La sentencia que nadie ley¨®
Invocar que la culpa de la actual situaci¨®n pol¨ªtica fue la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut de Catalunya no se aguanta por ning¨²n lado. Es evidente que se aprovech¨® para manipular a los catalanes
Estos d¨ªas se cumplen 10 a?os de la aprobaci¨®n y publicaci¨®n de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut de Catalunyaa. Quienes no la leyeron siguen diciendo las mismas falsedades de siempre: la ignorancia es atrevida, la mala fe es infinita.
El actual mensaje del independentismo ¡ªy de buena parte del socialismo catal¨¢n, corresponsable del Estatuto¡ª sigue siendo la peregrina teor¨ªa de que la sentencia rompi¨® un ¡°pacto constitucional¡±, se supone que entre Catalu?a y Espa?a. Sin embargo, tal pacto es inexistente, nunca tuvo lugar: la Constituci¨®n fue aprobada por las Cortes, es decir, el Congreso y el Senado y, en ¨²ltimo t¨¦rmino, ratificada por una inmensa mayor¨ªa del pueblo espa?ol.
As¨ª consta expl¨ªcitamente en el encabezamiento de nuestra Constituci¨®n y se repite en el inciso final de su breve pre¨¢mbulo: ¡°Las Cortes aprueban y el pueblo espa?ol ratifica la siguiente Constituci¨®n¡±. No hay un pacto entre representantes de dos pueblos distintos ¡ªCatalu?a y Espa?a¡ª, sino un acuerdo entre ciudadanos espa?oles. Es decir, es una Constituci¨®n y no un tratado: si fuera un tratado estar¨ªamos ante una confederaci¨®n, es decir, un pacto entre Estados previamente independientes.
Hay una larga tradici¨®n en el constitucionalismo que tiene esta misma base pol¨ªtica y jur¨ªdica. Por ejemplo, la Constituci¨®n norteamericana de 1787, la primera Constituci¨®n de la historia, todav¨ªa vigente, empieza con el c¨¦lebre ¡±We are the people of the United States¡± (nosotros somos el pueblo de Estados Unidos), es decir, el poder constituyente est¨¢ en el pueblo, en los Estados de las excolonias inglesas. De ah¨ª se deduce que todas sus normas, incluidas las constituciones de cada uno de los Estados federados, quedaron sometidas jer¨¢rquicamente a la Constituci¨®n.
Este principio fue declarado definitivamente en la famosa sentencia Marbury v. Madison del Tribunal Supremo pronunciada en 1804. Tras la cruenta guerra civil del Norte contra el Sur (federales contra confederados), el Tribunal Supremo aplic¨® esta doctrina a la unidad federal en la sentencia Texas v. White (1869) mediante un principio clar¨ªsimo: Estados Unidos es ¡°una uni¨®n indestructible de Estados indestructibles¡±, los mismos t¨¦rminos que invoc¨® recientemente el presidente Obama para rechazar una petici¨®n de secesi¨®n por parte de un Estado.
Pues bien, nuestra Constituci¨®n, en este aspecto, es muy semejante a la vieja constituci¨®n norteamericana: no es un tratado y el Tribunal Constitucional ejerce de garante ¨²ltimo de su cumplimiento. Ello es lo que ignoraron quienes rechazaron la sentencia del Estatut llegando a declarar que era ileg¨ªtima por antidemocr¨¢tica, ya que un poder jurisdiccional como el TC no pod¨ªa contradecir lo aprobado por el pueblo de Catalu?a en refer¨¦ndum. Antes de la sentencia hubo fuertes coacciones al TC. La m¨¢s conocida fue el editorial conjunto de 12 peri¨®dicos catalanes en el que se ped¨ªa que los magistrados declarasen la plena constitucionalidad del Estatut, ya que se trataba de una cuesti¨®n pol¨ªtica. Poco respeto por el Estado de derecho ¡ªadem¨¢s de mostrar la falta de pluralismo de la prensa catalana¡ª manifestaba este editorial: en realidad ped¨ªan que los jueces prevaricasen. En una resoluci¨®n del Parlament se pidi¨® al Tribunal que se inhibiese por ser incompetente: m¨¢s de lo mismo.
Por ¨²ltimo, a las pocas horas de conocerse el fallo de la sentencia pero no su contenido, es decir, sus argumentos, el presidente Montilla, en solemne alocuci¨®n televisada, inst¨® a la sociedad catalana ¡ªrecogi¨® el guante ?mnium Cultural¡ª a que se convocara una manifestaci¨®n que tuvo lugar el 10 de julio, la primera de las manifestaciones denominadas multitudinarias: un mill¨®n y medio de asistentes seg¨²n los organizadores, 425.000 seg¨²n EL PA?S, 64.000 seg¨²n la empresa especializada Lynce. Empezaba el populismo pol¨ªtico catal¨¢n.
Ah¨ª empez¨® todo, pero no fue la causa de todo. Las causas estaban en la pol¨ªtica de construcci¨®n nacional que empez¨® en 1980, en el lema ¡°Espa?a nos roba¡± de unos a?os antes y en el malestar social que provoc¨® la crisis de 2008. Por parte del independentismo que propugnaba expl¨ªcitamente ERC y, sin todav¨ªa decirlo, CiU, se aprovech¨® la ocasi¨®n. El PSC fue el colaborador necesario.
Nadie hab¨ªa le¨ªdo la sentencia: se public¨® el 9 de julio, un d¨ªa antes de celebrarse la manifestaci¨®n, cuando todo estaba ya preparado para celebrarla. Invocar que la culpa de la situaci¨®n a la que hemos llegado fue esta sentencia no se aguanta por ning¨²n lado. Que se aprovech¨® para manipular a los catalanes es m¨¢s que evidente.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.