Sardanas guardando la distancia y otras paradojas
Viladrau pasa el est¨ªo entre la paz y la incertidumbre, confiando en que la presencia masiva de veraneantes sea una oportunidad de reactivaci¨®n econ¨®mica y no una amenaza
Vaya esto por delante: Viladrau es un lugar amable, de una belleza que quita el hipo y con una riqueza natural extraordinaria, que incluso ha aumentado tras el confinamiento (el lunes vi un corzo en los campos de Espinzella, a pleno d¨ªa). Mientras escribo esto observo a la ardilla que cada ma?ana a la misma hora se columpia entre las ramas de los ¨¢rboles y acecho el aterrizaje en la higuera, que ya tiene los frutos maduros, de las orop¨¦ndolas, los orioles, las inigualables aves color del sol, fieles a su regreso al final de agosto. El cielo est¨¢ de un azul l¨ªmpido sobre la frondosidad verde y sopla un airecillo revitalizador en la atm¨®sfera silenciosa y vagamente melanc¨®lica de una nueva jornada pre?ada de indolencia y de recuerdos. Si esto no es felicidad¡
Pero qu¨¦ verano m¨¢s raro. Desde la guerra, los incendios del Montseny de 1984 y la ventada que se carg¨® en el 87 dos ramas del Castanyer de las Nou Branques, ese icono, no se hab¨ªa vivido un verano as¨ª. Pocas cenas, poco contacto con amigos, contadas fiestas oficiales, cargadas de sospecha, aprensi¨®n, remordimientos, y algunas m¨¢s de las otras; muchas prevenciones y un ambiente social de rumores, suspicacia, temor e incertidumbre, ocasionalmente t¨®xico, que reviste como una insoslayable segunda piel la textura del est¨ªo.
Se vive el verano de la Covid en dos planos, el de siempre y el de la dist¨®pica realidad que nos sacude. Dice mucho de la capacidad de adaptaci¨®n del ser humano que la mayor¨ªa seamos capaces de conciliar esas dos dimensiones.
¡°Es recorda que no ¨¦s perm¨¨s de ballar¡±, advert¨ªa el otro s¨¢bado, tomando el micro, uno de los m¨²sicos de la cobla que interpretaba en la plaza del pueblo las tradicionales sardanas tan populares en las noches de verano. La advertencia iba por la pareja que, en un rinc¨®n, frente a la farmacia, cogidos de la mano, se entregaba a una mini danza de extranjis, contando y todo. Signo de los tiempos: velada de sardanas, todos sentados, con mascarillas y separaciones. Suerte que los bares de la plaza serv¨ªan gin tonics¡ Mientras transcurre el verano y las cosas se complican en todas partes, van cayendo actividades en Viladrau en un goteo que no cesa. La alcaldesa, Noemi Bastias (Independents Viladrau), me ha dicho que se plantean suspender la Festa Major (8 de septiembre), as¨ª que nos quedaremos sin el Ball del confeti, entre otras tradiciones. Tampoco se har¨¢n las funciones teatrales del club de los veraneantes -por lo que Evelio y yo deberemos dejar de ensayar nuestro n¨²mero, ganador, de luchadores mexicanos enmascarados-. Las piscinas, la municipal y la del club, siguen abiertas, con normas, y contin¨²an haci¨¦ndose excursiones, una de las actividades t¨ªpicas, como la bici y la siesta.
Para mantener el cumplimiento de la normativa, se?ala la alcaldesa, que ha tenido la mala pata de que su primer verano en el cargo sea precisamente este, se ha duplicado la fuerza p¨²blica: de un guardia municipal se ha pasado a dos, con la opci¨®n de un tercero.
¡°Ha habido que aumentar la vigilancia¡±, dice Bastias, que recuerda que la poblaci¨®n de Viladrau, de 1.040 vecinos, se ha triplicado este verano. Muchas familias han optado por reeditar los viejos veraneos largos; aqu¨ª est¨¢ todo el mundo, hasta ha vuelto, en otro orden de cosas, provisionalmente, Quim Forn (el otro d¨ªa tomaba el aperitivo en la plaza bajo un cartel que reclama su libertad), lo que es una buena noticia. La masiva venida ha metido presi¨®n a?adida especialmente en las tiendas de alimentaci¨®n, la farmacia o el estanco-kiosko, provocando preocupaci¨®n y estr¨¦s la acumulaci¨®n de gente, todo y que los negocios se han beneficiado de la actividad.
