Las 24 horas de b¨²squeda del Quinqui Medrano, el compinche de El Lute que acab¨® en un mont¨®n de madera
Los tribunales se acaban de pronunciar sobre el final del que fue conocido como enemigo p¨²blico n¨²mero dos en los a?os sesenta. El polic¨ªa nacional que lider¨® la investigaci¨®n por su desaparici¨®n en 2015 relata el caso
Dos mujeres se presentaron el d¨ªa de Reyes de 2015 en la comisar¨ªa de Calatayud (Zaragoza) con una foto y una denuncia. Raimundo, el marido de una de ellas, Mari Carmen, hab¨ªa desaparecido la v¨ªspera y no eran capaces de encontrarlo. La pareja de sexagenarios viv¨ªa en esa localidad desde hac¨ªa algo m¨¢s de un a?o. En un municipio en el que se conocen casi todos los vecinos, aunque sea de vista, a los agentes no les sonaba de nada la mujer que ten¨ªan delante. La otra, que era su hija, se hab¨ªa trasladado el d¨ªa anterior desde Barcelona, donde viv¨ªa, ante una llamada de su madre en la que la advert¨ªa de que no encontraba a su padre. La se?ora narr¨® a los agentes de la oficina de denuncias que el hombre, con serios problemas de visi¨®n, se hab¨ªa esfumado de su casa el d¨ªa anterior, cuando ella hab¨ªa salido para ir al centro m¨¦dico y, desde entonces, lo hab¨ªan estado buscando. Al no dar con su paradero, decidieron recurrir a la polic¨ªa. El agente llam¨® al jefe de guardia, el oficial Robles, quien interrumpi¨® la comida familiar y se dirigi¨® a la comisar¨ªa.
Lo primero que le extra?¨® al oficial fue que las dos mujeres hubiesen tardado tanto en acudir a ellos. En invierno, el fr¨ªo en Calatayud es helador, y m¨¢s de noche. Adem¨¢s, su casa, donde la esposa del desaparecido lo hab¨ªa visto por ¨²ltima vez, estaba en una zona escarpada, y la movilidad del hombre era reducida debido a sus problemas de vista. Ellas le explicaron que confiaban en que ser¨ªan capaces de encontrarlo por s¨ª mismas. Al calificarlo como un caso de alto riesgo, el oficial Robles reuni¨® en media hora a efectivos de Protecci¨®n Civil, la Polic¨ªa Local y la Polic¨ªa Nacional y se desplegaron para tratar de dar con su paradero. Cuando los equipos se marcharon, madre e hija se dispon¨ªan a volver a casa cuando el jefe de la investigaci¨®n las fren¨®: ¡°Yo voy con ustedes, quiero inspeccionar el ¨²ltimo lugar en el que se le vio¡±.
La esposa se extra?¨®, seg¨²n observ¨® el agente, pero no puso inconveniente. Con el veh¨ªculo del polic¨ªa subieron la cuesta que conduc¨ªa a la casa-cueva en la que viv¨ªa el matrimonio, casi en lo alto de un cerro. All¨ª les esperaba el resto de la familia: el yerno de la se?ora, y su otro hijo con su nuera, que viv¨ªan en Guadalajara. Tambi¨¦n estaban los nietos de la mujer. Casi todos se quedaron en una estancia con los ni?os, mientras el polic¨ªa ojeaba la vivienda, a la que se acced¨ªa por un peque?o patio con plantas y cuerdas de tender a un sal¨®n, escaso de mobiliario, con una foto en la que el agente no repar¨®.
A la derecha, la cocina y, al fondo, el dormitorio con una mesilla a cada lado, un par de zapatillas de andar por casa y s¨¢banas de color blanco. Cuando el oficial se acerc¨® a una de las mesitas, la mujer se apresur¨® a abrir el caj¨®n para explicar que all¨ª hab¨ªa medicinas y poco m¨¢s. Despu¨¦s, se fij¨® en una ¨²ltima puerta. En este tipo de construcciones, los moradores van abriendo hueco en la monta?a para ganar estancias. Desde el umbral, ella le ense?¨® un cuartucho sucio en el que guardaba le?a.
Tras esa breve visita, el polic¨ªa les pidi¨® que estuvieran atentos al tel¨¦fono y les asegur¨® que les informar¨ªa de cualquier novedad. Sali¨® a la calle en un g¨¦lido d¨ªa de Reyes en Calatayud y habl¨® por tel¨¦fono con los miembros del operativo de b¨²squeda. Ning¨²n resultado, ninguna pista, nadie hab¨ªa visto a un se?or medio ciego en un municipio de 20.000 habitantes.
