Objetivo: echar hasta al ¨²ltimo okupa
Horche, un pueblo de Guadalajara de 3.000 habitantes, se rebela contra los 200 vecinos que viven como intrusos
Las dos hermanas se asoman a la ventana del piso ocupado donde viven en Horche, un peque?o pueblo de Guadalajara. Llevan perlas en las orejas y las melenas negras recogidas en mo?os despeinados. Las dos, gemelas, se han vestido de rosa fucsia. Arquean las cejas ante la visita y las preguntas. Disparan hasta quedarse sin aire.
¡ª?Qui¨¦n te ha dicho a ti que mi madre es jefa de algo? ?Que vende pisos? Eso es mentira. ?Mi madre es jefa de su casa y ya est¨¢!, se pueden ir todos a tomar por culo.
La madre de estas dos chicas de 19 a?os no est¨¢ en casa, pero medio pueblo habla de ella. Tambi¨¦n de la Jessica, que est¨¢ en primera l¨ªnea cuando se trata de montar un pollo al alcalde, y de su marido Jose, que intenta controlar sus prontos. Hablan tambi¨¦n del chico rapero que subi¨® un v¨ªdeo a Instagram para amenazar a los horchanos, esos ¡°paletos¡± que le lanzaron un ladrillo al portal de madrugada. Estos son solo algunos de los 200 okupas de este municipio alcarre?o de 3.000 habitantes. El objetivo de sus vecinos es echarlos a todos.
Horche, un lugar tranquilo donde a media ma?ana hay m¨¢s se?oras circulando con sus carros de la compra que coches, vive semanas de tensi¨®n que amenaza con explotar en cualquier momento. El municipio convive desde hace ocho a?os con un bloque de viviendas ocupadas, con m¨¢s o menos resignaci¨®n, pero la llegada a un segundo bloque de nuevos ocupantes a los que acusan de robos y problemas varios ha hecho saltar por los aires la convivencia. El fin de semana pasado se organiz¨® una multitudinaria manifestaci¨®n contra los okupas y unos y otros se insultan en la calle y en las redes. Los horchanos se declaran aterrorizados; los okupas denuncian que pagan justos por pecadores. Con casi 60 viviendas tomadas por unos 200 adultos y ni?os, su alcalde, Juan Manuel Moral (PSOE), advierte: ¡°La paz social se ha roto¡±.
La historia de Horche es la de muchos municipios de Espa?a. El bum inmobiliario llev¨® a bancos y constructoras a levantar promociones que promet¨ªan convertirse en hogares felices, pero la crisis se las llev¨® por delante. Las casas sin vender fueron un im¨¢n para familias que se quedaron sin nada o para aquellas que nunca tuvieron una m¨ªnima estructura. Las mafias de la ocupaci¨®n tambi¨¦n encontraron pronto su sitio. As¨ª comenz¨® en Horche, cuando la caja de ahorros que construy¨® el primer bloque, de 90 viviendas, quebr¨® con apenas una decena de casas vendidas.
La propiedad la absorbi¨® entonces CaixaBank, que ofreci¨® un alquiler social. Esto ya no gust¨® al alcalde, que reprocha que se hiciese ¡°a espaldas del Ayuntamiento¡±. En poco tiempo aquella apetecible promoci¨®n con pisos de dos plantas, trastero y contraventanas de madera con vistas a la monta?a pas¨® a llamarse las 3.000, en referencia a Las tres mil viviendas de Sevilla, la barriada con la menor renta de Espa?a.
¡°Esa casa es un puto problema¡±, se queja Jorge del Rey, mec¨¢nico de 49 a?os y uno de los leg¨ªtimos propietarios. ¡°No la puedo usar, ni vender, ni alquilar, ?qui¨¦n la va a querer? Te sientes impotente. Sentimentalmente es dif¨ªcil porque mi padre trabaj¨® mucho en ese piso donde quer¨ªamos que viviesen mis padres cuando se hiciesen mayores¡±, lamenta.
Algunos de los que hoy ocupan las 3.000 empezaron pagando ese alquiler social de 150 euros, pero dejaron de poder asumirlo, los desahuciaron y se convirtieron en okupas. ¡°Era eso o quedarme en la calle¡±, explica Roberto Carlos Rodr¨ªguez, mozo de una h¨ªpica cercana, que lleg¨® a Horche hace ocho a?os. ¡°Me qued¨¦ sin trabajo y cuando me llegaba una orden de desahucio me cambiaba a otro piso¡±. A Rodr¨ªguez, que ahora tiene un salario de 600 euros, le molesta la hostilidad del pueblo. ¡°La mayor¨ªa de nosotros somos gente que se levanta a las seis de la ma?ana para trabajar, pero no podemos pagar un alquiler normal¡±, se queja.
