Fallece a los 77 a?os Quim Lecina, actor libre y creador poli¨¦drico e irreductible
Fue uno de los miembros hist¨®ricos del Teatre Lliure y combin¨® todas las artes esc¨¦nicas en una carrera absolutamente personal, apasionada y heterodoxa
El actor, director y autor catal¨¢n Quim Lecina, uno de los miembros hist¨®ricos del Teatre Lliure desde 1976, unido para siempre a la memoria del colectivo (hizo 18 espect¨¢culos) y creador con una carrera absolutamente personal y heterodoxa, ha fallecido el domingo a los 77 a?os a causa del c¨¢ncer que padec¨ªa. Con una trayectoria profesional de casi medio siglo, Lecina, que resid¨ªa desde hace treinta a?os en Rupi¨¤, era una rara avis en el ecosistema teatral catal¨¢n porque nunca se encasill¨®, se acomod¨® ni dej¨® de investigar en m¨²ltiples direcciones y de afrontar retos nuevos. Es dif¨ªcil clasificarlo, por poli¨¦drico, por su af¨¢n de libertad y su rebeld¨ªa. Fue sin duda un actor como la copa de un pino, como recordar¨¢n todos los que le hayan visto en un escenario, permanentemente insatisfecho, en perpetua b¨²squeda de la excelencia, que juzgaba por definici¨®n inalcanzable; pero tambi¨¦n hizo discurrir su innegable genio por la direcci¨®n, la autor¨ªa y por otras artes como la m¨²sica, la literatura y la poes¨ªa.
Se convirti¨® en un rostro famoso, a trav¨¦s del escenario del Lliure, de la televisi¨®n (actu¨® en varias series, como Poblenou) y del cine (La ciudad de los prodigios, La febre d¡¯or, Monturiol¡), y sin embargo nunca dej¨® de encabezar o de participar en proyectos de peque?o y min¨²sculo formato en salas alternativas o en escenarios fuera del circuito al uso. Se entreg¨® tambi¨¦n con cuerpo y alma, como lo hac¨ªa todo, a la docencia, con un concepto artesanal y generoso del oficio de la interpretaci¨®n. Entre sus trabajos hay desde papeles convencionales -aunque nunca un papel fue convencional en las manos de Quim- como Las tres hermanas de Ch¨¦jov que hizo en el Lliure con Llu¨ªs Pasqual, La nit de las tribades y La Bella Helena, en el mismo teatro, o su verdadera encarnaci¨®n de Walter Benjamin -un personaje que le apasionaba- en la pel¨ªcula L¡¯¨²ltima frontera, hasta un recital de poemas sat¨ªricos de Pere Quart (Jo soc la vaca de la mala llet), la participaci¨®n en conciertos de jazz (un g¨¦nero que adoraba, aunque no se consideraba m¨²sico) o un recital de m¨²sica del siglo XII con textos er¨®ticos hallados en el monasterio de Ripoll (Monjos i Trobadors).
Uno de sus ¨²ltimos trabajos fue la creaci¨®n del espect¨¢culo El gran circ d¡¯Erik Satie (2018) con Montserrat Bertral (voz) y Daniel Blanch (piano). Le encantaba esos formatos pr¨®ximos al teatro caf¨¦, al music hall, al cabar¨¦. Trabaj¨® con el Teatro Invisible (sobre los heter¨®nimos de Pessoa), una formaci¨®n cuyo ideario le iba como anillo al dedo. Y en el Teatre Nacional de Catalunya. Su idea del teatro, como la de la vida -para ¨¦l ambos estaban inseparablemente interconectados- era de aprendizaje continuo, de exploraci¨®n y de riesgo. Inasequible al desaliento, nunca le importaron el ¨¦xito y el fracaso: estaba m¨¢s all¨¢ de ellos en un camino que solo ¨¦l parec¨ªa ver y entender. Adem¨¢s, cre¨ªa en el papel social de las artes esc¨¦nicas y sus espect¨¢culos trataban de revelar y reivindicar facetas desconocidas u olvidadas de la cultura, de provocar y de despertar conciencias. Particip¨® en 1974 en La Setmana Tr¨¤gica, de Llu¨ªs Pasqual, tras abandonar una carrera de ejecutivo en una multinacional por el escenario. Personalmente pose¨ªa una extra?a belleza, dura y salvaje, que anidaba tanto en sus rizos, tan irreductibles como ¨¦l, como en la sensaci¨®n de que estabas frente a una fuerza de la naturaleza, un hombre enteramente comprometido con sus metas y sus esperanzas y que parec¨ªa mirar siempre a un lugar lejano a tus espaldas. Capaz de una gran ternura, nunca exig¨ªa a los dem¨¢s todo lo que no dej¨® ni un d¨ªa de exigirse a s¨ª mismo.
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