Feij¨®o cierra sus pactos con Vox sin aclarar su relaci¨®n con los ultras
Dirigentes del PP urgen al l¨ªder que defina la estrategia para tratar con la extrema derecha
Esta semana, dos fotograf¨ªas inc¨®modas le han recordado al PP que Vox, pese a sus intentos de disimularlo, se ha consolidado como su socio preferente. La primera imagen se produjo en el Congreso, este martes, en la reuni¨®n que Alberto N¨²?ez Feij¨®o y Santiago Abascal mantuvieron para que el l¨ªder de Vox le confirmara al del PP el apoyo decisivo de los 33 diputados ultraderechistas para su investidura. Esa instant¨¢nea, en la que Feij¨®o aparec¨ªa en algunos momentos con gesto circunspecto, ha tardado un a?o y medio en producirse. A pesar de que los dos partidos comparten ya cinco gobiernos auton¨®micos y acuerdos en 140 ayuntamientos, el pol¨ªtico gallego se hab¨ªa hecho hasta ahora el escurridizo con el de la extrema derecha. La segunda imagen es la de la investidura del presidente de Murcia, Fernando L¨®pez Miras, este jueves, que ha salido adelante casi cuatro meses despu¨¦s de las elecciones, solo cuando acept¨® meter a los ultras en su Gobierno, pese a haberse negado todo este tiempo. Feij¨®o dej¨® la silla vac¨ªa en la investidura de su bar¨®n murciano, a la que envi¨® a su n¨²mero dos, Cuca Gamarra. Pero el retrato ya estaba hecho.
El destino del l¨ªder del PP, como demuestran las fotograf¨ªas que le persiguen, est¨¢ ligado a la extrema derecha. En lo inmediato, porque el apoyo de los 33 diputados de Vox han resultado esenciales para que el Rey le hiciera el encargo de la investidura. Y de fondo, porque todo el poder territorial del PP descansa ahora sobre el partido de Abascal, que ha conseguido imponerse en las negociaciones y ha forzado hasta cinco Gobiernos auton¨®micos de coalici¨®n: los de la Comunidad Valenciana, Castilla y Le¨®n, Extremadura, Arag¨®n y el ¨²ltimo, Murcia. ¡°Feij¨®o lo lleva mal porque no los soporta, aunque a Abascal le respeta¡±, cuentan en el partido sobre el l¨ªder popular.
Ya sea por su prurito personal o por inter¨¦s electoral, o por una mezcla de ambas circunstancias, el pol¨ªtico gallego mantiene como estrategia simular que no tiene una alianza estrat¨¦gica con Vox. Esta semana, Abascal sali¨® de la reuni¨®n en el Congreso celebrando ¡°la nueva etapa de entendimiento entre el PP y Vox¡±, mientras el l¨ªder del PP se esforzaba en no concederle ning¨²n estatus especial. ¡°Con Vox hay y habr¨¢ discrepancias. Somos partidos distintos. Es natural, democr¨¢tico y es obvio que siendo partidos diferentes podamos coincidir en el diagn¨®stico y en el tratamiento de problemas importantes¡±, relat¨® Feij¨®o en la sala de prensa, aunque meti¨® a Vox en el saco de los partidos ¡°constitucionalistas¡±.
El PP ha puesto gran empe?o en conseguir los votos de Vox para la investidura de Feij¨®o, una labor que en el partido atribuyen al esfuerzo discreto del vicesecretario Miguel Tellado. Sin el respaldo de los ultras, Feij¨®o no podr¨ªa defender ni siquiera una derrota digna en la investidura. Pero aunque los necesite, el l¨ªder del PP parece decidido a no clarificar su relaci¨®n con los de Abascal, que act¨²an como un agente t¨®xico para que el PP pueda conseguir otros apoyos. Los dem¨¢s actores, no obstante, se dan cuenta de ese juego de sombras. El presidente del PNV, Andoni Ortuzar, le record¨® a Feij¨®o que Vox es su ¡°elefante en la habitaci¨®n¡± y el motivo por el que el partido vasco ha rechazado de forma tajante pactar su investidura.