Se han reabierto algunas viejas heridas causadas por la dicotom¨ªa natural vecinos/ veraneantes en un pueblo tradicional de estiueg, con segundas residencias que van del estilo Finzi Contini a un sue?o h¨²medo de los Ewing. Algunos veraneantes usan todav¨ªa la palabra ¡°colonia¡± como si hablaran del Raj. Por su parte, hay gente del pueblo que ha hecho de la antipat¨ªa y el reproche una actitud permanente e inflexible ante los for¨¢neos, sin matices. ¡°Me ha picado alg¨²n animal y tengo una inflamaci¨®n muy grande¡±, explic¨® el otro d¨ªa una veraneante por tel¨¦fono a quien le atendi¨® en el dispensario. ¡°?Es usted de Viladrau o de Barcelona?¡±, tuvo que o¨ªrse. ¡°De Barcelona, pero el bicho era de aqu¨ª¡±, adujo con candidez.
¡°Yo creo que todo eso, salvo contadas actitudes personales muy concretas, est¨¢ ya superado¡±, se?ala la alcaldesa. ¡°Habr¨¢ a qui¨¦n no le guste nunca que suba gente de fuera, pero en esta ocasi¨®n ha sido algo puntual con el confinamiento, por el susto ante la epidemia y la percepci¨®n de que aumentaba el riesgo. Ahora ya no, en estos momentos el problema es s¨®lo mantener el orden con tanta gente y unas normativas que cambian cada d¨ªa¡±. Ella ve en la presencia de veraneantes, mientras sigan las normas como todo el mundo, un factor positivo para reactivar la econom¨ªa del pueblo tras la debacle del confinamiento. Cuarenta personas nuevas se han empadronado en Viladrau, lo que parece mostrar una tendencia a que esa presencia se haga permanente en algunos casos, gracias al nuevo h¨¢bito de teletrabajo. Aumentan las peticiones de conexiones a Internet y la fibra ¨®ptica se sigue desplegando a buen ritmo.
Viladrau, apunta Bastias, no ha tenido desde mayo ning¨²n caso de Covid que haya pasado por el dispensario. S¨ª se ha detectado que dos personas de las que estuvieron en cuarentena al presentar s¨ªntomas en el primer brote ahora, al poder hac¨¦rseles las pruebas, han dado presencia de anticuerpos.; o sea, que han pasado la enfermedad. En todo caso, hay veraneantes que se hacen pruebas por su cuenta en Barcelona y recientemente una familia se ha marchado de vuelta a la ciudad al dar positivo un ni?o.
En todo caso, esperando las inevitables tormentas de fin de verano, la vida en Viladrau sigue. Un grupo de vecinos se queja de los ruidos de la planta de licuados, se vuelve a urbanizar la Font del Castanyer, los Puig tienen un lir¨®n en casa (aparte de ellos), un hombre que realizaba tareas de jardiner¨ªa fue mordido por una v¨ªbora, aunque afortunadamente no ha requerido ant¨ªdoto, y un helic¨®ptero aterriz¨® la semana pasada en el pueblo para asistir a un veraneante que sufri¨® un infarto jugando al padel. Desde aqu¨ª, muchos ¨¢nimos Juanito.
Lejos del mundanal ruido
Poblaci¨®n: 1.040 habitantes; con la Covid, han aumentado los empadronamientos y la demanda de Internet. Se extiende la fibra ¨®ptica.
Actividades econ¨®micas: Turismo, agricultura y ganader¨ªa, la f¨¢brica de licuados.
Lugares para visitar: Toda la monta?a, espectacular; las fuentes, los bares de la plaza, la eterna pasteler¨ªa Font. Cenar en la terraza y jard¨ªn de la Mas¨ªa del Montseny.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.