La crisis de Turingia: as¨ª resolvi¨® Alemania la ¨²nica brecha del cord¨®n sanitario a la ultraderecha
La elecci¨®n de un candidato regional con los votos de Alternativa para Alemania provoc¨® un terremoto pol¨ªtico en 2020 que se sald¨® con un pacto para dejar gobernar a La Izquierda
En Alemania no hay dilema que valga con la ultraderecha. Hace a?os que se super¨® la disyuntiva entre mantener f¨¦rreos controles sanitarios y pactar con este tipo de formaciones ¡ªcomo ocurri¨® el jueves en Castilla y Le¨®n, donde PP y Vox han cerrado un acuerdo de gobierno¡ª. Eso hace que el partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD) est¨¦ completamente aislado en la arena pol¨ªtica pese a ser el m¨¢s votado en dos regiones del este en las elecciones de septiembre.
El cord¨®n sanitario no consiste ¨²nicamente en que las otras fuerzas pol¨ªticas alemanas rechacen incluir a la ultraderecha en una coalici¨®n; el mero hecho de sentarse a hablar con ella se considera un tab¨². Ni se negocia con AfD, ni se usan sus votos para facilitar gobiernos regionales. Solo se ha producido una brecha desde que esta formaci¨®n entr¨® por primera vez en el Parlamento alem¨¢n, en septiembre de 2017, con el 12,6% de los votos. La llamada crisis de Turingia provoc¨® un esc¨¢ndalo nacional y se llev¨® por delante la carrera pol¨ªtica de la mujer que estaba llamada a suceder a Angela Merkel al frente de los democristianos.
Ocurri¨® en febrero de 2020. Tras las elecciones en el Estado oriental de Turingia, los votos de la CDU de Angela Merkel y los de AfD se sumaron para elegir primer ministro al candidato liberal, Thomas Kemmerich. Aquella votaci¨®n romp¨ªa por primera vez el consenso de los partidos democr¨¢ticos vigente desde la posguerra, lo que abri¨® la caja de los truenos de la pol¨ªtica nacional. La consternaci¨®n que caus¨® el hecho de que se beneficiara de los votos de la extrema derecha lo oblig¨® a dimitir. El flamante l¨ªder de Turingia apenas dur¨® 24 horas en el cargo.
La crisis se sald¨® con la elecci¨®n del candidato de Die Linke (La Izquierda), el partido heredero del poscomunismo, que hab¨ªa ganado los comicios con el 30% de los votos, seguido de AfD, con un 24%. La CDU acept¨®, o m¨¢s bien toler¨®, un Gobierno de izquierdas para aislar a la ultraderecha, pese a que anteriormente tambi¨¦n exclu¨ªa cooperar con Die Linke. El l¨ªder de los poscomunistas, Bodo Ramelow, antiguo sindicalista y jefe de Gobierno de Turingia en la anterior legislatura, sigue gobernando en la regi¨®n.
La grieta del cord¨®n sanitario se cerr¨®, pero la crisis precipit¨® la ca¨ªda de Annegret Kramp-Karrenbauer, entonces presidenta de la CDU y la favorita para suceder a Merkel como canciller. El esc¨¢ndalo la dej¨® muy debilitada. Parte del partido en Turingia vot¨® contra sus directrices y ella qued¨® desautorizada como l¨ªder, por lo que renunci¨® a su candidatura como futura canciller.
AfD, que obtuvo el 10,3% de los votos en las ¨²ltimas elecciones generales, el pasado septiembre, est¨¢ bajo vigilancia de los servicios secretos internos alemanes, que consideran a la formaci¨®n un peligro para la democracia. Esta semana, un tribunal de Colonia ha respaldado la decisi¨®n de considerar formalmente a AfD un partido sospechoso de radicalizaci¨®n, lo que se traduce en que los servicios de inteligencia podr¨¢n vigilar sus comunicaciones e incluso infiltrar informantes entre los cuadros de la organizaci¨®n. El a?o pasado, el mismo tribunal congel¨® temporalmente esa clasificaci¨®n coincidiendo con el periodo electoral despu¨¦s de la protesta de AfD.
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