El Senado se convierte en el nuevo campo de batalla
El PP emplea los resortes de la C¨¢mara alta para amplificar el combate contra el Ejecutivo, aunque los efectos pr¨¢cticos sean escasos

Casi no hay d¨ªa en el Congreso en que el fogoso portavoz del PP, Miguel Tellado, deje pasar la ocasi¨®n de atacar a la presidenta, la socialista Francina Armengol, pint¨¢ndola como una suerte de t¨ªtere de La Moncloa. Desde el comienzo de la legislatura, los populares se han lanzado a la estrategia de deslegitimar la C¨¢mara baja, hasta el punto de que Alberto N¨²?ez Feij¨®o ha llegado a sentenciar que ¡°ya no representa la soberan¨ªa nacional¡±. Para los populares, la verdadera democracia reside ahora en el Senado, donde gozan de mayor¨ªa absoluta.
Con el fin de ensanchar ese espacio presentado como el aut¨¦nticamente democr¨¢tico, el PP va a ampliar de dos a tres el n¨²mero de plenos mensuales que se celebran en la C¨¢mara alta. La medida fue anunciada la pasada semana ¡°no por la portavoz parlamentaria del partido [Alicia Garc¨ªa] ni por el presidente del Senado [Pedro Roll¨¢n], sino por el propio presidente del PP¡±. Con estas palabras resalta un portavoz del PNV la singularidad de que el anuncio lo hiciera Feij¨®o, que ni siquiera es senador, mientras en el Congreso los suyos cuestionan la independencia de Armengol. ¡°El PP est¨¢ patrimonializando la C¨¢mara alta¡±, concluyen los nacionalistas vascos, en un diagn¨®stico compartido por todos los grupos menos Vox. ¡°Est¨¢ utiliz¨¢ndola sin ning¨²n pudor para sus intereses partidistas¡±.
Nadie puede negar que los populares han sido transparentes al expresar desde el principio sus intenciones. Con la ¨¢spera franqueza con la que comentan fuentes de G¨¦nova: ¡°Ir al Senado ser¨¢ para ellos [el Gobierno] como ir al dentista¡±. O con las formas m¨¢s edulcoradas de su portavoz, Alicia Garc¨ªa: ¡°Los espa?oles tienen que saber que la esperanza est¨¢ en el Senado¡±.
Feij¨®o reconoce que con sus palabras est¨¢ ¡°restando legitimidad al Congreso¡±, pero culpa de ello al Gobierno y resume la situaci¨®n creada en esa C¨¢mara, donde el PP se encuentra en minor¨ªa: ¡°[All¨ª] da igual lo que digamos¡±. En el Senado, en cambio, la voz cantante la lleva el PP. ¡°La funci¨®n de controlar al Gobierno es de las Cortes Generales, y el Gobierno quiere adormecer la vida parlamentaria en el Congreso y tener unas Cortes hemipl¨¦jicas. No lo vamos a permitir¡±, argumentan fuentes populares. As¨ª que han cavado una trinchera en esa C¨¢mara de utilidad permanentemente en duda y actividad a menudo desconocida con el prop¨®sito de lograr la atenci¨®n de los focos. De alg¨²n modo, ya sucedi¨® en la recta final de la pasada legislatura, cuando Feij¨®o, entonces senador, mantuvo all¨ª sus primeros escarceos dial¨¦cticos con el presidente del Gobierno, concitando una expectaci¨®n pocas veces vista en el segundo brazo de las Cortes espa?olas.
Desde esa trinchera, los populares ya preparan la munici¨®n para lo que han convertido en la madre ¡ªy casi la ¨²nica¡ª de todas sus batallas: la proposici¨®n de ley de amnist¨ªa, que llegar¨¢ a la C¨¢mara alta la pr¨®xima semana si, como es previsible, el martes el Congreso aprueba el texto final pactado por el PSOE y el resto de grupos que la promueven. Los de Feij¨®o llevan preparando ese combate desde el primer minuto. Nada m¨¢s comenzar la legislatura, impusieron una reforma del reglamento del Senado para que las proposiciones que el Congreso declare de urgencia no se liquiden en 20 d¨ªas sino en dos meses. El objetivo, apenas disimulado bajo el r¨®tulo de ¡°mejorar la calidad democr¨¢tica¡±, era prolongar el debate sobre la amnist¨ªa.
