Lecciones del arte de la Franja en trasiego
El Museo de Barbastro debe contar ahora una historia del arte que desconoce. El Supremo debe por su parte decidir si dictamina solo sobre Catalu?a o abre la caja de Pandora en todos los museos y colecciones espa?olas
El desmantelamiento de la colecci¨®n permanente del Museu de Lleida, que mostraba y explicaba el arte de la Franja aragocatalana, y el traslado de estas obras bajo mandato judicial al Museu de Barbastro, abre una etapa en extremo interesante en un racimo de cuestiones. Escribo en tanto que franjolina y escritora sobre aquellas tierras, y sobre todo en tanto que cr¨ªtica cultural. La cosa ya est¨¢ hecha y repartir m¨¢s le?a en esta reencarnaci¨®n del duelo a garrotazos goyesco en la frontera monegrina aburre. Si a usted le sucede lo mismo, lo comprendo, es un hast¨ªo. En estas l¨ªneas me gu¨ªa no aburrir ni menos agredir, a pesar de tantas administraciones, pol¨ªticas y culturales, que merecen un cero en conducta. Este es un asunto de todo menos insignificante; es, muy en particular, un retrato colectivo de esta Espa?a nuestra que cantaba la canci¨®n.
Este es un asunto de todo menos insignificante; es, muy en particular, un retrato colectivo de esta Espa?a nuestra que cantaba la canci¨®n
No voy a acudir a los antecedentes, que en este peri¨®dico sigue desde hace a?os Jos¨¦ ?ngel Monta?¨¦s con sumo rigor period¨ªstico, perspicacia anal¨ªtica y con algo a?adido que se agradece en particular, el seguimiento informativo m¨¢s all¨¢ de lo que dictaminan los tribunales. Me interesa la etapa en que entramos, en la que el arte de la Franja puede jugar un papel simb¨®lico para muchos otros museos, colecciones particulares y lo que rodea por todas partes a estas obras, la manipulaci¨®n cultural de la historia del arte.
Desde que existen, los museos se dedican a crear relatos, dando primac¨ªa a la conservaci¨®n de las obras para dotarlas de simbolismo nacional, puesto que los museos nacen con el estado naci¨®n y sirven al estado. En eso estamos tambi¨¦n en este asunto, en guerra cultural auton¨®mica. Hay ejemplos monumentales, de gran poder¨ªo. El m¨¢s cl¨¢sico, los m¨¢rmoles del Parten¨®n, que siguen en el Museo Brit¨¢nico. Pero el arte de la Franja en el Museu de Lleida no era el mismo caso, no era un bot¨ªn colonial. Tampoco su traslado judicial a Barbastro, a 60 kil¨®metros de Lleida, puede equipararse a un hipot¨¦tico retorno de los m¨¢rmoles griegos a Atenas, pues si Espa?a no es una entelequia cultural, sus museos deben creer que forman todos un conjunto, no hay extranjerismos en esto.
El museo ilerdense no ha tenido m¨¢s remedio que recomponer el relato aragocatal¨¢n con otras obras de la historia franjolina, que ya le han llegado, del MNAC y del Museu del Disseny barcelon¨¦s. Y aqu¨ª empiezan las lecciones. La lecci¨®n primera de este asunto es que el museo de Barbastro deber¨¢ a partir de ahora explicar el arte de la Franja, que hasta hoy le ha sido un perfecto desconocido, en sus obras y en su historia. Un fleco de esta lecci¨®n hist¨®rica aragonesa ser¨¢ la ecuanimidad de sus profesionales para contarla. Un museo es algo m¨¢s que un dep¨®sito de obras.
Pero la gran lecci¨®n que todos los museos territoriales, a lo largo y ancho del territorio espa?ol, deber¨¢n empezar a estudiar, la caja de Pandora de esta historia espa?ola del siglo XXI es esta: ?Pedir¨¢n al Prado y a las colecciones particulares de arte religioso la vuelta de esto y de aquello a sus lugares de origen? Y si lo logran, ?qu¨¦ har¨¢n con estas obras, m¨¢s all¨¢ de presentarlas como un trofeo? El Tribunal Supremo, que a¨²n tiene que decir cosas, ?optar¨¢ por dictaminar solo sobre Catalu?a, como de momento parece?
La caja de Pandora es esta: ?Pedir¨¢n al Prado y a las colecciones particulares de arte religioso la vuelta de esto y de aquello a sus lugares de origen?
Si viven ustedes en Lleida y visitaban aquellas obras, les acompa?o en el sentimiento y les emplazo a levantar el ¨¢nimo de inmediato y seguir y gozar de las obras que Barcelona ha concedido graciosamente ahora al museo. Si viven en la Franja y ahora se preguntan si deben ir o no a verlas, cuando se pueda, a Sijena (primera temporada de este thriller muse¨ªstico) y a Barbastro, se lo recomiendo. Hay que verlas y saber que hablan de su tierra y de su historia. Autoridades religiosas y culturales aragonesas han declarado estos tristes d¨ªas que nunca hasta ahora han visto las obras, y eso que estaban a una hora de coche como mucho.
Como vecina del pueblo, debo decir que lo propio habr¨ªa sido que la Virgen de Zaid¨ªn regresara all¨ª, si a eso vamos. Para recordar a la comunidad, y ahora hablo del mismo pueblo, que hace unos siglos ten¨ªamos maestros pintores y escultores surgidos del pueblo que recorr¨ªan el valle del Cinca y eran requeridos por la corona aragocatalana aqu¨ª y all¨¢. Una historia que deber¨¢ seguir siendo contada, que no ha empezado ahora. Los pueblos est¨¢n muy necesitados de la felicidad inmaterial del arte. Habr¨¢ que confiar en que el Museo de Barbastro cumpla las lecciones de este duelo a garrotazos. Una penosa guerra cultural que puede llegar a volvernos analfabetos, y eso s¨ª que no.
Merc¨¨ Ibarz es escritora y cr¨ªtica cultural.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.