Primera semana: el futuro cerrado
Esta crisis debe servir para devolver a la sanidad p¨²blica la prioridad absoluta. Ahora se est¨¢n pagando los destrozos hechos con los furores privatizadores de final de siglo
![Dos vecinos, en un balc¨®n en el barrio de la Barceloneta.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/GYEOF7OSN5F6P6Q3VRJZRJKK6A.jpg?auth=22ea0922b68a254c613722e6c18a0871ebdc171ddf4915a3b01d951b86dc5f08&width=414)
1.- Un estado de alarma es una situaci¨®n de excepci¨®n, por tanto limitada en el tiempo. Se declara para reforzar el confinamiento que supone la suspensi¨®n de derechos b¨¢sicos de las personas, empezando por el m¨¢s elemental: poder circular libremente. Es una situaci¨®n que hace tres meses no estaba en el imaginario ciudadano. Y, de pronto, encerrados por una emergencia sanitaria. Ni las patrias, ni las ideolog¨ªas, s¨®lo el riesgo para la salud ¡ªque interpela directamente al cuerpo que somos¡ª puede provocar la aceptaci¨®n acr¨ªtica de una medida que modifica por completo los ritmos, los tiempos y los per¨ªmetros de nuestras vidas. Separados, aislados, para ir todos a una. Esta es la paradoja del momento. Con el peso de una amenaza que sigue creciendo y la promesa de un pico que no llega pero que los m¨¦dicos cuentan por d¨ªas.
El medio es el mensaje y las conversaciones no presenciales no son lo mismo que un encuentro en casa o en un caf¨¦. Pero ahora mismo el estado de ¨¢nimo que uno percibe es de resignada asunci¨®n de una realidad inc¨®moda con temor a que las costuras se vayan estrechando a medida que pasen los d¨ªas. Pesa el miedo (a ser contaminado), la culpa (de una posible contaminaci¨®n) y la incertidumbre que crece d¨ªa a d¨ªa. ¡°Nunca hab¨ªa visto el futuro tan cerrado¡±, me dice un amigo. Por aqu¨ª se abrir¨¢n las brechas del malestar y de la indisciplina. ?Se han valorado los l¨ªmites y riesgos del confinamiento? ?Se cuenta con los problemas de salud f¨ªsica y mental que pueden incorporarse como efecto del encierro? Apelo a las viejas virtudes cardinales: prudencia, fortaleza y templanza. La cuarta, la justicia, deber¨ªa ser el motor del plan de choque y de los proyectos de recuperaci¨®n.
2.- Unidad es el argumento central del discurso pol¨ªtico. Cuando los gobernantes se enfrentan a una realidad que les supera no tienen otro recurso que la dramatizaci¨®n ret¨®rica. ?Cu¨¢l es el sue?o del gobernante? La unidad: todos con ¨¦l, que es lo contrario de la pelea permanente de la vida parlamentaria. Saben que es una fantas¨ªa pero se aferran a ella. Y, en la emergencia, es la forma de apelar a la ciudadan¨ªa al sacrificio, cerrando a los adversarios cualquier tentaci¨®n de romperla. Todos lo saben: la unidad perdurar¨¢ justo hasta el momento en que se perciba que ya no penaliza romperla. Y algunos ya apuntan hacia el d¨ªa despu¨¦s, cuando el plan de choque del gobierno se enfrente a la costosa recuperaci¨®n de la normalidad perdida. Hasta entonces s¨®lo aquellos m¨¢s sectarios que s¨®lo hablan para los suyos osar¨¢n politizar la crisis. Y cuesta entender que encuentren c¨®mplices cient¨ªficos para ir a la pelea.
Vamos a ganar esta batalla. Saldremos reforzados. Juntos somos muy fuertes y lo conseguiremos. Es el recurso ret¨®rico del momento que alcanza diferentes niveles seg¨²n la capacidad comunicativa de cada sujeto. No es lo mismo Macron que Pedro S¨¢nchez, que Angela Merkel o que Felipe VI, que parece mentira que no tuviera un asesor capaz de aconsejarle de que no se emitiera un v¨ªdeo tan desabrido. El objetivo lo sabemos: que el miedo retenga al personal. Pero la falta de expectativas carga mucho el ambiente. Y por esta v¨ªa se puede conseguir sumisi¨®n, pero no confianza. Para tranquilizar, dir¨¢n, est¨¢ el plan de choque, con su potente titular: doscientos mil millones para que nadie se quede atr¨¢s. De acuerdo, pero la eficacia del plan depende fundamentalmente de un factor: la simplicidad y rapidez en su ejecuci¨®n. Y todos conocemos la lentitud burocr¨¢tica de la administraci¨®n. Ah¨ª se juega el gobierno buena parte de su cr¨¦dito.
3.- Primer tema de la agenda para el d¨ªa despu¨¦s: la sanidad. Esta crisis debe servir para devolver a la sanidad p¨²blica la prioridad absoluta. Ahora se est¨¢n pagando los destrozos hechos con los furores privatizadores de final de siglo y con el castigo que se le infligi¨® -y con ella a todos nosotros- al cargarle parte de la factura de la crisis con las infaustas pol¨ªticas de austeridad.
La crisis de la Covid-19 ha sacado tambi¨¦n los colores a la Uni¨®n Europea que ha hecho exhibici¨®n permanente de su inanidad. Los propios Estados la han dejado fuera de juega. Se ha impuesto la urgencia y los tiempos de la tecnocracia europea no saben lo que ello significa. ?Qu¨¦ hacer con Europa? Otra urgencia para el d¨ªa despu¨¦s.
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