Un mes en coma tras la brutal paliza de los Hermanos Koala
Los padres de Alexandru, el joven al que una banda violenta abri¨® la cabeza en Amorebieta, se aferran al hilo de vida de su hijo
¡°No hay odio, solo dolor, mucho dolor¡±, dice Eugen Ionita mientras abraza la fotograf¨ªa de su hijo, Alexandru. Despu¨¦s de un mes en coma por la paliza brutal que le propinaron una veintena de pandilleros de los Hermanos Koala, una banda de Barakaldo que se dedica a robar y dar palizas en manada, las opciones de sobrevivir del joven rumano de 23 a?os que resid¨ªa en Lemona, Bizkaia, se agotan. Lleg¨® al Hospital de Cruces la noche del 25 de julio con la cabeza abierta. Se debate entre la vida y la muerte con una parte del cerebro muy da?ada y con dolores que obligan a los m¨¦dicos a sedarle para que no sufra.
Despu¨¦s de varias intervenciones, pero sin vendas en la cabeza, Alex parece estar so?ando. Junto a ¨¦l dormita su madre, Ana Claudia, que no le ha abandonado ni un minuto los apenas cuatro d¨ªas que ha estado en planta. La direcci¨®n del hospital de Cruces le ha permitido dormir junto a ¨¦l estos d¨ªas. El pasado mi¨¦rcoles mientras Eugen recordaba en Basauri las ¨²ltimas horas con ?lex, Ana Claudia le cuidaba como pod¨ªa. El jueves fue trasladado, otra vez de urgencia, a cuidados intensivos. Sus padres se aferran al ¨²ltimo hilo de vida de su hijo. ¡°El primer d¨ªa el cuerpo me ped¨ªa salir a buscar a los animales que le pegaron¡±, dice Eugen con l¨¢grimas en los ojos: ¡°Ahora solo quiero que se queden mucho tiempo en la c¨¢rcel, mucho. Que no puedan hacer esto a nadie m¨¢s¡± imploran sus profundos ojos azules: ¡°Que esto sirva al menos para algo¡±.
A lo largo de este mes, la causa que se sigue en el juzgado de Durango contra los agresores ¡ªde momento quince detenidos, m¨¢s de la mitad menores¡ª tambi¨¦n est¨¢ pendiente de c¨®mo evolucione el joven rumano. Los agresores se pueden enfrentar a las penas derivadas de una tentativa de homicidio si Alex sobrevive, a la que se podr¨ªan sumar delitos como pertenencia a grupo criminal y robo con violencia. Despu¨¦s de machacarle la cabeza le robaron. Pero cada d¨ªa que pasa est¨¢n m¨¢s cerca de la acusaci¨®n de homicidio si el joven muere, o incluso de asesinato, debido a las especiales caracter¨ªsticas de la agresi¨®n en la que una veintena de atacantes hicieron imposible que se defendiera. En el v¨ªdeo que grab¨® el ¨²ltimo de los detenidos se puede escuchar ¡°matadle, matadle¡±, que arengaba uno de los participantes en la brutal paliza que se desarroll¨® durante un botell¨®n en un parque de la zona de Jauregiberria, en Amorebieta. Y adem¨¢s todos ellos se enfrentar¨¢n a las indemnizaciones. En el caso de los menores ser¨¢n sus padres quienes tendr¨¢n que abonarlas.
Para Eugen, el peor agosto de su vida est¨¢ resultando, adem¨¢s, eterno. Mira la foto de su hijo y sus ojos se humedecen. Habla de ¨¦l, de c¨®mo era, de sus recuerdos y de las bromas que le gastaba, y se r¨ªe como si lo tuviera en frente. Sentado en una cafeter¨ªa en Basauri, recuerda la tarde que le vio sonriente por ¨²ltima vez: ¡°Me cort¨® el pelo. Brome¨®, me dijo que parec¨ªa m¨¢s joven. Despu¨¦s se despidi¨®, iba con unos amigos y amigas a dar una vuelta¡±. Esa noche no volvi¨® a casa y sospecha que aunque sobreviva, ya no vuelva a ser como era, nunca m¨¢s. Los m¨¦dicos especulan con que podr¨ªan quedarle graves secuelas si se produce el milagro de sobrevivir.
¡°Aquella noche le llam¨¦ por tel¨¦fono varias veces, y al d¨ªa siguiente, pero lo ten¨ªa apagado. Ya hab¨ªa sucedido alguna vez¡±, explica resignado. ¡°Luego me llam¨® un polic¨ªa y me pregunt¨® desde cuando no ve¨ªa a mi hijo. Lo siguiente fue decirme que estaba en coma en [el Hospital de] Cruces¡±.
El recuerdo de Alex permanece en Lemona. Hac¨ªa mucha vida en la calle. De repente estaba arreglando en un banco del centro la bicicleta con la que su padre iba a trabajar, como disfrutaba con sus amigos dando un paseo o de juerga. Ninguno de sus amigos quiere dar su nombre, por si acaso alguno de los Koala se libra y les busca. Pero s¨ª hablar¨¢n ante el juez de lo que vieron y de lo que piensan, sin tapujos. ¡°Son unos aprendices de asesinos, si les sueltan lo volver¨¢n a hacer¡±, dice una amiga de ?lex cargada de rabia por lo que ha sucedido: ¡°Ser¨ªa un fracaso que volvieran a lo ¨²nico que saben hacer, robar, pegar, amenazar¡±, dice, ¡°y ahora asesinar¡±. Uno de ellos llam¨® a la polic¨ªa cuando vio la paliza que le estaban dando y eso, de momento, le salv¨® la vida a ?lex. ¡°Tienen que juzgarlos a todos, a los que participaron y a los que animaban, aunque no le dieran ni una patada. Tambi¨¦n son culpables¡±, dice el padre de Alexandru.
Ese peque?o universo al este de Bilbao en el que se encuentran las localidades de Lemona, Amorebieta, Galdakao y Basauri ya tiene una terrible conexi¨®n con Ruman¨ªa. Alex viv¨ªa en Lemona y trabajaba en la construcci¨®n en Amorebieta, donde le dieron la brutal paliza. Eugen trabaja en Galdakao. Padre e hijo ten¨ªan previsto trabajar juntos a partir de septiembre con Estephan, que ejerce de traductor del padre de Alex. El proyecto de ambos era rehacer sus vidas y conseguir algo de dinero para construir una nueva en la ciudad transilvana de Alba Iulia, de donde llegaron hace unos a?os.
Eugen tiene que seguir trabajando para sobrevivir. No cuenta con ayudas y tienen gastos, m¨¢s ahora que su exmujer, Ana Claudia, madre de Alex, lleva cuatro semanas en Bilbao. El trabajo de ella estaba en Berl¨ªn. Tiene la suerte de que Estephan, que tiene una empresa de construcci¨®n especializada en reformas, les ha acogido en su casa.
A ?lex le gusta el f¨²tbol desde que jug¨® de cr¨ªo en Ruman¨ªa en categor¨ªas infantiles. ¡°Es un chaval responsable y trabajador, dar¨ªa todo a cambio de su vida¡±, susurra su padre.
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