Tras las puertas forzadas del resto de pisos se fueron instalando se?oras mayores con pensiones exiguas, j¨®venes inmigrantes, desempleados, expresidiarios empezando de nuevo y familias numerosas que sobreviven con apenas un sueldo. Todos piden un alquiler que puedan pagar.
Mari, que cobra una pensi¨®n de 402 euros, acab¨® aqu¨ª despu¨¦s de varios baches seguidos. ¡°Me qued¨¦ viuda, mi hijo tuvo muchos problemas con las drogas y tuvimos que irnos de nuestra casa¡±, relata. Ella vive en un piso y su hijo, su nuera y sus dos nietos en otro. ¡°Voy a cumplir 66 a?os, he criado seis hijos y en la vida me he visto as¨ª¡ ?Como okupa!¡±. Mari dice que est¨¢ ¡°loca por irse¡± y casi no sale a la calle por no cruzarse con los vecinos. ¡°Me da m¨¢s miedo la gente del pueblo que los gitanos¡±, asegura. ¡°Ya nos han apedreado encapuchados por la noche y nos abuchean por la calle¡±.
Las 3.000 tambi¨¦n atrajeron maleantes, que montaron all¨ª sus negocios de menudeo de drogas y mercadeo de viviendas. Algunos de esos pisos se llegaron a anunciar en Wallapop: 1.200 euros por las llaves y el pinchazo de la luz y el agua o ¡°300 euros por una avitaci¨®n [sic] con derecho a toda la casa¡±. Building Center, propietaria de los inmuebles del grupo CaixaBank, instal¨® alarmas y puertas antiokupas seg¨²n vaciaba los apartamentos, pero las reventaban, las vend¨ªan como chatarra y volv¨ªan a entrar.
Hace un a?o que los conflictos vecinales por la ocupaci¨®n no son solo un problema que afecta a los pocos propietarios que resistieron en sus pisos. En estos meses han llegado nuevos okupas que han tomado otro bloque y se han multiplicado los incidentes.
El detonante para rebelarse contra los intrusos fue el robo de unos m¨®viles a unos chavales y luego el de una manguera de cobre que mantuvo a todos sin agua una tarde y que cost¨® m¨¢s de mil euros reponer. Despu¨¦s, hurtos en los comercios locales, intentos de ocupaci¨®n, tres intentos de robo en uno de los bares del pueblo... Los okupas de un bloque y otro, adem¨¢s, no pueden ni verse. Ante las quejas vecinales, la Guardia Civil reforz¨® su presencia. ¡°La situaci¨®n es insostenible¡±, asegura Aurora, una de las portavoces de Defiende Horche, la asociaci¨®n que acaban de crear los vecinos para exigir leyes m¨¢s duras al Gobierno y soluciones al banco. ¡°Hemos llegado a una situaci¨®n l¨ªmite y vamos perdiendo el miedo¡±.
Alarmados por el clima del pueblo vecino, al menos otros diez municipios de la regi¨®n han hecho pi?a para coordinar medidas contra los okupas presentes y futuros. En Cabanillas (10.000 habitantes) estudian v¨ªas legales contra los directivos de los bancos por ¡°dejaci¨®n de funciones; en Fontanar (2.400 vecinos) har¨¢n una modificaci¨®n fiscal para penalizar las 200 viviendas que tienen permanentemente vac¨ªas; otros muchos, como Alovera, creen que hace falta m¨¢s vigilancia de los activos vac¨ªos.
El desahucio ya planea sobre las familias okupas de Horche. Cada piso tiene ahora una causa judicial, seg¨²n un portavoz de CaixaBank, y hay, adem¨¢s, un procedimiento penal abierto cuyo lanzamiento podr¨ªa afectar a varios pisos de forma colectiva. La resoluci¨®n, de la Audiencia Provincial, se espera a finales de septiembre.
Los okupas no saben bien qu¨¦ hacer con sus vidas si les obligan a salir. No todos tienen ad¨®nde ir, pero como ya advirtieron al alcalde en una manifestaci¨®n que le montaron en la entrada del Ayuntamiento: ¡°Un desalojo, otra ocupaci¨®n¡±.
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