Parad¨®jicamente, el cambio reglamentario se aprob¨® por el procedimiento expr¨¦s y con dudas legales que han llevado a los socialistas a recurrirlo al Tribunal Constitucional. El plazo de 20 d¨ªas para liquidar las iniciativas declaradas de urgencia lo establece la propia Ley Fundamental, aunque en su literalidad habla de los proyectos de ley, los que emanan del Gobierno, y no de proposiciones, que son las promovidas por los grupos, como es el caso de la amnist¨ªa. ¡°Estiraron y estrujaron el reglamento a su propia conveniencia¡±, insiste el PNV.
Otra de las primeras decisiones fue convocar a los presidentes auton¨®micos en la Comisi¨®n de las Comunidades Aut¨®nomas para que se pronunciasen sobre la ley de amnist¨ªa cuando esta era apenas un borrador. El PP se dispone ahora a repetir la jugada, entre las protestas de los dem¨¢s grupos. ¡°Esa comisi¨®n est¨¢ para que los presidentes debatan cuestiones como la financiaci¨®n auton¨®mica¡±, apunta el portavoz socialista, Juan Espadas. ¡°Pero esto es un mero instrumento para llevarlos a dar ca?a¡±. Los populares arguyen que la amnist¨ªa ¡°afecta de forma directa, entre otras cuestiones esenciales, a la vigencia de nuestro Estado auton¨®mico¡±.
Frente al trepidante paso de la ley de amnist¨ªa por el Congreso, el PP aprovechar¨¢ los dos meses de tramitaci¨®n en el Senado para pedir informes y comparecencias a expertos e instituciones exteriores, como el Consejo General del Poder Judicial o el Consejo Fiscal. El de este ¨²ltimo lo ha negado ya el fiscal general del Estado, ?lvaro Garc¨ªa Ortiz, alegando que queda fuera de sus competencias. ¡°Vamos a mandar un mensaje a todos los espa?oles de que en el Senado se puede hablar y se puede debatir, y no se impone, como se nos ha impuesto desde Waterloo [en alusi¨®n a Carles Puigdemont], un texto que va contra los principios b¨¢sicos de la democracia¡±, manifest¨® Feij¨®o el pasado viernes.
Al margen de aprovechar un altavoz institucional en la campa?a contra la amnist¨ªa, esa estrategia reconocidamente obstruccionista no puede ir m¨¢s all¨¢ de demorar los tr¨¢mites. Vox ha insistido al PP ¡ªe incluso amenazado con querellas¡ª para que bloquee la propuesta en el Senado sin devolverla al Congreso. Pero los populares admiten la inviabilidad jur¨ªdica de tal maniobra. Si transcurridos los dos meses de plazo la C¨¢mara alta no se hubiese pronunciado sobre la ley, la doctrina del Tribunal Constitucional establece que el Congreso podr¨ªa aprobarla definitivamente.
Decisiones unilaterales
Los grupos aliados del Gobierno acusan al PP de actuar de forma unilateral. Y vinculan esa actitud con lo que califican de ¡°desbandada¡± de los letrados de la C¨¢mara: el m¨¢ximo responsable de la asesor¨ªa jur¨ªdica y sus dos adjuntos han renunciado tras 25 a?os en sus cargos. Espadas habla directamente de ¡°purga¡±. ¡°El PP ha puesto el Senado al servicio de G¨¦nova¡±, sostiene el socialista. ¡°Como en el Congreso no puede generar una mayor¨ªa, ha decidido que no le interesa esa C¨¢mara y ha convertido el Senado en una caja de resonancia. Es una estrategia de acci¨®n total para intentar atacar la estabilidad institucional¡±.
