El h¨¦roe del Pisuerga busca trabajo
El eritreo Sied Muhamed, un joven sin hogar, rescat¨® a un hombre que se ahogaba en Valladolid y ahora conf¨ªa en que la repercusi¨®n del caso le ayude a encontrar un empleo
Sied Muhamed tiene 22 a?os, naci¨® en Eritrea y ha vivido muchas vidas, ninguna sencilla, desde que abandon¨® su pa¨ªs a los 14. Hace una semana salv¨® otra: la de un hombre de 24 a?os que hab¨ªa ca¨ªdo al r¨ªo Pisuerga, en Valladolid, y se estaba ahogando; Muhamed se lanz¨® al agua mientras la gente grababa con el m¨®vil. Ahora se encoge de hombros cuando se le pregunta por su heroicidad y remite a su madre, su referente: ¡°Ella me ense?¨® a hacer las cosas bien¡±. A ¨¦l, que lleg¨® a la ciudad como menor extranjero no acompa?ado y que duerme en la calle o en el albergue municipal cuando no tiene ingresos, lo han colmado de alabanzas. Pero Muhamed reh¨²ye los elogios. Con un trabajo le vale. De lo que sea. Pero que le permita andar un camino m¨¢s f¨¢cil que el que ha recorrido hasta ahora.
El eritreo habla con tranquilidad, delante de un caf¨¦ que pide ¡°muy caliente¡± en una g¨¦lida ma?ana vallisoletana, sobre c¨®mo se arriesg¨®. Gesticula y abre mucho los ojos al explicar que la noche del lunes 28 de marzo estaba caminando y escuchando m¨²sica junto al puente Condesa Eylo, cuando vio revuelo. Sorprendido, se quit¨® los auriculares y escuch¨® un grito: ¡°?Lo he visto tirarse!¡±. Alguien se hab¨ªa precipitado al Pisuerga y, mientras un grupo de personas grababa la escena con sus m¨®viles, ¨¦l corri¨®. Corri¨® hasta la orilla. Localiz¨® ¡°una capucha negra que se iba para abajo¡±. Salt¨® al agua en una zona de muchas corrientes. Nad¨®, agarr¨® y regres¨® a la orilla, donde lo ayudaron a izar al rescatado, que pronto fue atendido por tres polic¨ªas. El tiempo de espera hasta que el hombre respir¨® de nuevo tras salir del r¨ªo se hicieron eternos. Por fin, bocanada, aunque permanece desde entonces hospitalizado. La buena obra estaba hecha y Sied, como si nada, se esfum¨®, empapado, hacia la casa de un colega. Al d¨ªa siguiente estaba narrando su gesta en el Ayuntamiento.
All¨ª, algo abrumado por los focos, musit¨® que le bastaba con un empleo para seguir mandando dinero a su familia y asentarse en Espa?a. Muhamed, delgado y muy sonriente, ha recibido ya varias ofertas para trabajar. ¡°No pens¨¦ en nada, tan solo en salvar una vida¡±, argumenta alguien que sabe muy bien lo que es estar a punto de perderla. Apenas era un adolescente cuando parti¨® de Eritrea buscando el futuro que su tierra le negaba. Lo hizo andando, solo. Una semana despu¨¦s recal¨® en Sud¨¢n, donde pas¨® un a?o como camarero y padeci¨® la miseria y la maldad de las mafias. Incluso pas¨® temporadas en la c¨¢rcel porque, afirma, ¡°la polic¨ªa es corrupta y detiene a los inmigrantes¡±. Y mientras, se?ala para acreditarlo un disparo que recibi¨® en una pierna. Logr¨® huir a Libia y, con sus pocos ahorros, subir a una patera hacia Italia. Del mar lo sac¨® un barco de la Cruz Roja, que lo dej¨® en la isla italiana de Sicilia. Tras unos meses all¨ª, fue enviado a Valladolid en 2017, con 17 a?os y sin saber ubicar Espa?a en el mapa.
Estas crudas experiencias que sufri¨® siendo poco m¨¢s que un ni?o lo han curtido. Su determinaci¨®n al saltar al Pisuerga a salvar a otro ha hecho que lo reconozcan por la calle, algo inaudito para ¨¦l, que ha llegado a dormir ¡°entre mantas¡±, invisibilizado debajo de un puente. Dos mujeres que pasean por el cauce del r¨ªo sonr¨ªen amablemente al verlo se?alar el punto del rescate y le dedican un sincero ¡°gracias¡± que hace que el joven africano hinche un poco el pecho. Un hombre pasa a su lado y lo agarra del brazo, sin decir nada antes de seguir su rumbo, algo que en el escueto lenguaje no verbal vallisoletano puede ser casi una reverencia. Uno de los polic¨ªas que acudi¨® al Pisuerga la noche de los hechos, Julio C¨¦sar G¨®mez, muestra tambi¨¦n su admiraci¨®n por el improvisado rescatador y subraya que el r¨ªo ¡°es traicionero y peligroso como para tirarse a por un bulto que se hunde¡±, sobre todo de noche. El agente pas¨® por casualidad junto al puente con una compa?era, los gritos de la gente hicieron que bajara a la ribera y desde ah¨ª vio al salvador nadando y arrastrando un cuerpo. Tras sacarlos, estuvieron unos cinco minutos reanimando al joven hasta que tosi¨® ¨D¡°y todos suspiramos¡±, cuenta el agente¨D. Cuando le pusieron una manta y fueron a darle otra al rescatador, este ya se hab¨ªa marchado.
¡°La gente siempre ha sido buena conmigo¡±, valora unos d¨ªas despu¨¦s de aquello el eritreo, agradecido con la Fundaci¨®n Intras, que trabaja con personas desfavorecidas y gestiona el albergue en el que duerme estos d¨ªas. El siguiente cap¨ªtulo de las aventuras de Muhamed, conf¨ªa ¨¦l, pasa por la estabilidad. Los permisos laborales y de residencia est¨¢n desde hace tiempo en orden, listos para que pueda ¡°trabajar de d¨ªa y estudiar de noche¡±. ¡°Tengo la cabeza abierta para trabajar, aprendo r¨¢pido, lo importante es que sea algo un poco fijo¡±, dice. Hasta ahora ha alternado contratos temporales en el campo con ¨¦pocas parado en verano. De fondo, el af¨¢n de seguir enviando dinero a casa. De momento, Intras le est¨¢ preparando un informe con todas sus apariciones medi¨¢ticas tras lo ocurrido. Pronto lo enviar¨¢n a su madre a Eritrea, que podr¨¢ leer que su hijo es un h¨¦roe.
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