Feij¨®o, Abascal y el indio de McNamara
La ruptura de Vox da al l¨ªder del PP relato para intentar centrarse pol¨ªticamente y le libra de un lastre que ha rentabilizado el PSOE, pero est¨¢ por ver c¨®mo sortea la ofensiva ultra
Aquel d¨ªa que Pedro S¨¢nchez estaba en Montauban en un homenaje a Aza?a y su vicepresidente Pablo Iglesias le envi¨® un mensaje dici¨¦ndole que dejaba el Gobierno, hubo un dirigente socialista que r¨¢pidamente se coloc¨® en el dilema de Robert McNamara, que viene al pelo tras el anuncio de Vox de su salida de los gobiernos auton¨®micos.
Se acord¨® del episodio del secretario de Defensa de Estados Unidos en el que aconsej¨® a su jefe, al presidente Lyndon Johnson, que no prescindiera de Edgar Hoover con un gr¨¢fico argumento: ¡°Es mejor tener al indio dentro de la tienda meando hacia afuera que tenerlo fuera meando hacia dentro¡±. A esas alturas, con Iglesias ya recogiendo el despacho, muchos socialistas que se hab¨ªan resistido a su entrada en el Ejecutivo reconoc¨ªan que si Unidas Podemos no hubiera estado en la coalici¨®n la pandemia habr¨ªa machacado pol¨ªticamente al PSOE, achicharrado por la oposici¨®n a izquierda y derecha.
La ruptura de Vox sit¨²a ahora al PP en este escenario en cinco comunidades aut¨®nomas. Da a Alberto N¨²?ez Feij¨®o relato para intentar centrarse pol¨ªticamente y le libra de un lastre que ha rentabilizado especialmente el PSOE, pero est¨¢ por ver c¨®mo sortea la ofensiva que viene de los de Santiago Abascal desde fuera de la tienda, desde la oposici¨®n en todos los parlamentos, y en las Cortes, donde el l¨ªder de Vox casi ni se dirige a Pedro S¨¢nchez. Su rival es otro. Est¨¢ por ver c¨®mo compiten los populares con Vox en los asuntos m¨¢s sensibles en el electorado por el que pelean, como ocurre con la inmigraci¨®n. G¨¦nova no se ha movido del insuficiente reparto de menores que estaba ya pactado pero hace una semana quer¨ªa mandar a la Armada a frenar a los cayucos, copiando la descabellada propuesta de la ultraderecha.
El PP abraz¨® las tesis de Vox por c¨¢lculo electoral y, por c¨¢lculo electoral, ha evitado ir al choque con su socio ultra. A pesar de todos los sapos que se ha tenido que tragar en este a?o de cogobierno, Feij¨®o no ha ordenado a los suyos que pulsen el bot¨®n rojo y rompan ni siquiera tras las ¨²ltimas provocaciones y amenazas de Santiago Abascal. G¨¦nova ha querido evitar el desgaste electoral por el flanco derecho.
Si Feij¨®o en ocasiones no ha sabido diferenciarse con claridad de Vox, no ha sido por el carisma o el empuje de los miembros ultraderechistas de sus gobiernos auton¨®micos (tan pintorescos como mediocres en su mayor¨ªa) sino por la presi¨®n de los sectores m¨¢s duros del propio PP o la presi¨®n de los medios m¨¢s conservadores. ?C¨®mo resistir¨¢ la moderaci¨®n de Feij¨®o con una oposici¨®n dura de Vox? ?Puede permitirse ser visto como un l¨ªder blando frente al sanchismo ante una parte de su electorado?
Al PP se le presenta ahora una gran oportunidad para debilitar a Vox, que se arriesga a perder visibilidad y margen de maniobra v¨ªa presupuestos auton¨®micos (la mejor manera para profundizar en la implantaci¨®n territorial de un proyecto pol¨ªtico). N¨²?ez Feij¨®o puede aprovechar el nuevo contexto para recuperar espacio electoral frente a su competidor, pero habr¨¢ que ver si puede hacerlo desde el centro pol¨ªtico que ambiciona con el indio ultra de dos cabezas, Santiago Abascal y Alvise P¨¦rez, apuntando a la tienda de campa?a del PP.
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