¡°Entonces sub¨ª al cerro, all¨ª a lo alto¡±, dice el oficial Robles se?alando a la cumbre de una colina desde la que se divisa toda la localidad. ¡°Llam¨¦ a mi jefe y le dije: ¡®Esto no me huele bien, hay algo que no cuadra, voy a volver a la casa¡±. El jefe le pregunt¨® si iba a volver ¨¦l solo. ¡°S¨ª, claro, ya he estado antes ah¨ª¡±, respondi¨® ¨¦l. Mont¨® en su coche y, cuando lleg¨® a la casa-cueva, se encontr¨® con algo que no esperaba. La familia estaba metiendo sus pertenencias en dos coches, preparados para irse. La mujer del desaparecido, Mari Carmen, estaba montada en uno de ellos. Cuando vieron llegar al agente, la situaci¨®n se tens¨® y tuvo que pedir refuerzos para conseguir que volvieran a la casa.
Los siguientes minutos, se vivi¨® un peque?o caos. Los agentes empezaron a identificar a todos y a buscarlos en sus bases de datos. En el momento en el que, desde comisar¨ªa, un compa?ero inform¨® de que uno de los hijos est¨¢ en busca y captura, se dieron cuenta de que acababa de salir a la calle gritando el nombre de su padre. Cuando quisieron atraparlo, el hombre ech¨® a correr y se perdi¨® en la oscuridad.
Entonces, el oficial Robles tom¨® la decisi¨®n de hablar a solas con la esposa en la cocina. Ella, sentada en una silla verde con un coj¨ªn naranja. ¡°Mari Carmen, sabes que aqu¨ª hay algo que no nos est¨¢s contando. Mira en qu¨¦ situaci¨®n estamos. Tu marido no aparece por ning¨²n lado, tu hijo huido, a tu hija le ha dado un ataque de ansiedad... Vamos a aclarar esto de una vez, por favor¡±, le dijo a la mujer. Ella le dijo: ¡°De acuerdo, le voy a decir la verdad¡±. El oficial Robles presinti¨® que se acercaba el punto final de esta historia.
¡°Mi marido me trata muy mal, me enga?a, pero no quer¨ªa que lo supieran mis hijos por verg¨¹enza. Hace unas semanas, cuando sal¨ªamos del supermercado, vimos una furgoneta en la que pon¨ªa afilador y en la que iban dos chicas rumanas. Mi marido se puso a hablar con ellas ese d¨ªa, y varias veces m¨¢s, hasta me las meti¨® en casa. Y yo tuve que aguantar eso. El d¨ªa que desapareci¨®, cuando yo sal¨ªa de casa, volv¨ª a ver esa furgoneta cerca. Yo creo que se ha ido con ellas, pero no quiero que lo sepan mis hijos¡±, cont¨®.
Despu¨¦s de este relato, el oficial Robles no crey¨® que fuera el punto final. Pero, por muy rocambolesca que le pareciera la historia, la misi¨®n de un polic¨ªa es comprobar todas las hip¨®tesis. Llam¨® al jefe de seguridad del supermercado y le pidi¨® que revisara lo antes posible las c¨¢maras para comprobar si se ve¨ªa en las im¨¢genes del d¨ªa que indicaba la mujer, o los m¨¢s pr¨®ximos, esa furgoneta de la que hablaba. En media hora tuvo una respuesta: negativo. Ni sal¨ªa en las im¨¢genes ni ning¨²n guardia de seguridad recordaba un veh¨ªculo as¨ª.
En ese momento, decidi¨® llevar a toda la familia a comisar¨ªa. All¨ª, habl¨® detenidamente con su jefe. Los dos concluyeron lo mismo: no les estaban diciendo la verdad. Ambos acordaron una estrategia: le pedir¨ªan ayuda a la hija, la persona con la que m¨¢s afinidad ten¨ªa la mujer, para que les permitiera dar con la verdad. Ella, en un principio, se revolvi¨® cuando se lo dijeron, pero acab¨® comprendiendo que la historia de la desaparici¨®n de su padre no cuadraba. Los polic¨ªas escoltaron a la familia de vuelta a la casa y permanecieron de guardia en los alrededores toda la noche, sin que ellos lo supieran, a varios grados bajo cero.
En mitad de la madrugada, una llamada sobresalt¨® la quietud de la comisar¨ªa. El polic¨ªa que respondi¨® oy¨® una voz femenina que le indic¨® una direcci¨®n y le pidi¨® que acudieran. Era la casa-cueva de Mari Carmen. A los dos minutos, una nueva llamada. En esta ocasi¨®n, el agente escucha a la misma mujer decir: ¡°Que lo ha matado ella...¡±. En un parpadeo, todos los polic¨ªas de guardia y, por supuesto, el oficial Robles, acudieron a la vivienda. Gracias a la hija, esta vez s¨ª, parec¨ªa que Mari Carmen estaba dispuesta a contar toda la verdad.
