Un exint¨¦rprete afgano en Espa?a: ¡°Lo peor todav¨ªa no ha llegado, va a empezar la masacre¡±
Daryuosh Mohammadi reclama junto a otros traductores que trabajaron para las tropas espa?olas que el Gobierno evac¨²e a sus familias
El caos y la angustia reinaban el pasado jueves en casa de Daryuosh Mohammadi. Este exint¨¦rprete afgano de 29 a?os colabor¨® con las fuerzas espa?olas entre 2009 y 2014. Lleg¨® a Espa?a ese mismo a?o, con la retirada de las tropas de su pa¨ªs. Sus padres, su hermana y sus dos hermanos se quedaron all¨ª. La toma por parte de los talibanes ha llenado de angustia a Mohammadi. ¡°Estoy sin ganas de comer, cuando veo v¨ªdeos me voy al ba?o y lloro solo¡±, dice sentado en el sof¨¢ de su piso en el madrile?o barrio de Entrev¨ªas. ¡°Lo peor todav¨ªa no ha llegado. Ahora va a empezar la masacre, ahora van a matar a much¨ªsima gente¡±.
El drama de los int¨¦rpretes afganos atrapados en Kabul que el Gobierno espa?ol sigue expatriando se une a los que llevan a?os en Espa?a, pero dejaron all¨ª a sus familias. La de Mohammadi es originaria de Ghorband, un distrito en la provincia de Parwan. Huyeron hace una semana a la capital (a unos 100 kil¨®metros). Escaparon gracias a un amigo de infancia de Mohammadi, miembro de los insurgentes, que les ayud¨® en su traslado. ¡°Me dijo: ¡®Si te pillo te tengo que matar por ser de ellos¡¯. Pero me ayud¨®, aunque sus l¨ªderes no saben que ¨¦l tiene contactos conmigo¡±. A su hermana, de 16 a?os, le faltaban dos asignaturas para acabar el bachillerato. Por ahora, ya no puede volver a la escuela. Cuando los insurgentes conquistaron su distrito, compr¨® por primera vez un burka.
Junto a otros int¨¦rpretes afganos en Espa?a, Mohammadi ha incluido en una lista los nombres de sus familiares y los de su esposa, que entregaron hace una semana al Estado Mayor de la Defensa. Tras unos d¨ªas de silencio y con la frustraci¨®n de no saber si pod¨ªan ser evacuados, los familiares directos del traductor han entrado este lunes en el aeropuerto de Kabul a la espera del avi¨®n que los lleve a Espa?a. Las autoridades espa?olas se pusieron en contacto con su hermana para avisarles de que pod¨ªan acudir al aer¨®dromo. En cambio, la familia de su esposa todav¨ªa no ha recibido notificaciones. Su miedo es que los insurgentes puedan vengarse con ellos por ser parientes de un exint¨¦rprete que trabaj¨® para las tropas extranjeras: ¡°Es por mi culpa. Los que no han trabajado o no han tenido contacto con extranjeros pueden estar a salvo, pero los que hemos tenido contacto no lo estamos¡±.
La mayor¨ªa de estas familias se ha desplazado desde provincias muy lejanas. Si no los evac¨²an, el regreso los condenar¨ªa a una ¡°muerte segura¡±, insiste Mohammadi. ¡°En cuanto salieron les habr¨¢n ocupado la casa o se la habr¨¢n quemado. Ya saben que esta gente ha salido, para ellos son pecadores, son traidores¡±. Hasta el momento, nueve exint¨¦rpretes se encuentran con sus familias en la base a¨¦rea de Torrej¨®n de Ardoz (Madrid), habilitada como centro de acogida de los ciudadanos afganos, cuenta Mohammadi. El extraductor ha asegurado que las familias de otros compa?eros tambi¨¦n han sido contactadas para ser evacuadas.
Considera una gran mentira el mensaje de ¡°moderaci¨®n¡± lanzado por los talibanes. Un informe de la ONU desmiente las garant¨ªas de seguridad dadas a los excolaboradores de tropas internacionales o miembros del antiguo Gobierno. Hay testimonios que demuestran que los buscan puerta por puerta. Por ello, en tan solo una semana su familia ha cambiado tres veces de escondite, en sitios cercanos y en las inmediaciones del aeropuerto de Kabul, para poder salir enseguida si les evac¨²an. Con ellos se comunica a trav¨¦s de Messenger, pero no conf¨ªa en las videollamadas: ¡°La inteligencia de los talibanes est¨¢ muy avanzada¡±.
Sentado en el sof¨¢ naranja, busca en su m¨®vil fotos de cuando todav¨ªa viv¨ªa en Afganist¨¢n. Ampl¨ªa una imagen a los 20 a?os, con su uniforme. En otra imagen, aparece al lado de dos soldados espa?oles, entre sus mejores amigos en esos a?os. Su esposa descansa en otra habitaci¨®n del piso. Mohammadi explica que est¨¢ deprimida por lo que puede pasarle a su familia. Pese a llevar varios a?os en Espa?a, no olvida el horror perpetrado por los talibanes.
Mohammadi todav¨ªa no se explica qu¨¦ ha fallado: ¡°Si me preguntan de d¨®nde soy, digo de Afganist¨¢n, pero luego pienso que ya no existe. Toda esa civilizaci¨®n, todo lo que se ha hecho por las mujeres, ha desaparecido en un d¨ªa. Me parece horroroso¡±. Recuerda un restaurante donde sol¨ªa comer cuando estudiaba en la Universidad de Kabul. A menudo ped¨ªa un plato t¨ªpico, el kabul palaw, a base de arroz, pasas, zanahorias y cordero. En las paredes exteriores ten¨ªa ¡°pintadas de mujeres rom¨¢nticas¡±. Hace unos d¨ªas, vio una foto de este restaurante y los talibanes tapando las caras de las mujeres pintadas: ¡°Fue un shock¡±.
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