Una despedida de soltero un mes antes del 11-M
Emilio Su¨¢rez Trashorras y el menor Gabriel Montoya Vidal ten¨ªan una relaci¨®n enfermiza de fascinaci¨®n. El conseguidor de los explosivos pas¨® 20 horas de fiesta con el chico antes de su boda el 14 de febrero
Quiz¨¢ la escena m¨¢s ilustrativa de la trama asturiana que particip¨® en los atentados terroristas del 11-M en Madrid fue la improvisada despedida de soltero de Emilio Su¨¢rez Trashorras, conseguidor de los explosivos, y su mejor amigo, al que conoci¨® cinco meses antes: un menor de edad de 16 a?os, Gabriel Montoya Vidal, Baby. Trashorras se casaba el 14 de febrero, casi un mes antes de los atentados.
Al d¨ªa siguiente de que Baby regresase de Madrid de llevar explosivos a los terroristas sin saber lo que ten¨ªa en la mochila, Emilio lo llam¨® por tel¨¦fono. Nada especial: retomar el d¨ªa a d¨ªa. Desayunos juntos de madrugada, con Avil¨¦s desierta, y empezar a moverse para llevar un negocio boyante que se diversificaba en muchas ramas. Segu¨ªan la mec¨¢nica rutinaria de dos trapicheros, cada uno atendiendo a su cartera de clientes, cobrando deudas y moviendo de aqu¨ª para all¨¢ la droga por Avil¨¦s y alrededores. Consum¨ªan hach¨ªs y coca¨ªna casi a diario, pero no beb¨ªan al punto de perder el control. Segu¨ªan terminando las noches en los puticlubs habituales con amigos del grupo.
En la v¨ªspera de la boda, el viernes 13, Su¨¢rez Trashorras qued¨® con Baby y se fueron de fiesta a Luanco, a 15 kil¨®metros de Avil¨¦s. Toda la historia la cuenta Baby en el libro Nos vemos en esta vida o en la otra (Planeta), que publiqu¨¦ en 2016 y que inspira la reci¨¦n estrenada serie Nos vemos en otra vida (Disney), creada por los hermanos Jorge y Alberto S¨¢nchez-Cabezudo. El relato que sigue est¨¢ publicado en el libro y describe la mezcla antinatural, pero letal, de la delincuencia de mediana estofa de Avil¨¦s con el terrorismo yihadista: uno, Trashorras, ten¨ªa acceso a explosivos por su antiguo trabajo de minero; otros, los terroristas, ten¨ªan el hach¨ªs que ya se estaba fumando en Avil¨¦s.
En esa v¨ªspera de la boda viajaron los dos alrededor de las diez de la noche en un coche nuevo, un Mercedes 190 negro que Emilio hab¨ªa comprado recientemente. Iban al bar de un cliente, el Fino, que les sol¨ªa comprar hach¨ªs. El Fino ten¨ªa una hermana a la que Emilio, para anticipar su visita, hab¨ªa enviado esa ma?ana un ramo de flores. A Emilio y a Baby la noche anterior a la ceremonia se les fue de las manos. Bebieron y consumieron coca¨ªna toda la noche. En un momento de la juerga, Emilio observ¨®, seg¨²n ¨¦l, que un chico estaba tratando mal a su novia. Dijo a sus amigos que aquello no estaba bien. Fue hasta la pareja, agarr¨® al chico y le dio un pu?etazo que le hizo saltar un diente. Se form¨® una peque?a marabunta en el pub que termin¨® con la pareja saliendo del local. Baby y Emilio siguieron bebiendo hasta que amaneci¨®.
Cuando ya era s¨¢bado, el d¨ªa de su boda, Emilio Su¨¢rez Trashorras y Baby emprendieron la vuelta a Avil¨¦s en el Mercedes. Sin embargo, recuerda Baby, la coca les ped¨ªa m¨¢s: no pod¨ªan irse a¨²n a la cama. Emilio siempre llevaba droga de sobra encima. Al aparcar en Avil¨¦s decidieron irse al centro, a meterse en algunos bares que hac¨ªan las veces de after.
Baby recuerda que Emilio miraba de vez en cuando el reloj. La boda era de tarde, a las seis. Terminaron los dos en el Miniteide, un club de m¨²sica electr¨®nica que est¨¢ en la calle Bances Candamo. Emilio, nervioso por naturaleza y con un cuadro cl¨ªnico de esquizofrenia y trastorno bipolar, llevaba la cara desencajada y p¨¢lida. Baby nunca conoci¨® los problemas psiqui¨¢tricos de su amigo. Luego dir¨ªa que con ese diagn¨®stico, y el consumo masivo y diario de coca¨ªna, Emilio ten¨ªa que ser en aquella ¨¦poca ¡°una bomba de relojer¨ªa¡±. A las cuatro de la tarde, dos horas antes de su enlace matrimonial, Emilio se retir¨® a su casa. A¨²n viv¨ªa en el piso que le hab¨ªan comprado sus padres. Los dos se despidieron tras m¨¢s de 20 horas de fiesta; Baby le dese¨® mucha suerte al novio: ¨¦l no estaba invitado a la boda.
Ah¨ª estaban las drogas, la violencia, el desenfreno, los coches, el sexo... Ingredientes diarios en esos meses de relaci¨®n entre dos piezas clave ¡ªMontoya Vidal, involuntaria, seg¨²n la sentencia; Trashorras, conocedora¡ª de los atentados del 11-M.
Nueve a?os despu¨¦s de la entrevista que dio pie al libro, sigo en contacto telef¨®nico con Gabriel Montoya Vidal. Hablamos el d¨ªa del estreno de la serie: le gust¨®, le pareci¨® especialmente bueno el primer cap¨ªtulo (en el que se describe su infancia, los problemas familiares, su encuentro con Emilio Su¨¢rez Trashorras y su fascinaci¨®n por ¨¦l). No le gusta la frase que su personaje pronuncia en la serie y ¨¦l mismo en el libro: ¡°No me arrepiento de lo que hice, me arrepiento de lo que pas¨®¡±. ¡°Eso fue una tonter¨ªa, no s¨¦ si lo dije as¨ª o de otra forma, pero me arrepiento, claro que me arrepiento¡±, afirma ahora. Nunca volvi¨® a tener contacto con Trashorras, quien desde la c¨¢rcel, tras la publicaci¨®n de Nos vemos en esta vida o en la otra, me escribi¨® para reconocer que todo lo que contaba Gabriel era verdad y que ¨¦l hab¨ªa sido una influencia perniciosa para ¨¦l. Pero, como se muestra en la serie, hubo chavales que dijeron no a Trashorras, y Gabriel dijo s¨ª.
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