El polic¨ªa que orden¨® la ¡®patada en la puerta¡¯, al juez: ¡°Lo f¨¢cil hubiera sido no hacer nada y retirarnos¡±
El agente justific¨® su decisi¨®n de irrumpir en una fiesta ilegal durante la pandemia en dos ¨®rdenes de Interior, seg¨²n su declaraci¨®n, a la que ha tenido acceso EL PA?S
El subinspector de la Polic¨ªa Nacional que, el pasado 21 de marzo, dirigi¨® el operativo que irrumpi¨® sin autorizaci¨®n judicial y tirando la puerta abajo en una fiesta privada ilegal que se celebraba en un piso de Madrid contraviniendo las medidas sanitarias del estado de alarma entonces vigor asegur¨® al pasado viernes al juez Jaime Serret, que instruye la causa por aquel suceso, que en todo momento consider¨® que su intervenci¨®n estaba amparada ¡°por la legalidad¡±. Seg¨²n recoge el audio del interrogatorio judicial, al que ha tenido acceso EL PA?S, el polic¨ªa, que compareci¨® como imputado, resalt¨® que tanto el Ministerio del Interior como la propia Direcci¨®n General de la Polic¨ªa hab¨ªan emitido sendas ¨®rdenes internas en las que se instaba a los agentes a adoptar ¡°todas las medidas necesarias¡± para que se respetaran las restricciones acordadas por el Gobierno para minimizar el riesgo de expansi¨®n del coronavirus.
En agente se refiri¨® expresamente en el interrogatorio a una orden dictada por la Direcci¨®n Adjunta Operativa de la Polic¨ªa el pasado 16 de marzo, solo cinco d¨ªas antes del suceso, y a una orden de Interior publicada en el Bolet¨ªn Oficial del Estado (BOE) al inicio de la pandemia. En la primera, que los agentes tambi¨¦n citaban en el atestado policial que levantaron tras su actuaci¨®n, se instaba de manera gen¨¦rica a los agentes a garantizar ¡°la eficacia y cumplimiento¡± de las medidas de seguridad sanitarias contra la pandemia en las reuniones privadas sin detallar instrucciones sobre el acceso a espacio cerrados sin autorizaci¨®n judicial. ¡°Eran unos principios generales¡±, admiti¨® el subinspector ante el magistrado. En la segunda, el departamento de Fernando Grande-Marlaska se?alaba que ¡°el incumplimiento o resistencia a las ¨®rdenes de la autoridad¡± pod¨ªan constituir un delito. ¡°Lo f¨¢cil hubiera sido no hacer absolutamente nada y retirarnos¡±, explic¨® el agente durante su comparecencia. Tras o¨ªrle a ¨¦l y los otros cinco polic¨ªas que intervinieron aquel d¨ªa, el juez ha acordado procesar a todos ellos por un delito de allanamiento de morada.
El subinspector de polic¨ªa, que en todo momento asumi¨® que la decisi¨®n de tirar la puerta abajo fue suya como m¨¢ximo responsable del operativo, detall¨® al juez que tanto ¨¦l como los otros agentes acudieron al piso de la calle Lagasca donde sucedieron los hechos tras recibirse un aviso en el 091, n¨²mero de emergencias de la polic¨ªa, por la existencia de fuertes ruidos procedentes del interior que imped¨ªan dormir a los vecinos. El agente detall¨® que ya cuando sub¨ªan por la escalera del inmueble hacia el segundo piso, donde estaba la vivienda, oyeron ¡°gritos, jaleos, golpes en distintos idiomas¡± y que estos solo cesaron cuando golpearon la puerta tras no obtener respuestas a sus primeras llamadas con el timbre. ¡°Les solicitamos que abran la puerta a los efectos de salir al rellano e identificarse, porque en ning¨²n momento nuestra intenci¨®n era entrar en el interior del domicilio¡±, se?al¨® el agente. Y a?adi¨® que hab¨ªan tenido que acudir en otras muchas ocasiones a fiestas que estaban molestando a los vecinos durante el estado de alarma: ¡°Jam¨¢s se nos ocurrir¨ªa entrar¡±. ¡°Es una diligencia relativamente sencilla que se soluciona muy, muy r¨¢pido¡±, a?adi¨®.
