Y despu¨¦s de Trump, ?qu¨¦?
Su derrota no es suficiente para que desaparezcan las causas que lo han hecho posible: la incompatibilidad entre la fase actual del capitalismo, articulada por v¨ªas autoritarias en todas partes, y la democracia liberal
Martin Legros, en Philosophie Magazine, pregunta a Michael Sandel, fil¨®sofo de moda, ¡°c¨®mo ha vivido la crisis de la covid¡±. Y Sandel apunta al centro de la diana: ¡°He tomado conciencia de que la posibilidad de retirarme a mi casa con garant¨ªas de seguridad depend¨ªa de una serie de trabajadores que permanec¨ªan en el frente¡± y ¡°expon¨ªan sus vidas para que nosotros pudi¨¦ramos estar en condiciones de seguridad¡±. Los llamamos trabajadores esenciales, una expresi¨®n que deber¨ªamos utilizar con cierto tiento porque se mueve en el territorio de la desfachatez: los reconocemos como esenciales y asumimos sin chistar que est¨¦n en los pelda?os m¨¢s bajos de la inacabable escalera social que les tiene vedado el acceso a zonas superiores, en lo que el propio Sandel llama la tiran¨ªa del m¨¦rito.
¡°Yo espero que esta crisis nos permitir¨¢ ver lo que les debemos¡±, dice Sandel. Dicen que la esperanza es lo ¨²ltimo que se pierde. Los aplausos de las primeras semanas en homenaje a los esenciales sanitarios se eclipsaron entre la verg¨¹enza de los que sal¨ªan a las ventanas al constatar que de poco serv¨ªa su aliento para que los homenajeados pudieran mejorar su condici¨®n. Y, sin embargo, efectivamente la experiencia de la pandemia ha hecho emerger con toda su crudeza una realidad que viene de lejos, que arranca de finales de los setenta, del momento en que los poderes del capitalismo rompen con la cultura de los pactos sociales de postguerra y proclaman el s¨¢lvese quien pueda. La pandemia, inesperadamente, ha puesto ante nosotros un retablo de situaci¨®n. La mayor¨ªa de ciudadanos fueron encerrados en sus casas por decretos ley de los gobiernos. El mundo ha parado, dec¨ªan. S¨ª, pero no todo. Las apariencias enga?aban. La peque?a minor¨ªa instalada en las alturas se beneficiaba m¨¢s que nadie de la oportunidad de entretener, alimentar y controlar nuestros encierros, desde el reino digital y con la ayuda desde la calle de los que, en condiciones de explotaci¨®n y miseria, nos tra¨ªan lo que necesit¨¢bamos a casa, previa petici¨®n en l¨ªnea.
?Era necesaria la pandemia para que tom¨¢ramos conciencia de esta realidad? La din¨¢mica social sobre la que esta se ha desarrollado viene de lejos, solo que ahora ha extremado sus trazos: se ha hecho caricatura. En el primer momento, se propag¨® la idea de que la pandemia era igualitaria, no hac¨ªa diferencias de clase ni de condici¨®n. No las hac¨ªa ¡ªel virus no distingue entre las personas¡ª pero las hab¨ªa, y no tardaron en ponerse en evidencia. ?Cambiar¨¢ la experiencia vivida esta realidad? Se impondr¨¢ la recuperaci¨®n de viejas categor¨ªas a las que apela Sandel como ¡°bien com¨²n¡± y ¡°contrato social¡±. El contrato social, dice el fil¨®sofo, ¡°presupone una forma de sacrificio mutuo entre las generaciones¡±. Pero para que estos sacrificios sean posibles es necesario que los que tienen m¨¢s se sientan a obligados a comprometerse en ellos. ?Y cu¨¢l es la amenaza que puede hacer recapacitar a los que acumulaban riqueza de modo imparable mientras la mayor¨ªa est¨¢bamos encerrados en casa?
Dice Sandel que la covid ha sido ¡°un test objetivo para Trump, no un test pol¨ªtico¡±. Y, sin embargo, la visualizaci¨®n de su incompetencia no ha impedido que un 40% le siga apoyando en las encuestas. ?De d¨®nde viene esta ruptura profunda que vive Am¨¦rica y que se propaga en todas partes, tambi¨¦n en Europa? Hay que echar a Trump, lo dem¨¢s se dar¨¢ por a?adidura, dicen. Es una idea recurrente pero falsa. Trump ha castigado a Am¨¦rica con el desprestigio. Y ha demostrado c¨®mo una persona puede llegar a da?ar moral y psicol¨®gicamente a un pa¨ªs. Pero su derrota no es suficiente para que desaparezcan las causas que lo han hecho posible. Trump no es un disparate que le ha ca¨ªdo a Estados Unidos desde el cielo. Es un descarnado testimonio de la incompatibilidad entre la fase actual del capitalismo, que se articula por v¨ªas autoritarias en todas partes (de Putin a Ximping, de Erdogan a Bolsonaro, de Trump a las radicalizadas derechas europeas) y la democracia liberal, que vive momentos de grave deterioro incluso en las dos democracias m¨¢s antiguas. Una realidad que la crisis pand¨¦mica ha ayudado a que emergiera tambi¨¦n en Espa?a, en que la derecha nos ha llevado a una completa confusi¨®n entre el poder judicial y el poder pol¨ªtico y una sustituci¨®n de la pol¨ªtica por el resentimiento que est¨¢ haciendo estragos.
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