La realidad es tozuda y el PP reclama a Feij¨®o que clarifique la relaci¨®n y la estrategia con la extrema derecha. Se lo piden los barones, a los que dej¨® libertad en las negociaciones de los pactos territoriales, lo que result¨® en un caos. Algunos acuerdos se firmaron a toda velocidad ¨Dcomo el de la Comunidad Valenciana¨D mientras otros han llegado tras un tortuoso camino de resistencia fallida, como el de Murcia. Y se lo piden algunos dirigentes, como la diputada Cayetana ?lvarez de Toledo, que en una tribuna en El Mundo le ha afeado su ¡°relaci¨®n bipolar¡± con Vox: ¡°Unos d¨ªas lo encumbramos como socio preferente de Gobierno; otros nos sumamos a su demonizaci¨®n. Un regalo para S¨¢nchez. Nada afianza m¨¢s al Frankenstein [en alusi¨®n al Ejecutivo de coalici¨®n] que las dudas del PP sobre un aliado hoy inevitable¡±, escribe la parlamentaria.
No est¨¢ sola. Muchos en el PP reconocen que urge definir una estrategia porque la ausencia de un plan claro le ha costado muy caro a Feij¨®o en las elecciones. En G¨¦nova admiten que el desorden en los pactos territoriales fue un error, porque ¡°no se entendi¨® la postura del partido en algunas cuestiones¡±, y la opini¨®n mayoritaria en las filas populares es que Vox impidi¨® la victoria contundente que necesitaban para gobernar. ¡°Feij¨®o dej¨® hacer a los barones porque ¨¦l siempre quiso que le trataran as¨ª cuando era presidente, pero fall¨® la coherencia. S¨¢nchez sacrific¨® a sus barones para mantenerse en el poder y con Feij¨®o ha sucedido al rev¨¦s: dio vuelo a sus barones y eso le mat¨® a ¨¦l¡±, analiza un dirigente del primer anillo de mando durante toda esa etapa. ¡°El problema fue que no pudimos comernos todo lo que esper¨¢bamos del PSOE por el rechazo que dio Vox. El cartel electoral de Vox donde se ve¨ªa c¨®mo iban a la basura las banderas feminista, la LGTBI... fue clave. Muchos padres de derechas con hijos homosexuales no votaron al PP por el miedo que les daba¡±, relata resumiendo un an¨¢lisis generalizado en el partido.
Los barones tambi¨¦n creen que hace falta una estrategia coordinada. ¡°Feij¨®o es muy respetuoso con nosotros. Tanto que hay gente que le critica porque cada uno hace lo que quiere. Pero habr¨ªa que hacer un esfuerzo de coordinaci¨®n. Rajoy era respetuoso con los barones, pero fortaleci¨® la coordinaci¨®n¡±, reflexiona un presidente auton¨®mico del PP que comparte Gabinete con Vox. ¡°No nos ha transmitido nada de qu¨¦ hay que hacer con Vox. Y necesitamos una estrategia, aunque en cada territorio tendr¨¢ que ser distinta. El debate se abrir¨¢ cuando se defina el Gobierno¡±. Este presidente cree que al PP le va a costar tiempo dar con la tecla. ¡°Hay tres partes en el electorado de Vox: una es la formada por los votos prestados del PP; otra, la de los ex abstencionistas y franquistas; y la tercera es la de los nichos: el de los agricultores y ganaderos, el de los hombres cabreados con las mujeres o el de los aut¨®nomos. Esto no se resuelve en dos tardes¡±.
De momento, Feij¨®o no mueve ficha, condicionado tambi¨¦n por su investidura de finales de mes, en la que necesita a Vox. El l¨ªder del PP tampoco est¨¢ para movimientos arriesgados porque viene sufriendo ruido interno por algunas de sus ¨²ltimas decisiones, como la de reunirse con Junts, que ha terminado por abortar. Sus colaboradores apuestan por seguir navegando en la indefinici¨®n. ¡°La relaci¨®n con Vox es asim¨¦trica: tenemos coincidencia en muchos puntos y discrepancia en otros. El PP tiene m¨¢s en com¨²n con Vox que con Sumar, pero una vez el PSOE te a¨ªsla, te queda un socio posible. Quien nos ha obligado a pactar con la extrema derecha es el PSOE¡±, argumentan en el equipo directo del l¨ªder.
Algunos dirigentes esperan que Feij¨®o aproveche el discurso como candidato a la presidencia para marcar distancias claras con Vox y empezar a definir una nueva estrategia. No le ser¨¢ f¨¢cil, porque en la fotograf¨ªa de esa investidura tambi¨¦n quedar¨¢ retratado junto a los ultras.
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