El agente afirm¨® que, ante la negativa de los ocupantes a salir e identificarse para proponerles para sanci¨®n por incumplir las normas del estado de alarma, decidi¨® entrar en la vivienda al considerar que se estaba cometiendo ¡°un delito flagrante¡± de desobediencia. ¡°Consideramos que no hab¨ªa otro m¨¦todo de hacer cumplir la ley¡±, asegur¨® al juez, al que pas¨® a detallar que, tras intentar forzar la cerradura mediante dos m¨¦todos que provocaran menos da?os materiales en la puerta, optaron por tirarla con un ariete. ¡°Era la ¨²ltima v¨ªa para nosotros¡±, asegur¨® para reiterar poco despu¨¦s su convencimiento de que ¡°est¨¢bamos amparados para actuar de aquella manera¡±.
¡°?En alg¨²n momento entendi¨® que estas personas estaban prestando su consentimiento para abrir, para tirar la puerta abajo?¡±, le pregunt¨® el juez Serret. ¡°No sab¨ªamos si aquella persona que nos dec¨ªa que no sal¨ªa y que no iban a abrir [la joven que aparece en el primer v¨ªdeo difundido hablando con los agentes a trav¨¦s de la puerta y neg¨¢ndose a dejarles entrar si no llevaban una orden judicial] era el titular de la vivienda o una persona ajena, ni lo que estaba ocurriendo en el interior¡±, fue la respuesta del agente. ¡°El hecho de no abrir la puerta despu¨¦s de media hora implica que no quer¨ªan abrir¡±, replic¨® el magistrado, antes de a?adir a modo de resumen: ¡°Sabe que no ten¨ªa autorizaci¨®n judicial, sabe que no ten¨ªa el consentimiento de esta persona y usted considera que estaban cometiendo un delito flagrante para justificar su entrada¡±. ¡°A nuestro criterio, s¨ª¡±, recalc¨® el polic¨ªa
El magistrado tambi¨¦n pregunt¨® al subinspector si no se plante¨®, en lugar de entrar tirando la puerta abajo, permanecer en la puerta a esperar que los ocupantes salieran. ¡°Hay unas personas que est¨¢n dentro, no sabemos ni la cantidad, que pod¨ªan ser 30 por la m¨²sica y el ruido que hac¨ªan [finalmente eran 14], y como responsable cre¨ªa que apostar una patrulla [dos agentes] en la puerta a esperar a que salgan es poner en riesgo a esos polic¨ªas¡±, se?al¨® el subinspector, que a?adi¨® que la situaci¨®n pod¨ªa derivar ¡°o en la lesi¨®n de los agentes o en la impunidad de los infractores¡±.
El jefe del operativo policial recalc¨® en varias ocasiones que la vivienda era un piso tur¨ªstico y detall¨® al juez varios indicios de que as¨ª era: desde la falta de un nombre en el buz¨®n o la numerosa ¡°publicidad y papeles¡± que se acumulaba en el interior de este, hasta el testimonio de los vecinos que aseguraban que en aquel piso no resid¨ªa nadie de modo permanente y que solo serv¨ªa para celebrar fiestas de jueves a domingo. ¡°Por todo lo que ve¨ªa no consideraba que fuera una vivienda¡±, dijo al juez. ¡°?Usted no considera que los pisos tur¨ªsticos son vivienda?¡±, le pregunt¨® entonces el magistrado. ¡°S¨ª, si se usa para morar, no si se usa puntualmente para hacer fiestas con un grupo de amigos¡±, fue la respuesta del agente.
M¨¢s adelante, el subinspector a?adi¨® que ninguno de los ocupantes dijo tras la detenci¨®n que aquel piso fuera su residencia y recalc¨® que el que result¨® ser el arrendatario (y que ha presentado la querella contra ellos y ha aportado un contrato de alquiler del piso por un a?o) incluso facilit¨® como domicilio una direcci¨®n en Londres. Cuando salt¨® la pol¨¦mica d¨ªas despu¨¦s del suceso, el Ministerio del Interior defendi¨® que los agentes hab¨ªan intervenido dentro de la legalidad y esgrimi¨® que la vivienda ¡°no constituir¨ªa morada¡± al tratarse supuestamente de un inmueble tur¨ªstico y que, por tanto, no era necesaria la autorizaci¨®n judicial para entrar. Este argumento fue rechazado p¨²blicamente por numerosos juristas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.