±, concluye. ¡°Los que ten¨ªan 12 a?os en 2008 ahora tienen 25. Han conocido una crisis permanente¡±. Reclama que seamos capaces de imaginar ¡°otros futuros mejores, no limitarnos a contener la llegada de uno peor¡±.
Medrano resume la cruda situaci¨®n aplicando una sencilla teor¨ªa del embudo. ¡°Nosotros, los millennials, nos hemos comido la crisis de 2008 y ahora esta¡±, dice sentado en la terraza frente al lago. ¡°Los de la generaci¨®n Z, en 2008, estaban en el instituto. Si ya nosotros vamos con retraso, a ellos se les va a acumular. Esto es como un embudo¡. Si no se hace nada¡±. Y ah¨ª es donde el inform¨¢tico ve algo de esperanza: ¡°Soy optimista. Esta vez me da otra sensaci¨®n, si miras la respuesta de Espa?a y de la UE¡±. No hay un debate sobre el euro, dice, ni se sopesa echar a Grecia, y Bruselas ha aprobado un millonario fondo de recuperaci¨®n que permitir¨¢, en teor¨ªa, apostar por cambiar el tejido productivo, hacia la digitalizaci¨®n y la econom¨ªa verde. ¡°Habr¨¢ que ver¡±, a?ade. Siempre puede venir otro golpe imprevisto en 10 a?os, dice antes de despedirse. Son ya cerca de las siete, hora de cenar, y mientras los elegantes suizos toman un vino al caer el sol, Medrano regresa a casa, donde las ni?as vuelven agotadas de la piscina.
Cap¨ªtulo 3. Opositores y emigrantes
Testimonios | "Espa?a es una promesa incumplida"
Reportaje | Natalia, publicista, ahora quiere ser polic¨ªa
Podcast | Vivo en Alemania
Emigrar puede ser una opci¨®n para salir adelante, aunque existe el riesgo de que la vuelta se convierta en imposible