C¨®mo lidiar con una plaga de serpientes
La misi¨®n del Museu Egipci de Barcelona en Sharuna ha tenido que afrontar el azote de una invasi¨®n de ofidios, incluidas v¨ªboras cornudas y cobras. Emplearon a un especialista local en capturarlas, un ¡®h¡¯awi¡¯
¡°Empezaron a salir serpientes por todos lados, venenosas, una verdadera plaga¡±. La egipt¨®loga se qued¨® en silencio, muy seria, con las pupilas dilatadas. Tragu¨¦ saliva. Fui el jueves al Museu Egipci de Barcelona para que su directora, Mari¨¤ngela Taul¨¦, buena amiga, me explicara la extraordinaria aventura que tuvieron este a?o durante su campa?a de excavaciones en Kom Al-Ahmar / Sharuna, en el Egipto Medio, 60 kil¨®metros al norte de Minia. Pensaba que la historia me ayudar¨ªa a armarme de valor para una de mis pruebas de fuego peri¨®dicas: la limpieza del terrario de la serpiente.
Mi serpiente y yo procuramos importunarnos lo m¨ªnimo, y vivimos nuestras vidas uno de espaldas al otro, ella en sus cosas de serpiente, yo en las m¨ªas. Pero el terrario en el que est¨¢ confinada (a Dios gracias) exige para no parecer el Gehena un m¨ªnimo mantenimiento que incluye una limpieza a fondo, tipo hacer domingo, cada medio a?o o as¨ª (por m¨ª ser¨ªa cada lustro). Y entonces hay que echarle valor porque no hay m¨¢s remedio que sacar a la serpiente, un asunto complejo, ya que no le gusta nada que la molesten ni menos a¨²n que la manipulen, aparte de que yo creo que ve una oportunidad estupenda para vengarse por su prolongado encierro. El proceso requiere agarrar al bicho y trasladarlo a un recipiente al efecto procurando a) que no te muerda y b) que no escape, siendo a veces imposible conciliar a) y b). En caso de fuga es esencial que no se meta en el ba?o, que es el peor sitio para encontr¨¢rtela, aparte de la cama. Lo ideal ser¨ªa tener otro terrario para trasladarla mientras dura la limpieza, pero no me veo capaz de proponer en casa que la serpiente debe tener una segunda residencia: normalmente uso una olla a presi¨®n o una fiambrera. En ambos casos el reto es cerrar el recipiente con una mano mientras tienes agarrado al ofidio con la otra, es la t¨ªpica situaci¨®n de todo o nada que puede llevar al desastre. En el sabroso cap¨ªtulo Memorable moments de su indispensable libro sobre las serpientes (Snakes in fact and fiction, Macmillan, 1964) James A. Oliver, responsable de reptiles de la New York Zoological Society, sostiene que un buen m¨¦todo para manipular pitones reticuladas tozudas es usar una toalla enrollada en la mano. Yo con mi culebra utilizo el guante de esgrima. D¨ªas antes del plazo que me concedo para la ordal¨ªa estoy intranquilo. Intento propiciar a la serpiente sonri¨¦ndole, pero eso, claro a ella le importa una higa. Lo que quiere es que le suministre un rat¨®n. Cosa que no puedo hacer, pues he aprendido que manipularla durante la larga digesti¨®n puede provocar que regurgite la presa, visi¨®n que no le deseo a nadie. As¨ª que no solamente tengo que enfrentarme a la serpiente que no desea ser movida, sino que he de hacerlo cuando est¨¢ hambrienta y, consecuentemente, de p¨¦simo humor.
¡°Por marzo, despu¨¦s de soplar el khamasin, hubo muchas lluvias y se aneg¨® la zona entera¡±, continu¨® Mari¨¤ngela en su despacho, en el que hay fotos de ella con Zahi Hawass, Christiane Desroches Noblecourt, Jordi Clos y Omar Sharif (de la ocasi¨®n en que el popular actor provoc¨® un tumulto en el Museo Egipcio de El Cairo y tuvimos que sacarlo en volandas cuando sus fans lo acorralaron en las salas nubias: eso s¨ª que fue acci¨®n y no La noche de los generales). ¡°En la casa en que vivimos todo se nos moj¨®, las bombillas estallaron y se cort¨® la luz¡±. Era viernes 13 y salieron las serpientes. Un horror. ¡°Estaban por todas partes, de diferentes clases, algunas muy grandes. Los egipcios de nuestro equipo mov¨ªan la cabeza preocupados: las hab¨ªa muy peligrosas. Mataron varias a palos e hicimos fumigar las habitaciones. Entonces vimos que en el almac¨¦n hab¨ªa una cobra¡±.