¡°Mi marido me maltrata, me pega, me humilla. Ese d¨ªa me despert¨¦ harta. Mientras ¨¦l a¨²n dorm¨ªa, cog¨ª la pistola y le pegu¨¦ un tiro en la cabeza. No pudo ni reaccionar. Despu¨¦s, envolv¨ª su cuerpo en una manta, lo saqu¨¦ ah¨ª, al patio, y le prend¨ª fuego. Me sent¨¦ en la escalerita, pero al verlo arder, me arrepent¨ª. No pod¨ªa ver c¨®mo se quemaba. Hice hueco entre los maderos que hay en la habitaci¨®n del fondo, lo envolv¨ª en pl¨¢sticos y lo cubr¨ª con la madera¡±, explic¨®.
¡°?Y ahora est¨¢ ah¨ª?¡±, pregunt¨® el polic¨ªa mirando hacia la estancia que el d¨ªa anterior ella le hab¨ªa ense?ado de forma somera alegando que estaba sucia. Ella asinti¨® y se dirigi¨® a la cocina. Cogi¨® un martillo y se subi¨® a la silla naranja en la que el d¨ªa anterior hab¨ªa contado la historia de las rumanas de la furgoneta. Empez¨® a picar una estructura de escayola que hab¨ªa hecho en un hueco del techo. All¨ª estaba escondida la pistola. Tambi¨¦n indic¨® que detr¨¢s de la mesilla de noche estaba el agujero que hab¨ªa dejado la bala y que ella hab¨ªa rellenado tambi¨¦n con escayola. Despu¨¦s, lleg¨® el momento de buscar el cuerpo.
No tardaron mucho en apartar la le?a, los pl¨¢sticos sobresal¨ªan entre la madera. All¨ª estaba el cad¨¢ver. Lo sacaron y lo llevaron al sal¨®n. A¨²n llevaba puesto el reloj en la mu?eca izquierda y se apreciaba perfectamente el orificio de la bala. Fue entonces cuando uno de los agentes se dirigi¨® al oficial Robles y se?al¨® a la fotograf¨ªa en blanco y negro colgada en la pared, en la que se ve a dos hombres fingiendo que boxean y miran a c¨¢mara. ¡°Ese de ah¨ª es El Lute. Yo creo que este es el Quinqui Medrano¡±, le solt¨®. ¡°Venga ya¡±, respondi¨® el oficial.
La mujer qued¨® detenida y la trasladaron al calabozo. All¨ª, Robles pudo hablar con ella. No se resisti¨® a hacerle la pregunta: ¡°Tu marido, Ramiro, ?es el Quinqui Medrano?¡±. ¡°S¨ª¡±, respondi¨® ella, ¡°el enemigo p¨²blico n¨²mero dos¡±. Medrano hab¨ªa sido el compa?ero de tropel¨ªas de El Lute, el delincuente por antonomasia de Espa?a en los a?os sesenta y setenta, protagonista de centenares de hurtos y atracos y de fugas de prisi¨®n, y tambi¨¦n culpable de la muerte de una ni?a y de un vigilante en una de sus huidas de la polic¨ªa. Tras confesarle qui¨¦n era su marido, ella se levant¨® la camiseta y le ense?¨® quemaduras de plancha en la espalda para demostrarle lo que ¨¦l le hac¨ªa.
Mari Carmen, ingres¨® en prisi¨®n provisional y a los pocos d¨ªas su hijo, el huido, se present¨® en comisar¨ªa para cumplir sus cuentas pendientes. La investigaci¨®n prob¨® que la esposa hab¨ªa ido a comprar gasolina a una estaci¨®n de la localidad. Dos agentes localizaron los casquillos del arma que la mujer hab¨ªa tirado por un acantilado, y tambi¨¦n ubicaron, gracias a los movimientos del m¨®vil, a su hermana en Calatayud esos d¨ªas, aunque finalmente ella no fue acusada de nada.
El juicio se celebr¨® ocho a?os m¨¢s tarde. Entre medias, la mujer se escap¨® de la c¨¢rcel aprovechando un permiso carcelario para ir a un funeral. Fue hallada en 2022 por el Grupo de B¨²squeda de Fugitivos de la Polic¨ªa Nacional en casa de unos familiares en Toledo. En febrero de 2023, fue condenada por el asesinato a 21 a?os de prisi¨®n. La pena fue rebajada en junio por una cuesti¨®n t¨¦cnica a 17 a?os.
En ese tiempo, el oficial Robles hab¨ªa encontrado por internet a un librero andaluz que vend¨ªa la biograf¨ªa ya descatalogada del Quinqui Medrano, publicada en 1979: Enemigo P¨²blico n¨²mero 2. As¨ª conoci¨® algo m¨¢s del hombre a cuya desaparici¨®n dio respuesta en el d¨ªa de Reyes de 2015.
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