El 90% de los negocios de la comunidad china en Catalu?a sigue cerrado dos meses despu¨¦s
¡°Abrir es un suicidio, se hace poca caja con mucho gasto¡±, afirma el portavoz de los empresarios de origen chino
La comunidad china se?al¨® el camino a seguir para evitar contagios durante la pandemia del coronavirus: los vecinos y comerciantes migrados de China fueron la avanzadilla de la cuarentena. Bajaron persianas, sacaron a los ni?os de las escuelas y se encerraron en casa dos semanas antes que el resto de los barceloneses. Dos meses despu¨¦s, siguen en casa con miedo al virus y muy pocos han reabierto negocios de menos de 400 metros cuadrados. La inmensa mayor¨ªa de los bares no ha reabierto. El presidente de la Uni¨®n de Asociaciones Chinas de Catalu?a, Lam Chuen Ping, cifra en un 90% los negocios cerrados. En Barcelona hay 50.000 chinos y basta pasear por el Fort Pienc, el barrio de la capital con mayor presencia de vecinos de origen chino para ver que las persianas siguen bajadas.
¡°Los compatriotas que han abierto lo han hecho porque son mayoristas y tienen mercanc¨ªa de temporada o para afrontar gastos¡±, dice Chuen Ping. En general, conviene que ¡°abrir es un suicidio, porque se hace poca caja con gasto de personal¡±. ¡°No viene de un d¨ªa¡±, asegura. Parte de la comunidad china de Barcelona tiene familia en Italia, y vieron acercarse el coronavirus como un doble tsunami: primero en su pa¨ªs y luego donde amigos o familiares emigraron. Tienen mucho miedo a la enfermedad: ¡°Este virus es muy malo y deja secuelas, consecuencias de por vida¡±, asegura una voz tras otra.
Uno de los reproches que lanza el portavoz de la comunidad es que, a diferencia de China, las autoridades espa?olas ¡°no controlan ni el estado de salud de la poblaci¨®n, ni que sigan el confinamiento¡±. Recuerda que en algunas zonas de su pa¨ªs hay aplicaciones que se?alan el estado de salud de los ciudadanos o si han pasado la enfermedad. Y critica la falta de claridad en las consignas de las autoridades y las ayudas: ¡°No se puede pagar la mitad de la seguridad social de los trabajadores y si abres con todos los gastos y personal, solo para llevar, es la ruina¡±.
Este diario ha contactado con los protagonistas del reportaje publicado hace dos meses justo antes de decretarse el estado de alarma. Joan Liu, restaurador del barrio del Bes¨°s, estaba a punto de cerrar. Lo hizo y no ha vuelto a abrir. ¡°Mi familia no ha salido para nada. Solo yo para ir al restaurante a coger comida de la c¨¢mara y el congelador¡±, explica. Insiste en la agresividad del virus como argumento para no reabrir: ¡°?Para qu¨¦ quieres hacer dinero? Si luego te mueres no lo vas a poder gastar¡±, afirma. ?l viaj¨® a su pa¨ªs en enero, por el A?o Nuevo, y al regresar se autoimpuso una cuarentena de dos semanas. Tampoco han abierto Xufen Ye y su marido, que regentan el Bar Roca cerca de la Sagrada Familia. Las hermanas Zhao s¨ª reabrieron para cocinar por encargo, y explican que parte del personal se marcharon a China y no quieren volver.
Otros miembros de la comunidad est¨¢n en casa por respeto al virus y tambi¨¦n porque son empleados de restaurantes cerrados: camareros o cocineros. Es el caso de Wei Chen, fotografiada con sus dos hijas en la ventana de su piso de la calle Al¨ª Bei hace dos meses, cuando las escuelas todav¨ªa no hab¨ªan cerrado. Siguen en casa, explicaba ayer su marido detr¨¢s de la puerta entreabierta, mientras ella hab¨ªa salido a comprar. Trabaja haciendo sushi para un compatriota que tiene varios restaurantes, ¡°todos cerrados¡±.
Entre los pocos negocios abiertos en el barrio figura el supermercado Oh Food, al lado de la estaci¨®n del Nord. En la caja sigue, como antes del confinamiento, Luis Jiang, y explica que solo cerraron un mes, en el punto ¨¢lgido de los contagios. Salta a la vista que el establecimiento es un punto de abastecimiento de comida asi¨¢tica para los vecinos. En Ausi¨¤s March, ayer reabri¨® el colmado Fruita Dol?a, que ha parapetado la zona de la caja con grandes piezas de pl¨¢stico.
Tambi¨¦n han abierto dos bazares. El Al¨ª Bei, en la calle del mismo nombre, donde el due?o, de avanzada edad, explica con un fuerte acento, ahora chino y ahora italiano, que solo abre cuatro horas por la ma?ana. En la puerta ha colgado con adhesivo una botella grande de gel hidroalcoh¨®lico. Y en la calle de Casp, en el bazar Casa Immensa, Yan no se mueve de la puerta, donde han instalado un pl¨¢stico que obliga a entrar agachado. ¡°Hay que pagar facturas¡±, se encoge de hombros asegurando que el local no supera la superficie m¨¢xima y tiene 380 metros cuadrados.
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