La cobra egipcia (Naja haje, un el¨¢pido, lo peor) es tremendamente venenosa y para nada compatible con los estudios egiptol¨®gicos. Se impon¨ªa, pues, tomar medidas dr¨¢sticas. ¡°Llamamos a un h¡¯awi, un especialista en sacarlas de las casas, una profesi¨®n que pasa de padres a hijos. Ven¨ªa de Beni Suef¡±. Esos personajes snake-catchers est¨¢n a medio camino entre el mago, Mois¨¦s y el lampista y son l¨®gicamente vista su profesi¨®n, universalmente admirados. Poseen un saber ancestral y quiz¨¢ una inmunidad adquirida por su estrecho contacto con los ofidios. Hay dinast¨ªas famosas de h¡¯awis como la del clan Tulba de Abu Rawash, al norte de Guiza, o los Refaey, de la misma afortunada localidad. Si se busca algo m¨¢s profesionalizado hay una empresa en Cincinatti, Snake Removal. ¡°Fue fascinante verlo trabajar. Entraba en una habitaci¨®n, recitaba una salmodia y entonces establec¨ªa si hab¨ªa una serpiente o no. Las localizaba y las atrapaba, meti¨¦ndolas en una bolsa de pl¨¢stico como de Lidl. Hizo salir la cobra al patio, la cog¨ªa por la cola, la serpiente se revolv¨ªa, erguida, con la caperuza abierta, intentando morderle. ?l trataba de convencerla para entrar en la bolsa¡±. ?Qu¨¦ le dec¨ªa?, pregunt¨¦ a la egipt¨®loga dispuesto a no perder detalle del m¨¦todo. ¡°Por lo visto ped¨ªa a Dios que le protegiera y convocaba a unos santos. A la vez iba declarando que era muy creyente, y que eso le proteg¨ªa¡±. Lo anot¨¦ todo. ¡°No mataba a las serpientes, nunca lo hacen esos especialistas. Se las llevan vivas. No s¨¦ qu¨¦ hacen luego con ellas¡±. Vaya usted a saber. Confiemos que no dejen las bolsas por ah¨ª.
Las serpientes que captur¨®, recalc¨® Taul¨¦, eran muy venenosas. ¡°La cobra, unas v¨ªboras cornudas (Cerastes), otras que los locales llaman teresha¡±. La tarifa del especialista es bastante asequible. ¡°No cobra mucho para lo que hace, de hecho, le dimos una buena propina¡±. Las fotos que me ense?¨® Mari¨¤ngels, en una de las cuales se ve al egipt¨®logo Luis Manuel Gonz¨¢lvez sosteniendo por la cola con suma prudencia una serpiente muy muerta, mostraban tambi¨¦n Eryx colubrinus, la boa de arena egipcia, una constrictora inofensiva que evidentemente pag¨® el pato por sus cong¨¦neres ponzo?osas.
El despiporre de serpientes, todo y haberles puesto de los nervios, no impidi¨® a la misi¨®n de la fundaci¨®n arqueol¨®gica Clos llevar a cabo una fruct¨ªfera campa?a excepcionalmente larga (dos meses y medio) a causa de la pandemia de covid. ¡°Decidimos quedarnos¡±, explic¨® Taul¨¦, ¡°y aprovechar un tiempo que en casa habr¨ªa sido de confinamiento¡±. En Kom Al-Ahmar, donde investigan desde 2006, especialmente vestigios del Imperio Antiguo y ¨¦poca copta, tuvieron toque de queda, pero pudieron trabajar (y dar trabajo a la poblaci¨®n local, para la que son un imprescindible agente econ¨®mico).
Tras mostrarme en la colecci¨®n del museo varias reproducciones fara¨®nicas de serpientes y ense?arme unas mudas de culebra que conserva en una caja de galletas Birba, Mari¨¤ngela me acompa?¨® a la puerta. Estuve tentado, vista su experiencia, de pedirle que me ayudara con mi serpiente o al menos que me pasara el tel¨¦fono del mago egipcio, pero, me dije apretando los dientes con una resoluci¨®n que estaba lejos de sentir, cada uno tenemos que afrontar nuestros retos y obligaciones, y apurar el c¨¢liz amargo de nuestras propias aventuras.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.