Las apariencias enga?an
ERC y Junts per Catalunya han coincidido en m¨²ltiples ocasiones, saben que no pueden ir divididos porque el independentismo en su conjunto perder¨ªa fuerza
Desde la formaci¨®n del actual Gobierno S¨¢nchez la pol¨ªtica de los nacionalistas catalanes ha empezado a salir del inmovilismo que la secuestraba. En apariencia puede creerse que hay dos v¨ªas, la de Puigdemont (entendiendo por tal el mundo independentista proveniente de la antigua CDC, aunque ya sabemos que dentro de este mundo hay diversas corrientes) y la de ERC, dirigida a distancia relativa por Junqueras y ejecutada con habilidad por Aragon¨¦s.
La primera v¨ªa sigue la sinuosa senda del ya tradicional ¡°procesismo¡± y la segunda parece encaminarse hacia lo que podr¨ªamos llamar ¡°dialoguismo¡±: una, la confrontaci¨®n directa hasta la victoria final, otra el pacto y el di¨¢logo alrededor de una mesa. Estas dos v¨ªas, aparentemente diferentes, tienen el mismo fin: separarse de Espa?a y constituir un Estado propio aunque mediante estrategias, t¨¢cticas y ritmos distintos. Sin embargo, no estoy tan seguro de que ello sea as¨ª, la identidad de fines provocar¨¢, a la corta o a la larga, que ambas v¨ªas confluyan, tal como ha sucedido otras veces en los ¨²ltimos veinte a?os. Recordemos la primera, muy significativa.
En el a?o 2000, tras perder por la m¨ªnima Pasqual Maragall las elecciones auton¨®micas del a?o anterior frente a Jordi Pujol (gan¨® en votos pero no en esca?os, como ahora), el PSC constat¨® que no bastaba con el apoyo de Iniciativa per Catalunya (IC) sino que necesitaba obtener la ayuda de ERC. El argumento era que el partido de Pujol era de derechas y ERC de izquierdas. Por tanto, lo natural era que en Catalunya se formaran los dos bloques cl¨¢sicos, derecha e izquierda. A¨²n sigue el PSC en ese empe?o tan demostradamente equivocado, no se ha enterado que, a pesar de todo lo que ha sucedido en Catalu?a los ¨²ltimos a?os, los dos bloques pol¨ªticos son, realmente, nacionalistas y constitucionalistas (o unionistas, o federalistas, como se les quiera llamar). Esta es la divisi¨®n real y primera, solo despej¨¢ndola podremos abordar la otra.
Pues bien, en todo caso, los socialistas catalanes buscaron durante tres a?os un acuerdo con ERC para derrotar a CiU, su asignatura pendiente. Para ello les propusieron dos golosinas: formar juntos grupo parlamentario propio en el Senado y aprobar una reforma del Estatuto. Lo primero no era poco, y no era f¨¢cil, porque supon¨ªa que los socialistas catalanes se separaban del grupo parlamentario del PSOE. Pero as¨ª se hizo: Zapatero, que entonces acababa de asumir la secretar¨ªa general, accedi¨® con ingenua confianza en el PSC. All¨ª se fragu¨® un primer entendimiento entre ERC, entonces dirigido por Carod Rovira, y el socialismo catal¨¢n.
Pero lo que tuvo m¨¢s trascendencia posterior fue el acuerdo para empezar a elaborar una reforma del Estatuto de 1979, entonces vigente. Ah¨ª empez¨® el primer acto del actual drama, el preludio hab¨ªan sido los 20 a?os de la construcci¨®n nacional de Pujol. ERC, de forma muy inteligente, acept¨® el reto y en 2003, tras nuevas elecciones en las que el PSC dej¨® en la cuneta doscientos mil votos ¨C en las auton¨®micas de los a?os siguientes hasta hoy perder¨ªa muchos m¨¢s ¨C acept¨® formar gobierno con los socialistas e IC, el famoso Gobierno tripartito que abri¨® paso al actual proc¨¦s: fue entonces cuando, tras m¨²ltiples avatares, se aprob¨® el estatuto de 2006.
Pero t¨¦ngase en cuenta que la reforma del estatuto fue total, es decir, fue un nuevo estatuto, no por voluntad de ERC, ni del PSC, sino de CiU, ya encabezada entonces por Artur Mas, cuyo objetivo consisti¨® en rebasar en nacionalismo a ERC que hasta entonces se conformaba con una mera reforma. Adem¨¢s, como colof¨®n, Esquerra vot¨® en contra en el refer¨¦ndum para ratificar el estatuto, alegando como excusa que no se inclu¨ªa la competencia en aeropuertos, algo menor y que obviamente requer¨ªa reforma constitucional. La disputa por demostrar quien es m¨¢s nacionalista comenz¨® en esos a?os, en torno a la revisi¨®n del Estatuto, con el PSC de testigo.
Ahora bien, tras estas diferencias de criterio, los dos partidos nacionalistas han coincidido en m¨²ltiples ocasiones, saben que no pueden ir divididos porque el independentismo en su conjunto perder¨ªa fuerza y, en los momentos decisivos, como en oto?o de 2017, ambos perder¨ªan la fuerza que necesitan para su objetivo ¨²ltimo.
As¨ª creo que suceder¨¢ tambi¨¦n ahora. ?Es ERC m¨¢s moderado que el grupo de Puigdemont? Lo parece, ciertamente: di¨¢logo suena mejor que proceso pero, en el fondo, son dos formas de lo mismo. Como sabemos, las apariencias enga?an.
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