El diagn¨®stico resulta id¨¦ntico entre los nacionalistas. ¡°Est¨¢n utilizando el Senado como c¨¢mara de resistencia para equilibrar la debilidad en el control de los resortes de decisi¨®n en el Congreso¡±, denuncia el PNV. Con mayor crudeza lo expone Josep Llu¨ªs Cleries, de Junts: ¡°Es una situaci¨®n propia de un cortijo, puro filibusterismo pol¨ªtico¡±. Cleries lleg¨® a la C¨¢mara hace 10 a?os, en las filas de la desaparecida Converg¨¨ncia, y ya vivi¨® bajo otras mayor¨ªas absolutas del PP. ¡°Pero jam¨¢s se hab¨ªan traspasado las l¨ªneas como ahora¡±, arremete. ¡°Han llegado incluso a degradar la figura institucional del presidente¡±.
Los grupos peque?os como Junts y PNV tienen su particular lista de agravios. Denuncian que la Mesa retras¨® la constituci¨®n de sus respectivos grupos pese a que cumpl¨ªan los requisitos. Y que se les ha privado de las remuneraciones de sus portavoces adjuntos, que s¨ª disfrutan los grupos mayoritarios. La celebraci¨®n del tercer pleno mensual tambi¨¦n suscita fuertes cr¨ªticas. Los opositores al PP se?alan que muchos senadores son a la vez diputados auton¨®micos, alcaldes o concejales y van a tener dificultades para compatibilizar ambos cargos.
Cuesti¨®n de ruido
?Y qu¨¦ efectos pr¨¢cticos puede obrar esta ofensiva? ¡°Muy pocos¡±, responde la portavoz de ERC, Sara Bailac. ¡°La estrategia es hacer ruido e intentar desplazar el foco medi¨¢tico a una C¨¢mara que siempre ha tenido muy poco. Pero, como se ver¨¢ con la amnist¨ªa, se va a quedar solo en eso, en ruido¡±. Las competencias del Senado son de una C¨¢mara de segunda lectura, cuyas decisiones siempre tienen que ser refrendadas por el Congreso. El PP puede buscarle las cosquillas al Gobierno creando comisiones de investigaci¨®n o dilatando los tr¨¢mites legislativos. O forzando a los ministros a comparecer tres veces al mes, como se dispone a aprobar tras haber introducido tambi¨¦n en la reforma del Reglamento la obligatoriedad de responder a la llamada de la C¨¢mara.
Solo hay una cuesti¨®n en la que verdaderamente el PP puede acorralar al Gobierno: la aprobaci¨®n del techo de gasto y los objetivos de d¨¦ficit, indispensables para sacar adelante los Presupuestos. En este caso, la decisi¨®n del Senado no es revisable por el Congreso. Y en la C¨¢mara baja los populares ya votaron en contra. Si el Senado lo rechazase, los Presupuestos quedar¨ªan paralizados y el Ejecutivo tendr¨ªa un mes para presentar de nuevo una propuesta de techo. La vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, Mar¨ªa Jes¨²s Montero, tranquiliza afirmando que guarda en la manga un plan b para el caso de un rechazo. Fuentes socialistas conf¨ªan en disuadir al PP, ya que si el Senado tumbase la propuesta que incluye los objetivos de d¨¦ficit, las consecuencias sobre la disponibilidad de fondos tambi¨¦n las sufrir¨ªan las comunidades aut¨®nomas, mayoritariamente en manos de los populares.
Pase lo que pase, el Senado se ha convertido en un campo de batalla pol¨ªtico como no se conoc¨ªa desde 1978. Uno m¨¢s para un Gobierno obligado a atender a m¨²ltiples frentes de combate. Puede que en la pr¨¢ctica las consecuencias resulten escasas, pero los aliados del Ejecutivo barruntan una ¨¦poca que el senador Cleries define con sorna como de ¡°sangre, sudor y l¨¢grimas¡±.
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