De crisis en crisis
Ya no es cre¨ªble que Junts per Catalunya ¡ªsi confirma su giro a la izquierda¡ª y ERC mantengan su relaci¨®n por amor al pa¨ªs ni por el gran objetivo incumplido hace tres a?os, sino por necesidad de poder
?C¨®mo supera las crisis la burgues¨ªa?, se preguntaban Marx y Engels en el Manifiesto comunista. En estos tiempos convulsos, su respuesta es tan vigente como cuando la escribieron hace 172 a?os: ¡°Por una parte, mediante la destrucci¨®n forzada de una masa de fuerzas productivas; por otra, mediante la conquista de nuevos mercados y la explotaci¨®n m¨¢s intensa de los viejos¡±. Y el influyente texto sintetizaba: ¡°Preparando crisis m¨¢s extensas y reduciendo los medios para prevenir otras¡±.
Cambiemos burgues¨ªa por independentismo y todo bebe de aquellas fuentes tan denostadas por una parte de los seguidores del proc¨¦s y, sobre todo, por la gran mayor¨ªa de sus antecesores. En el caso de Esquerra Republicana, si bien es cierto que hist¨®ricamente nunca busc¨® la sombra del comunismo, su incapacidad actual para soltar amarras con sus socios la convierte en part¨ªcipe de las zozobras en las que vive instalada una destacada parte del electorado catal¨¢n. Turbaci¨®n que aumentar¨¢ si se confirma el giro a la izquierda que persigue Junts per Catalunya o la formaci¨®n que la releve. Operaci¨®n que apunta hacia una confrontaci¨®n definitiva. Y como ya no es cre¨ªble que los compa?eros de viaje y de Govern mantengan su relaci¨®n y rencillas por amor al pa¨ªs ni por el gran objetivo incumplido hace tres a?os sino por l¨®gica y necesidad de poder, podr¨ªamos convenir que lo suyo se inspira en aquellos versos populares tantas veces citados que lamentan que ¡°ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio. Contigo porque me matas, sin ti porque me muero¡±.
La reconversi¨®n ideol¨®gica que al parecer prepara Jordi S¨¤nchez es de mayor envergadura. Tanto por convicci¨®n e historial propios como por el ascendente emocional que las CUP irradian sobre Carles Puigdemont y los postconvergentes, a quienes abrazan furtivamente por su conversi¨®n al independentismo pero desprecian ol¨ªmpicamente por su doctrina liberal. Detalle, este, que Esquerra utiliza como arma de doble filo al justificar la suma de tendencias como valor a?adido. Pero no debe serlo tanto cuando todos desean pescar en el mismo banco. Posibilidad ingrata para el PDeCAT, heredero de la antigua Converg¨¨ncia, cuya decisi¨®n definitiva est¨¢ al caer. Todo depende de sus alcaldes, fuerza de control y presencia territoriales y que con sus cuotas de implantaci¨®n permiten proyectar imagen de poder.
Todo esto convierte la restauraci¨®n en una obligada revisi¨®n del propio pasado de muchos catalanes. Aquellos que est¨¢n en contra del impuesto de sucesiones aprobado en los Presupuestos de la Generalitat votados por ellos mismos y a favor de la reforma laboral espa?ola presentada por el PP mientras se aplica su ley mordaza. Conceptos antit¨¦ticos con los descritos en el manual del buen izquierdista. Catal¨¢n o espa?ol.
No hace tanto tiempo que este marasmo ideol¨®gico se justificaba con la transversalidad necesaria del independentismo. Se pod¨ªa ser nacionalista catal¨¢n de centroderecha y desear una vida libre de ataduras hispanas. Esto, ahora, est¨¢ en cuesti¨®n. Y no es nuevo. Una revisi¨®n detallada de los resultados electorales de los comicios anteriores a la crisis de 2017 ya permit¨ªa observar que el mayor aval secesionista proced¨ªa de sufragios a formaciones de izquierdas. Y era precisamente esto lo que asombraba de las decisiones de Artur Mas cuando pretend¨ªa hacer creer que el paraguas del proc¨¦s cubr¨ªa lo que el tiempo y la historia han demostrado inalterables. Era cuando Catalu?a estaba a punto de exhibir al mundo que nuestra inventiva, nuestra perseverancia, nuestra fuerza y nuestra astucia podr¨ªan con todo. Con todo, excepto con la concordancia inevitable para conseguir semejante proeza. Y aqu¨ª estamos. Haciendo de la divisi¨®n virtud y de la unidad entelequia.
Aprovechando este resquicio y alg¨²n otro, este fin de semana echa a andar el Partit Nacionalista Catal¨¤. Un registro legal en manos de quienes se fueron y siguen abandonando el barco cuando detectaron la p¨¦rdida de rumbo y las exigencias del gran capit¨¢n. Descar¨¢ndose sutilmente, rotos los v¨ªnculos, los carnets y las complicidades personales, aquellos desilusionados han ido forjando su proyecto racional mientras sus colegas readaptados a la ortodoxia intransigente los empujaban a las aguas siempre procelosas de las redes sociales. All¨ª donde el insulto es libre y la descalificaci¨®n es norma.
Pero, enmendados los errores cometidos, aquellos supervivientes se presentan en sociedad para decirles a hu¨¦rfanos y abandonados, temerosos y vacilantes, que sus anhelos pol¨ªticos vuelven a merecer atenci¨®n. Y alguna posibilidad parece existir cuando otros navegantes con id¨¦nticos ideales pero de resultados descriptibles se les acercan con la intenci¨®n de aumentar la colonia y participar del potencial bot¨ªn. Todos dicen intuir cu¨¢ntos posibles electores les esperan pero ninguno sabe a ciencia cierta qu¨¦ probabilidad tienen de agruparlos. No quieren vivir de las mieles del pasado pero algunos argumentos rezuman nostalgia. Incluso melancol¨ªa por aquello que ya es historia. La que no se repite. O que cuando lo hace es en forma de farsa. ?Tendr¨¢ Marx raz¨®n de nuevo?
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