Atreverse
Si es verdad que el independentismo de ERC es de izquierdas y no nacionalista, como se ha preciado en decir siempre, la superaci¨®n de esa l¨®gica y el compromiso s¨®lido con esta fase de la pol¨ªtica estatal deber¨ªan ser una prioridad absoluta
La decisi¨®n de la direcci¨®n y del grupo parlamentario de ERC de facilitar la pr¨®rroga de la ¨²ltima solicitud del estado de alarma por parte del Gobierno de coalici¨®n es una noticia importante. No solo por el hecho en si ¡ªlos republicanos vuelven a abstenerse despu¨¦s de dos noes¡ª, sino por el momento en que se produce..., as¨ª como por las potencialidades que abre, siempre y cuando estas se quieran aprovechar. El momento es importante tanto por el contexto de la pol¨ªtica estatal como de la catalana.
El Gobierno de coalici¨®n progresista ¡ªcon sus aciertos y sus errores, pero con una hoja de servicio di¨¢fana en querer enfrentar la crisis econ¨®mica derivada de la pandemia con criterios de redistribuci¨®n y sensibilidad social¡ª se encuentra ahora mismo bajo un ataque muy fuerte. Hay quien quiere ¡ªdesde barrios acomodados y fundaciones influyentes¡ª simplemente aniquilarlo, utilizando todas las bazas a disposici¨®n. Hay quien quiere acorralarlo m¨¢s lentamente, con la perspectiva de un trueque de presupuesto por elecciones en oto?o quiz¨¢s. Y hay quien, ofreciendo colaboraci¨®n, trabaja para reorientarlo, intentando reducir el peso de su alma m¨¢s progresista.
En Catalu?a quiz¨¢s la gravedad de la situaci¨®n no sea tan vistosa, pero no por ello menos intensa. Hay un Gobierno paralizado de facto, la falta absoluta de un horizonte pol¨ªtico de legislatura, y una parte del independentismo de matriz nacionalista instalado ya en posiciones asimilables a cualquiera de los nacional-populismos que tristemente pueblan nuestra ¨¦poca. En este marco, hay un president de la Generalitat que ha decidido utilizar su poder de convocatoria de elecciones (despu¨¦s de prometer en el Parlament que se votar¨ªa aprobados los Presupuestos) como un arma de chantaje, y un expresidente en B¨¦lgica que intenta mover todos los hilos ret¨®ricos de los que dispone para mantenerse en la escena pol¨ªtica y no ser condenado al olvido.
Todo ello pasa mientras nos enfrentamos posiblemente al desaf¨ªo m¨¢s importante que ha tenido y tiene la democracia espa?ola y catalana desde la Transici¨®n. Un desaf¨ªo que reclama a gritos superar los embates propagand¨ªsticos que han embarrado y embarran la vida pol¨ªtica y facilitar acuerdos de base amplia. A la pol¨ªtica se le piden cosas importantes. Seguir gestionando el control del virus mientras se reactiva y se reformula la econom¨ªa, intentando evitar una quiebra social de dimensiones desconocidas. Interlocutar con la UE y ser un actor importante de un nuevo impulso europeo que ponga en el centro la democratizaci¨®n de las estructuras de la Uni¨®n y la capacidad de dibujar estrategias a largo plazo. En definitiva, a la pol¨ªtica se le pide hacerse cargo de la complejidad de la situaci¨®n y ser ¨²til.
En esto ERC puede jugar un papel, si quiere. Puede ser un socio leal del Gobierno de coalici¨®n, fortaleciendo su perfil progresista y plurinacional. Para hacerlo deber¨¢ superar aquella l¨®gica tan <CF1001>pujolista </CF>de tener como br¨²jula pr¨¢cticamente ¨²nica los equilibrios en Catalu?a. Una l¨®gica flexible en los actos, pero r¨ªgida en sus fundamentos. Esa manera de hacer pol¨ªtica en sus actos llev¨® a participar de la vida pol¨ªtica espa?ola, pero en sus fundamentos no se apart¨® de su objetivo prioritario: la consolidaci¨®n de un proyecto nacional sustancialmente conservador, hegemonizado por su fuerza pol¨ªtica. Si es verdad que el independentismo de ERC es de izquierdas y no nacionalista, como se ha preciado en decir siempre, la superaci¨®n de esa l¨®gica y el compromiso s¨®lido con esta fase de la pol¨ªtica estatal deber¨ªan ser una prioridad absoluta. El argumento de que su objetivo es la independencia y no tiene sentido comprometerse con un proyecto de ¨¢mbito ¡°espa?ol¡± es falaz. Las posibilidades de retomar cualquier iniciativa independentista en este momento est¨¢n cercenadas por la situaci¨®n econ¨®mica y, sobre todo, por el anclaje europeo. Dicho de forma clara: ahora m¨¢s que nunca, plantear demandas independentistas es tanto como quedarse fuera de un proyecto europeo que es el ¨²nico vector real de la posibilidad de no quebrar econ¨®mica y socialmente.
Justo por esta raz¨®n, tambi¨¦n en el escenario catal¨¢n ERC puede y debe desempe?ar un papel distinto al que ha jugado en los ¨²ltimos a?os. Mantener la coalici¨®n de Gobierno con JxCat no tiene ning¨²n sentido en el nuevo contexto. A¨²n menos cuando ese espacio tan revuelto ha asumido la inutilidad, la propaganda y la deriva identitaria como forma de hacer pol¨ªtica. Es una propuesta que en toda Europa tiene un p¨²blico, como se ha demostrado. La pregunta es si se tiene que confrontar con ella, o ayudarla a consolidarse. Romper con la din¨¢mica del procesismo¡ªtan trufada de propaganda y tan hueca de contenidos democr¨¢ticos, como demuestra el acoso al que est¨¢ siendo sometida incluso la propia ERC¡ª es la condici¨®n imprescindible para que en Catalu?a se pueda volver a la utilidad de la pol¨ªtica desde una perspectiva progresista capaz de dar respuestas a los retos de cohesi¨®n social que ya est¨¢n aqu¨ª.
ERC tiene muchas responsabilidades, seguramente muchos obst¨¢culos, pero tambi¨¦n muchas oportunidades por delante. Ahora hace falta que, de una vez por todas, se atreva sin mirar atr¨¢s.
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