En pantuflas para recibir al pr¨ªncipe de Dinamarca
La experiencia de asistir a una representaci¨®n del `Hamlet¡¯ del Lliure en casa es curiosa y gratificante
Algo no ha cambiado: llego por los pelos al inicio de la representaci¨®n del Hamlet del Teatre Lliure. Y eso que es en mi casa. A las ocho de la tarde en punto, tras las palabras de rigor ¡°l¡¯espectacle ¨¦s apunt de comen?ar¡± -pero no los tradicionales timbrazos en forma de la melod¨ªa de La flauta m¨¢gica, un fallo-, arranca la funci¨®n del estupendo montaje de Pau Carri¨® de la obra de Shakespeare, con un reparto encabezado por Pol L¨®pez como el pr¨ªncipe dan¨¦s mismo. En esta ocasi¨®n no hay que ir a la calle Montseny sino que Hamlet, el mism¨ªsimo pr¨ªncipe de Dinamarca, viene a verte.
La iniciativa, que ha convertido el hogar del espectador en Elsinor y ha hecho que el ¡°ser o no ser¡± resuene hasta la cocina y puedas escucharlo en pantuflas, forma parte del programa #LliureAlSofa, que consiste en ayudarte a pasar el confinamiento con teatro, buen teatro. El Hamlet de Carri¨® y L¨®pez ha sido puesto en abierto en la red el jueves y hoy s¨¢bado (20 horas) y podr¨¢ verse tambi¨¦n el domingo, en este caso, siguiendo la idea de reproducir el horario habitual del teatro, a las seis de la tarde. Una magn¨ªfica oportunidad para ver o volver a ver este estupendo espect¨¢culo (se ofrece con subt¨ªtulos en castellano), uno de los mejores montajes que se han hecho en nuestro pa¨ªs del gran texto de Shakespeare, especialmente por la interpretaci¨®n de L¨®pez.
Asistir a la representaci¨®n en casa, a trav¨¦s del canal del Lliure en Youtube, tiene desventajas, claro: por mucho que intentes disimularlo y hasta se oigan las toses de algunos espectadores (toses que hoy inquietan m¨¢s que molestan), no se trata de una representaci¨®n en vivo sino enlatada, no est¨¢ ocurriendo mientras asistes y no emana la inimitable energ¨ªa del directo. Adem¨¢s, por supuesto, aunque la filmaci¨®n es muy correcta, la c¨¢mara te obliga a ver lo que ella quiere de lo que sucede en escena, tu mirada no es libre de vagar por el escenario y ha de adoptar un punto de vista. De entrada, la perspectiva al empezar es como si estuvieras sentado en las filas de m¨¢s arriba (de hecho, me pregunt¨¦ por qu¨¦ no me hab¨ªan dado mejores localidades), pero luego hay todo tipo de planos. Una ventaja es que te acercas lo suficiente para ver detalles como qu¨¦ est¨¢ leyendo el Hamlet de L¨®pez cuando aparece con un libro en la mano en la escena segunda del segundo acto (Jan Kott dijo que Hamlet es un joven que lee un libro): una edici¨®n de los Ensayos de Montaigne. Tambi¨¦n permite asomarte a los ojos h¨²medos del actor para escudri?ar su emoci¨®n en los grandes soliloquios del personaje. O ver el truco de los ojos en blanco de Eduard Farelo cuando encarna al espectro del padre de Hamlet. O recrearte en la calavera de Yorick.
La posibilidad de distraerte en casa (la obra dura dos horas y media) es mucho mayor, pese a que hayas apagado el m¨®vil, estos d¨ªas nadie llame a la puerta y las palabras de Shakespeare te golpeen de manera que se te olvida hasta ir a por un caf¨¦ o al ba?o, aunque nada te lo impide. M¨¢s all¨¢ del formato, reencontrarse con Hamlet en estos tiempos de encierro demuestra la capacidad de Shakespeare para conectar con nuestra realidad. Su Dinamarca como una prisi¨®n, su Elsinore claustrof¨®bico, las m¨²ltiples met¨¢foras sobre la enfermedad, la pestilencia, los d¨ªas enfermizos, ¡°el mundo desencajado y los tiempos torcidos¡±, por no hablar de la soledad existencial del pr¨ªncipe, resuenan poderosamente hoy. Es m¨¢s, probablemente, seg¨²n algunos estudiosos, la p¨¦rdida de su hijo de 11 a?os, Hamnet (sic), muerto durante una epidemia de peste en 1601, influy¨® en la creaci¨®n de Shakespeare de Hamlet¡
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