Picasso, copista de Vel¨¢zquez
Barcelona expone 19 cuadernos con 1.300 dibujos del malague?o y algunas de las obras que lo inspiraron en su etapa de juventud
Picasso lo guardaba todo: recibos de la compra de pigmentos, pinceles y comida; billetes de tren o de tartana; cuentas de restaurantes y posadas, adem¨¢s de facturas y recibos de todo tipo que han permitido a sus estudiosos saber d¨®nde estaba o que hizo en un d¨ªa concreto. ?C¨®mo no iba a conservar entonces los cuadernos en los que tom¨® apuntes y bocetos desde que comenz¨® a pintar, apenas un ni?o, hasta su ¨¦poca de madurez? En 1907 lleg¨® a escribir ¡°Je suis le cahier¡± (Yo soy el cuaderno), en uno de los siete carn¨¦s con dibujos previos que hizo para Les Demoiselles d¡¯Avignon, mostrando la importancia que conced¨ªa a ese laboratorio de ideas que fueron sus cuadernos. Se conocen casi 200 realizados entre 1894 y 1970 de los que no se desprendi¨® nunca, ya que los consideraba como algo ¨ªntimo y secreto.
El Museo Picasso de Barcelona conserva 19 de los que 17 proceden de la donaci¨®n realizada por el artista en 1970 a la ciudad de Barcelona pertenecientes al periodo de infancia y juventud. Los otros dos son adquisiciones posteriores: el Carnet catal¨¤, en 2000, y el Carnet de La tauromaquia, en 2018. Todos suman 1.300 dibujos.
Para conmemorar los 50 a?os de esta donaci¨®n de casi 2.000 obras: 236 pinturas, 1.149 dibujos, cuatro libros de texto con dibujos marginales, dos grabados, 47 obras de otros pintores y los 17 carn¨¦s; el Museo Picasso expone (hasta el 4 de abril) todos sus cuadernos. Y lo hace junto a algunos de los trabajos finales que se nutrieron de estos dibujos y enfrent¨¢ndolos con obras que Picasso reprodujo en ellos. Como los retratos de Felipe IV y el buf¨®n Calabacillas de Vel¨¢zquez, de los que tom¨® nota e, incluso, copi¨® durante las visitas que realiz¨® al Museo del Prado en 1897, con apenas 16 a?os, en los meses en los que estudi¨® en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. ¡°Las dos obras juntas ganan, la de Picasso es m¨¢s oscura porque la copi¨® antes de la restauraci¨®n que se le hizo a la de Vel¨¢zquez hace 20 a?os¡±, comenta el director del museo, Emmanuel Guigon, contento de celebrar ¡°el acto de generosidad que tuvo Picasso regalando en 1970 sus obras a los barceloneses¡±.
Picasso, no solo copi¨® y se inspir¨® en Vel¨¢zquez durante su estancia en Madrid. ¡°Es curioso que solo pidi¨® permiso para copiar el retrato de Felipe IV, pero no hizo apuntes de este pintor en sus cuadernos, y s¨ª de Goya y sus Caprichos y La tauromaquia¡±, seg¨²n la comisaria de la muestra y conservadora de pintura, escultura y cer¨¢mica del museo Mal¨¦n Gual.
Los cuadernos de Picasso presentan diversas medidas y formatos, pero en todos se puede comprobar el modo en el que trabajaba. ¡°Son dibujos tratados con precisi¨®n y detalle a pesar de la inmediatez, que proyectan la energ¨ªa y la espontaneidad que caracterizan toda su obra y desprenden una constelaci¨®n de temas: retratos, paisajes, temas religiosos e hist¨®ricos, copias y estudios anat¨®micos, sobre todo de manos; quiz¨¢ siguiendo el consejo de su padre de que ¡®en la mano se ve la mano del pintor¡¯. Son una especie de diario ¨ªntimo en el que Picasso investiga y experimenta para solucionar problemas durante el proceso creativo¡±, explica Gual, junto a los cuadernos de 1895 y 1895, de su etapa de alumno de La Llotja de Barcelona, expuestos en una sala presidida por dos enormes yesos de la Venus de Milo y la Venus de M¨¦dicis, que por esos a?os estaban en esas aulas.
Los cuadernos se exponen abiertos por una de sus p¨¢ginas en vitrinas, pero al lado, en una Tablet van pasando una a una. ¡°Se necesitan tres horas para verlos todos¡±, explica Gual. Cuando la pandemia lo permita se podr¨¢n pasar de forma manual a ampliar la imagen para ver los detalles.
Tras los cuadernos realizados en 1898 en Horta de Sant Joan (Tarragona), tambi¨¦n pueden verse los dibujos que hizo en la m¨ªtica taberna de Els Quatre Gats en 1900, adem¨¢s de escenas urbanas, que recoge la influencia de Par¨ªs, tras su primer viaje a la capital francesa. ¡°Es un delicioso reportaje del movimiento, colorido y diversidad de la calle que denota la facilidad de Picasso de captar el momento¡±, prosigue Gual.
El llamado Carnet catal¨¤, realizado en G¨®sol (Lleida), de 1906, con retratos de su compa?era Fernande Olivier, inspirados, como se puede ver en la talla rom¨¢nica de la Virgen de G¨®sol, prestada por el MNAC, es la pen¨²ltima parada de la exposici¨®n que se cierra con el cuaderno que Picasso regal¨® en 1957 al editor Gustau Gili, con escenas y textos de La Tauromaquia de Pepe Illo, relacionado con el libro que se public¨® en 1959 del mismo t¨ªtulo.
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