El enterrador impasible
Agust¨ª Ribot, que ha llegado a dar sepultura a 12 personas en un d¨ªa, asegura que ahora su trabajo es ¡°m¨¢s ¨¢gil, pero m¨¢s fr¨ªo¡±
Agust¨ª Ribot no sabe con precisi¨®n cu¨¢nto tiempo lleva trabajando como enterrador. ¡°Uf, pues¡ ?15, 20 a?os? El tiempo pasa volando aqu¨ª¡±. Sustituye el apret¨®n de manos por un suave golpe con el codo. Est¨¢ plantado en mitad de un sendero con cipreses a lado y lado que asciende hacia el peque?o cementerio de Sant Crist, en Badalona. En media hora debe atender el primero de los 11 entierros previstos para este jueves. ¡°Es una persona mayor, como casi todas, estos d¨ªas¡ Solo ha venido a despedirse un familiar¡±.
Las muertes por coronavirus han obligado a Ribot a soportar una mayor carga de trabajo. ¡°Hemos vuelto a las cifras de antes, cuando incinerar a¨²n era un poco tab¨² y casi todo el mundo enterraba. Llevamos semanas con muchos m¨¢s servicios¡±. Su repaso a la agenda del mes de marzo produce v¨¦rtigo, porque muestra el ascenso de la curva de fallecimientos en toda su crudeza. ¡°Antes de la crisis hac¨ªamos uno, dos, a lo sumo tres entierros al d¨ªa. Ahora hemos llegado a tener una docena¡±.
Solo tres personas pueden asistir a cada ceremonia, seg¨²n los protocolos de salud p¨²blica. Dice Ribot que, hasta ahora, nadie ha intentado saltarse la norma. ¡°La gente lo entiende. Muchas veces, de hecho, no viene nadie. Nos dicen: haced lo que teng¨¢is que hacer y ya le iremos a visitar cuando haya pasado esto¡±. El paisaje humano y hasta el decorado -apenas se ven ramos o coronas de flores- han cambiado. Pero el trabajo de Ribot, alba?il de cementerio, permanece inmutable. ¡°Para m¨ª, es lo mismo que haya tres personas o 100. Intento hacer bien mi trabajo, no me fijo en la gente¡±.
Lleva una mascarilla con filtro y luce unos guantes negros de usar y tirar. ¡°Cuando es un caso de covid, el cuerpo se pone una bolsa estanca con l¨ªquido y se introduce dentro del f¨¦retro. En teor¨ªa, si coges ese f¨¦retro ya no hay peligro¡±. Cuando empieza el entierro, Ribot -que adem¨¢s lleva una bata desechable- se dirige al ¡°familiar de referencia¡± para darle el p¨¦same y explicarle las medidas de seguridad. ¡°Le informo de que primero pasa el coche f¨²nebre y luego el nuestro, y le pido que mantengan entre ellos y con nosotros la distancia de seguridad. Que se pongan la mascarilla. Luego les pregunto si podemos empezar¡±.
El trabajo de sepulturero, seg¨²n lo ve Ribot, es incluso m¨¢s sencillo ahora. ¡°Al no haber gente, los entierros se agilizan, porque no has de esperar al familiar que llega tarde o al que no sabe d¨®nde est¨¢ el nicho. Todo es m¨¢s f¨¢cil, pero el trato es menos cercano, m¨¢s fr¨ªo¡±. Los cementerios, adem¨¢s, permanecen cerrados al p¨²blico. ¡°Hacemos mantenimiento, barremos¡ Pero a veces incluso acabamos antes la jornada y salimos antes¡±, dice sobre un trabajo que no entiende de fines de semana.
A los 43 a?os, oficial de primera de cementerios, gu¨ªa su labor con una premisa: el ¡°respeto¡±. ¡°Esto es un trabajo m¨¢s, pero no es un trabajo cualquiera. No somos barrenderos. Aqu¨ª hay cad¨¢veres, que para las personas tienen un significado. Est¨¢s manejando lo que un d¨ªa fue una persona. No puedes ir pensando que lo metes en el agujero y ya est¨¢¡±.
El veterano sepulturero est¨¢ de luto. Su padre acaba de morir. De coronavirus. ¡°Despu¨¦s de morir mi madre hace unos a?os, se fue apagando. Estaba en una residencia¡±. Con los entierros de los dem¨¢s procura mantener las distancias, ser profesional, no pensar demasiado. Pero cuando el virus toca en primera persona, admite, las cosas cambian. ¡°Es duro no poderte despedir. No pude ni verle porque, al ser covid, no puedes abrir la caja¡±. El padre fue enterrado hace unos d¨ªas en Llinars del Vall¨¨s, su pueblo. ¡°Pens¨¦ en hacer yo mismo el entierro. No hubiese pasado nada porque es lo que hago cada d¨ªa, pero al final ped¨ª a un amigo que lo hiciera por m¨ª¡±.
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