Una jura con la amnist¨ªa de fondo
La casualidad hace coincidir el acto de la princesa Leonor con las negociaciones del PSOE para la investidura de Pedro S¨¢nchez
La casualidad ha hecho coincidir en el tiempo dos procesos de profundo calado para la democracia espa?ola: la jura de la Constituci¨®n de la princesa Leonor el d¨ªa que cumple 18 a?os y la negociaci¨®n del PSOE con partidos independentistas para conseguir la investidura de Pedro S¨¢nchez.
El primero entronca con el art¨ªculo 1.3 de la Constituci¨®n, que asegura que ¡°la forma pol¨ªtica del Estado espa?ol es la Monarqu¨ªa parlamentaria¡±. Los actos celebrados este martes han culminado un mecanismo reglado que garantiza la sucesi¨®n en la Corona, actos que han transcurrido dentro de la m¨¢s absoluta normalidad institucional. La ausencia de la jura de grupos nacionalistas o de algunos miembros del Gobierno no son m¨¢s que un desaire que refleja la complejidad de una Espa?a que poco tiene que ver con la de 1986, cuando Felipe VI afront¨® el mismo tr¨¢mite.
La jura de la Princesa da ox¨ªgeno a una Corona que ha sufrido en los ¨²ltimos a?os una grave crisis de credibilidad debido a los esc¨¢ndalos econ¨®micos y sentimentales de Juan Carlos I, desaparecido hoy de la escena oficial, y que sum¨® numerosos desafectos en Catalu?a como consecuencia de la respuesta que Felipe VI dio al ¨®rdago ilegal del secesionismo en 2017.
Por su parte, la negociaci¨®n de los socialistas entronca con el art¨ªculo 99 de la Constituci¨®n, que establece el procedimiento para conseguir la investidura. El hecho de que esta dependa de los votos de Junts y ERC, y que el precio a pagar sea la amnist¨ªa de los encausados en el proc¨¦s, est¨¢ causando un enorme malestar en buena parte de la ciudadan¨ªa, y no solo entre el segmento del electorado identificado con la derecha. Conceder la medida de gracia a Carles Puigdemont, huido de la justicia y responsable principal del desgarro que vivi¨® Espa?a en 2017, irrita tambi¨¦n a numerosos votantes progresistas. Esta incomodidad es mayor al contemplar c¨®mo el PSOE est¨¢ dando pasos claros para la amnist¨ªa sin atisbar un movimiento rec¨ªproco en el independentismo. Queda todo por saber de la ley, pero es de prever que quienes se acojan a ella tengan que adquirir alg¨²n compromiso. No se trata de que renuncien a sus ideas, amparadas en la Constituci¨®n que impugnan, sino de que al menos asuman que estas ideas han de defenderse dentro de la legalidad.
Esta negociaci¨®n est¨¢ propiciando nuevos discursos hiperb¨®licos sobre la supuesta ruptura de Espa?a y la demolici¨®n de la Monarqu¨ªa, augurios que se repican desde hace dos d¨¦cadas sin que nada de esto haya ocurrido. Y la garant¨ªa de que esto es y ser¨¢ as¨ª recae, sobre todo, en el PSOE, un partido de alma republicana. Los socialistas son los ¨²nicos que podr¨ªan cambiar el fiel de la balanza, pero ninguno de sus secretarios generales, desde Felipe Gonz¨¢lez a Pedro S¨¢nchez, ha expresado jam¨¢s su intenci¨®n de abrir el debate de la forma de Estado. Es m¨¢s, todos han manifestado una lealtad sin discusi¨®n a la Corona.
En 1986, cuando Felipe VI jur¨® la Constituci¨®n, los detractores de la Monarqu¨ªa eran insignificantes y el PSOE ten¨ªa una holgada mayor¨ªa absoluta. En la Espa?a de 2023, los desafectos a la Corona se han multiplicado (una encuesta de 40dB. de 2021 revel¨® que el 39,4% de los espa?oles se declaraba republicano por un 31% que defend¨ªa la actual forma de Estado) y la fragmentaci¨®n obliga a los dos grandes partidos del sistema pol¨ªtico, el PSOE y el PP, a pactos indeseados.
En la Espa?a de hoy, la heredera del trono es una mujer y la gobernabilidad del pa¨ªs depende de quienes no creen en este proyecto com¨²n. Una Espa?a distinta a la de 1986 y a la de la Transici¨®n, pero que s¨ª puede mirar a ese pasado para hacer viable el entendimiento.
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