De lo p¨²blico
Espa?a deber¨¢ justificar su pellizco econ¨®mico. Y ah¨ª es donde entra en juego la necesidad de revisar la gesti¨®n de lo p¨²blico en todas sus dimensiones en un pa¨ªs al que a veces cuesta asumir que el gratis total no existe
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Pasados los momentos de la propaganda, aparecen las rebajas de la euforia. Tras la grandilocuencia aplicada al acuerdo europeo para la reconstrucci¨®n, los matices van tomando forma y la conclusi¨®n es que en Bruselas no ha habido ni vencedores ni vencidos. Solo as¨ª la Uni¨®n puede seguir avanzando. Y esto nadie lo niega y todos lo quieren porque el beneficio es general. Por la misma raz¨®n, hay que entender que la cumbre se prolongara durante cinco d¨ªas con sus correspondientes noches. Un tiempo tan denso y largo que en alg¨²n momento se pudo intuir cercano a las penas de Joaqu¨ªn Sabina cuando ¡°va en romer¨ªa con la cofrad¨ªa del santo reproche¡±.
Felizmente no fue as¨ª. Aunque, traducida, la canci¨®n servir¨ªa a aquellos pa¨ªses que han exigido y logrado reformas estructurales y controles sobre el gasto para evitar que los sure?os caigan en la tentaci¨®n ¡°del juego y el vino¡± y vayan sobreviviendo ¡°derrochando la bolsa y la vida¡±, como entona el cantautor aliviando el agobio del desplante. Una imagen basada en el t¨®pico, que, recordemos, es aquella idea resultante de la reiterada repetici¨®n de una verdad que ni el tiempo ha conseguido desnudar.
La conclusi¨®n es que en Bruselas no ha habido ni vencedores ni vencidos. Solo as¨ª la Uni¨®n puede seguir avanzando
Espa?a, pues, va a disponer de un buen pellizco econ¨®mico que deber¨¢ programar y justificar a partir de un autocontrol en parte supervisado y con obligaci¨®n de retorno. Y ah¨ª es donde entra en juego la necesidad de revisar la gesti¨®n de lo p¨²blico en todas sus dimensiones en un pa¨ªs al que a veces le cuesta asumir que el gratis total no existe.
Bajo esta premisa, hay que entender que los Estados del norte exijan el examen comunitario del gasto p¨²blico, que en su cultura protestante tiene que ver con la responsabilidad individual. Al no ser de nadie es porque es de todos. Esta, a su vez, emana de la reforma moral que el liberalismo pretendi¨® desde un principio de manera obsesiva. Seg¨²n la historiadora Helena Rosenblatt, el suyo era un proyecto ¨¦tico que instaba a un reformismo basado en la conciencia c¨ªvica de una ciudadan¨ªa generosa favorable al bien com¨²n. Y esto exige reglas de comportamiento y vigilancia para que los esfuerzos colectivos no se desperdicien en beneficio de unos grupos reducidos e interesados, ya sean los de los ricos influyentes o los de los pobres p¨ªcaros. Para esta inspecci¨®n bastar¨ªan los ¨®rganos legalmente establecidos para tener a la propia administraci¨®n bajo la lupa permanente, pero la experiencia y la casu¨ªstica demuestran que es insuficiente. Esto se constata tanto en la jerga popular, ampar¨¢ndose en ¡°hecha la ley, hecha la trampa¡±, como en el anecdotario del conde de Romanones, a quien se atribuye: ¡°Hagan ustedes las leyes y d¨¦jenme los reglamentos¡±. Sumando ambas sentencias, observaremos el paisaje dominante. M¨¢s de 100.000 normas vigentes que impiden una eficaz administraci¨®n del bien p¨²blico, perdido en un inmenso marasmo burocr¨¢tico.
El ejemplo m¨¢s reciente lo tenemos en los ERTE, que muchos a¨²n ignoran cu¨¢ndo podr¨¢n percibir. Sandro Rosell, por su parte, denuncia que el retorno de todo lo embargado por la justicia en 24 horas le supuso un a?o de espera desde la absoluci¨®n de todos los cargos por los que se le hab¨ªa juzgado tras 645 d¨ªas de c¨¢rcel preventiva y 13 recursos de libertad denegados. Cualquier ciudadano sometido a una inspecci¨®n fiscal con cuyas conclusiones no est¨¦ de acuerdo sabe que igualmente tiene que depositar lo que se le pide a la espera de la sentencia judicial, que puede tardar no menos de cuatro a?os. Se hace dif¨ªcil aceptar que la maquinaria del Estado respeta el principio constitucional de presunci¨®n de inocencia. Como resulta arduo entender la facilidad y esmero con los que se compensa a algunas grandes empresas siempre atentas a la oferta p¨²blica y listas para ganar sus concursos.
En este pa¨ªs las declaraciones de buenas intenciones suelen durar lo que ¡°dos peces de hielo en un whisky on the rocks¡±. Y los del norte lo saben
Por otra parte, tenemos a los fraudulentos y vividores incapaces de sentirse solidarios con el coste que supone evadir impuestos o abusar de subsidios. Y a quienes no entienden qu¨¦ representa para las arcas p¨²blicas el destrozo habitual del mobiliario urbano o los atentados a bienes y servicios colectivos. No es anecd¨®tico el uso y abuso que los representantes de los partidos pol¨ªticos hacen de los cargos que ostentan en organismos p¨²blicos. Y de sus prebendas con tarjetas de cr¨¦dito en mano o coche oficial. Y siendo cierto que esta bicoca ha ido a menos, tambi¨¦n lo es que siguen sin renovarse los miembros de entes imprescindibles para el adecuado cumplimento del balance democr¨¢tico. Al frente, las corporaciones p¨²blicas de radio y televisi¨®n de ¨¢mbito estatal o catal¨¢n, que estas semanas est¨¢n transmitiendo simult¨¢neamente renovadas muestras de la p¨¦rdida de respeto al llamado bien com¨²n.
Volviendo a Sabina, en este pa¨ªs las declaraciones de buenas intenciones suelen durar lo que ¡°dos peces de hielo en un whisky on the rocks¡±. Y los del norte lo saben.
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