El secreto est¨¢ en las olas
El miedo al otro est¨¢ en el origen de las peores fobias. Y ahora se encarna en unos ciudadanos cada vez m¨¢s aislados, encerrados sobre s¨ª mismos, con la comunicaci¨®n telem¨¢tica sustituyendo la relaci¨®n presenciales
La crisis del optimismo marca el pulso del momento pand¨¦mico. Y cubre con niebla densa un verano distinto, marcado por la angustia y la proximidad. De cerrados en casa a limitados a territorios cercanos, con la sombra del confinamiento persigui¨¦ndonos. La angustia viene del derrumbe de las expectativas, de la inseguridad acumulada desde que los gobiernos cambiaron, ¡°por nuestro propio bien¡±, las prioridades y las reglas del juego: si ahora estamos as¨ª, ?qu¨¦ pasar¨¢ en oto?o? Una inquietud que certifica la desconfianza creciente con los que mandan, que es caldo de cultivo de paranoias y teor¨ªas conspirativas. No hay calma para el cuerpo cuando domina la incertidumbre, es decir, el miedo a estar a la vuelta del verano en situaci¨®n peor.
La pausa de agosto marcaba habitualmente un momento de aparente distensi¨®n. Hasta el Parlamento y los tribunales de justicia cierran por estas fechas. El individualismo econ¨®mico, que lleva tres d¨¦cadas amenazando la cohesi¨®n de la sociedad, se completa ahora con la desconfianza en el cuerpo ajeno, veh¨ªculo del virus amenazador. El miedo al otro est¨¢ en el origen de las peores fobias humanas. Y ahora se encarna en unos ciudadanos cada vez m¨¢s aislados, encerrados sobre s¨ª mismos, con la comunicaci¨®n telem¨¢tica sustituyendo la relaci¨®n corporal de los encuentros presenciales. Un momento para aprovechar para conocerse mejor a s¨ª mismo, dicen, pero es en la relaci¨®n con los dem¨¢s y con el mundo que crecemos. Y en la vida social que nos sacudimos el peso de nuestros propios demonios.
La gran mayor¨ªa de los mensajes que hemos recibido estos meses empiezan as¨ª: ¡°Espero que est¨¦is bien t¨² y los tuyos¡±. Es la expresi¨®n del repliegue en el territorio tribal, de achicamiento de espacios, as¨ª en la vida privada como en la p¨²blica. La distancia con el otro, simbolizada por el retorno de los Estados naci¨®n y la reafirmaci¨®n de las fronteras en Europa, para recordarnos qui¨¦n tiene el poder de marcar el territorio. Y en este contexto no es f¨¢cil hacer un balance del curso que termina. Si sabemos que ha sido el a?o de las mascarillas. Y que muchas cosas depender¨¢n de si en oto?o seguimos todav¨ªa con ellas. O si aparece alguna expectativa de empezar a abandonarlas. Nada como las mascarillas representa el repliegue y camuflaje que nos ha impuesto este tiempo. Y la pregunta es: ?cu¨¢ndo nos las quitaremos y qu¨¦ marcas quedar¨¢n de ellas en nuestros rostros? O dicho de otra manera: ?hay salida liberal y democr¨¢tica a este embrollo o solo habr¨¢ servido para acelerar la agenda del autoritarismo postdemocr¨¢tico que se ha ido colando en una ¨¦poca en que se ha pretendido someter a la ciudadan¨ªa con el discurso que afirma que fuera de la ortodoxia econ¨®mica no hay salvaci¨®n?
Al desasosiego contribuyen, qui¨¦rase o no, tanto las instituciones p¨²blicas ¡ªque la pandemia ha colocado ante todas sus contradicciones¡ª como el sistema de comunicaci¨®n masiva propio de la era digital. La infinita informaci¨®n se acerca a menudo a la gran desinformaci¨®n. Afirmar no es informar, del mismo modo que hay una diferencia entre informar y opinar. Las redes son el reino de las afirmaciones sin garant¨ªa alguna de credibilidad o solvencia. Y las webs con reconocimiento y los medios de informaci¨®n m¨¢s convencionales borran con demasiada facilidad la distancia entre la noticia y lo que se piensa de ella. Dicho de otro modo, la informaci¨®n est¨¢ dopada de opini¨®n, marcando cualquier experiencia con el sello de la parcialidad. Y en el balance son los discursos m¨¢s alarmantes los que tienen premio. Cuesta que se imponga la serenidad.
La inseguridad de los gobernantes ¡ªcon muy raras excepciones¡ª se ha puesto de manifiesto esta vez cargando en los expertos cient¨ªficos y sanitarios el peso de sus decisiones, generando en este sentido una peligrosa confusi¨®n, porque curar y gobernar son dos cosas distintas. La otra forma compensatoria de la impotencia en que les ha pillado la pandemia ha sido utilizarla pat¨¦ticamente en la refriega pol¨ªtica. La tarea de controlar la gesti¨®n gubernamental por parte de la oposici¨®n o de defender sus competencias por parte de las comunidades aut¨®nomas en vez de moverse en el terreno de la cr¨ªtica con voluntad cooperativa, se ha extraviado en peleas barriobajeras y en pat¨¦ticas especulaciones con los muertos. Dice un amigo, que la fuerza de Pedro S¨¢nchez est¨¢ en que es especialista en surfear sobre olas que no han sido creadas por ¨¦l. El secreto est¨¢ en las olas.
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