La educaci¨®n posconfinamiento
Ahora se gesta la transici¨®n hacia un nuevo modelo que tendr¨¢ velocidades de implementaci¨®n diferentes y que no solo depender¨¢ del acceso del alumnado a un ordenador, sino sobre todo de las capacidades de los maestros
As¨ª como la respuesta del personal sanitario en el frente externo de la lucha contra el virus ha generado una gran corriente de simpat¨ªa, en el frente interno la crisis ha cuestionado el papel de los profesionales de la educaci¨®n. El agrio debate en las redes sobre la conveniencia de impartir clase en verano es tan solo la punta del iceberg de un cambio en este ¨¢mbito que se vislumbra profundo y en el que las familias tendr¨¢n un papel determinante.
Sin ser del todo consciente, la humanidad realiza estos d¨ªas el experimento sobre educaci¨®n y tecnolog¨ªa de mayor envergadura de la historia. Seg¨²n la UNESCO, en esta experiencia sobrevenida participan 3 de cada 4 ni?os en el mundo, 1,4 billones de alumnos y m¨¢s de 60 millones de maestros. Cualquiera que piense que en septiembre los centros retomar¨¢n el hilo donde lo dejaron al ser confinados tendr¨¢ una profunda decepci¨®n. Aquella escuela qued¨® sentenciada la tarde en que la cerraron.
Ahora, en este experimento masivo improvisado se gesta la transici¨®n hacia un nuevo modelo que tendr¨¢ velocidades de implementaci¨®n diferentes y que no solo depender¨¢ del acceso del alumnado a un ordenador, sino sobre todo de las capacidades de los maestros. Seg¨²n un informe reciente de la OCDE, menos de la mitad de los alumnos espa?oles estudian en centros en que sus profesionales tienen la preparaci¨®n t¨¦cnica y pedag¨®gica adecuada para integrar aparatos digitales en la ense?anza.
En las escuelas catalanas con la tecnolog¨ªa integrada en su d¨ªa a d¨ªa, con ajustes, el curso ha continuado en la nueva normalidad. En el resto, que son mayor¨ªa, la respuesta ha variado en funci¨®n de direcciones y plantillas, con perfiles muy dispares. Algunas escuelas, con empuje y capacidad, han visto c¨®mo las directrices pol¨ªticas frenaban iniciativas para no hacer (m¨¢s) evidentes las desigualdades sociales, entre centros y alumnos. Las limitaciones tecnol¨®gicas de un n¨²mero notable de familias han frenado la puesta en marcha de la escuela digital para tratar de resolver ,antes, estas situaciones. Aunque para muchas de estas la problem¨¢tica no radica en la falta de ordenador.
Las escuelas son un elemento central en la cohesi¨®n social de un pa¨ªs. A los segmentos desfavorecidos les sirven de muleta en cuestiones c¨ªvicas o nutricionales, que les son m¨¢s relevantes que la vertiente acad¨¦mica. A la clase media, sobre todo, que la escuela tenga ¨¦xito en esta funci¨®n le interesa porque si la cohesi¨®n sufre ser¨¢ la principal perjudicada por las consecuencias derivadas. Durante el confinamiento, sin embargo, muchas familias de este segmento se han sentido desamparadas. Sin comprender por qu¨¦ la escuela no arrancaba, no han esperado y han socializado materiales, sobre todo en niveles de infantil y primaria, o comprado cuadernos para que los ni?os no perdieran la rutina.
Estas familias son conscientes de que el ¨¢mbito profesional es cada vez m¨¢s competitivo y que a sus hijos les har¨¢ falta una buena educaci¨®n para mantener el estatus de procedencia. Este es, precisamente, el factor clave de este experimento educativo que vivimos. Si hasta ahora un buen n¨²mero de familias viv¨ªan despreocupadas de la escuela, el confinamiento las ha acercado a su maquinaria. Y muchas -de ah¨ª los debates- han quedado intranquilas. Esta desaz¨®n se ha a?adido a la de un horizonte laboral muy incierto. El hecho de organizar una educaci¨®n sui generis en casa durante el limbo escolar las ha llevado a preguntarse si la transmisi¨®n de conocimientos no se subordina en exceso a la misi¨®n cohesionadora de la escuela -a pesar de apoyarla- y a cuestionarse la propia implicaci¨®n en la educaci¨®n de los hijos.
Esto tendr¨¢ una primera derivada. Las familias no saldr¨¢n del confinamiento con una conciencia colectiva mayor, pero s¨ª siendo m¨¢s exigentes a todos niveles. De entrada, algunas se interesar¨¢n por trasladar a sus hijos a centros que hayan dado una respuesta educativa m¨¢s solvente al confinamiento, en prevenci¨®n del futuro. Debido a la log¨ªstica o al coste, muchas permanecer¨¢n en los mismos centros. El miedo, sin embargo, a que a sus hijos les falten las herramientas suficientes para enfrentarse a futuras crisis las har¨¢ m¨¢s atentas a su desarrollo educativo. En los centros concertados esto ser¨¢ muy evidente. En la educaci¨®n postconfinamiento all¨ª donde el corporativismo, las direcciones de las escuelas y las administraciones responsables se resistan a los cambios, ser¨¢ esta nueva clase media exigente la que empujar¨¢ a la renovaci¨®n en clave digital y a los muchos cambios que la escuela hace a?os que tiene pendientes.
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