La Setmana del Llibre en Catal¨¤ logra provocar colas en el Moll de la Fusta
La afluencia de p¨²blico y las ventas sorprenden a los responsables de la feria
El sector del libro en Catalu?a, dentro de los disgustos econ¨®micos que le infringe la crisis del coronavirus, no deja de rearmarse moralmente al ir de sorpresa en sorpresa, todas gratas. Primero fue la solidaria respuesta de los lectores, con sus compras online o aplazadas, durante y tras el pico de la pandemia; luego, la notable aceptaci¨®n del Sant Jordi de verano del 23 de julio (un 25% de la facturaci¨®n del cl¨¢sico de abril) y, ahora, en otro reto may¨²sculo, la respuesta al desplazamiento, por cuestiones sanitarias, del gran acorazado de la difusi¨®n del libro en lengua catalana, la Setmana del Llibre en Catal¨¤, de su tradicional y c¨¦ntrica Avenida de la Catedral al Moll de la Fusta, en Barcelona. As¨ª, contra todo pron¨®stico, tanto la facturaci¨®n como la afluencia de p¨²blico est¨¢n sorprendiendo a los organizadores, hasta el extremo de que tanto ayer como el pasado viernes se produjeron colas en diversas horas del d¨ªa para acceder a la feria, ubicada en una zona perimetrada de 4.675 metros cuadrados (casi 3.000 para el p¨²blico) y cuyo aforo m¨¢ximo, por higiene, no puede sobrepasar las 935 personas.
¡°Es evidente que aqu¨ª no tropiezas con la feria paseando como en la Catedral: es gente que viene a prop¨®sito y que, adem¨¢s, est¨¢ comprando¡±, constataba ayer, euf¨®rico, Joan Carles Girb¨¦s, presidente de una 38? Setmana que cierra este domingo tras una edici¨®n de solo cinco d¨ªas, la mitad de lo habitual. La satisfacci¨®n era doble: por un lado, la afluencia de visitantes, que comport¨®, por m¨¢s que fluidas, colas, en donde hasta se vio atrapado siete minutos el presidente de la Generalitat, Quim Torra, que acudi¨® a t¨ªtulo personal. Por otro, la facturaci¨®n: a falta del balance final, la organizaci¨®n baraja cifras para los dos primeros d¨ªas parejas a las del a?o pasado en la Catedral ¡°y la del viernes, la Diada, mejor que en 2019¡±, aqu¨ª quiz¨¢ por el efecto de que no hubo manifestaciones masivas.
A pesar del optimismo moderado, los organizadores no quieren enga?arse, y atribuyen en buena parte el inopinado ¨¦xito a que ¡°casi no hay actos culturales en la ciudad de este tipo: es la primera gran actividad al aire libre y hemos sabido transmitir que, adem¨¢s, es un espacio seguro¡±, apunta Montse Ayats, presidenta de los editores en catal¨¢n. Tampoco es ajeno el perfil de los visitantes, de militancia lectora, como parecen demostrar las cifras de compras. Un tercer factor pasar¨ªa por una cierta inercia de la ciudadan¨ªa, a caballo entre la solidaridad con el sector del libro y una t¨ªmida reactivaci¨®n de la lectura, tercera actividad de ocio durante la pandemia.
Todo ello se traduc¨ªa ayer, por ejemplo, en la notable presencia de padres con sus hijos en las actividades de cuentacuentos o en el casi medio centenar de personas que, guardando las distancias, llenaban cada una de las charlas.
Dinamizar la zona
La distancia de seguridad de metro y medio entre los visitantes era claramente inferior ante los 66 estands de un recinto donde, eso s¨ª, abundaba el gel hidroalcoh¨®lico, los retretes se desinfectaban cada 20 minutos y tras cada actuaci¨®n se hac¨ªa lo propio con las sillas del p¨²blico y el escenario. Pero, a pesar de la afluencia, no hab¨ªa sensaci¨®n de agobio. El secreto: el aforo m¨¢ximo de 935 persones es la mitad de la capacidad real del recinto en tiempos prepand¨¦micos.
¡åAqu¨ª, en espacio, estamos mejor que en la Catedral: hay menos aglomeraci¨®n de paseantes ocasionales y turistas y podemos tratar mejor a un p¨²blico m¨¢s interesado", constata N¨²ria Iceta, editora de L¡¯Aven?, que, ante la imagen del Moll de la Fusta, lanza: ¡°C¨®mo le gustar¨ªa ver esto as¨ª a Pasqual Maragall, que luch¨® tanto por recuperar y dinamizar esta parte de Barcelona¡±.
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