Autoritarismo, prudencia y regreso al futuro
Hay que acabar con la excepcionalidad lo m¨¢s pronto posible y devolver la plenitud de derechos a los ciudadanos. El juego de abrir y cerrar destruye la confianza con los que gobiernan

Vamos a un ritmo que no podremos sostener¡±. Me choc¨® el inusual tono agresivo del doctor Argimon, al regreso de las vacaciones de Semana Santa, como si trasladara a los ciudadanos la responsabilidad de las consecuencias negativas de la improvisaci¨®n del Govern. El recurso al autoritarismo teatral ha sido demasiado usual en esta crisis. Y creo que toca ya enfocar una fase nueva que nos sit¨²e en la l¨ªnea de desconfinar el futuro, desde la complicidad, y asumiendo que el riesgo estar¨¢ siempre en el camino.
Dos datos me parecen reveladores antes de repasar el trayecto recorrido: en un a?o, en Espa?a, la esperanza de vida ha ca¨ªdo de 84 a?os a 82,4, lo cual da la dimensi¨®n del impacto. Y, en Catalu?a, el n¨²mero de embarazos ha disminuido un 25%, un indicativo del estado de ¨¢nimo de la ciudadan¨ªa, en un pa¨ªs que tiene ya de por s¨ª una de las tasas m¨¢s bajas de natalidad del mundo, con los primeros embarazos por encima de los 30 a?os. La ausencia de futuro es abrumadora.
Parece que haya pasado un mundo desde que en marzo de 2020 nos encerraron en casa. Un impacto profundo: de la noche a la ma?ana el Estado, por decreto ley, nos quitaba un derecho tan fundamental como entrar y salir del domicilio cuando a uno le d¨¦ la gana sin pedir permiso a nadie. Observ¨¢ndolo en perspectiva es casi conmovedor: en pleno siglo XXI, el desconcierto provocado por el virus fue tal que los estados reaccionaron como nuestros antepasados ante las pestes del siglo XV. Apenas nadie rechist¨®: el miedo a perder la vida es el principal motor de la servidumbre voluntaria. Pero es ilustrativo que una exhibici¨®n de autoritarismo teatral fuera la primera decisi¨®n pol¨ªtica ante la emergencia.
Por mucho que se diga que las epidemias afectan a todos por igual, es completamente falso. El virus ha hecho discriminaci¨®n de edad y de clase. Los mayores han cargado con el grueso del impacto y las consecuencias han sido muy diferentes seg¨²n los sectores laborales m¨¢s perjudicados por el cierre y la condici¨®n econ¨®mica y social de cada ciudadano. Y, sin embargo, una vez m¨¢s se ha puesto en evidencia la capacidad de adaptaci¨®n de los humanos. Y en medio de los vaivenes actuales incluso hay quien expresa melancol¨ªa del gran cierre. Por su parte, la ciencia ha exhibido poder con la producci¨®n en un tiempo r¨¦cord de las vacunas, sin que haya sido f¨¢cil la sincronizaci¨®n entre medicina, pol¨ªtica y ciudadan¨ªa.
El virus ha discriminado por edad y clase. Los mayores han cargado con el grueso del impactoEl virus ha discriminado por edad y clase. Los mayores han cargado con el grueso del impacto
La segunda fase ha sido la de la imprevisibilidad permanente: hoy abro, ma?ana cierro, en el que se instalaron los gobiernos en un autoritarismo de la impotencia, para demostrar que existen. De pronto, abr¨ªan la mano porque eran conscientes de que la ciudadan¨ªa necesitaba respirar, pero el alivio acababa en frustraci¨®n, en un abrumador juego de secuencias en el que ha resultado dif¨ªcil entender el porqu¨¦ de cada decisi¨®n. ?ltimo episodio, esta semana: en Catalu?a, los que abrieron pista para las vacaciones de abril, vuelven a cerrar ahora.
En medio, el estreno de las vacunas: por fin se avistaba el final del t¨²nel. Pero los gobernantes, ansiosos como nosotros, se entregaron al carrusel de promesas, una nueva fuente de frustraci¨®n. Entraron en juego la geopol¨ªtica y el negocio de las empresas farmac¨¦uticas, y Europa fue pillada con el lirio en la mano. Y, sin embargo, va S¨¢nchez y sigue prometiendo millones de vacunas y calendarios de salvaci¨®n.
Lo que nadie puede permitirse es otra frivolidad, porque la escalada del desasosiego ser¨ªa imparableLo que nadie puede permitirse es otra frivolidad, porque la escalada del desasosiego ser¨ªa imparable
El presidente anuncia el fin del estado de alarma para el 9 de mayo: ?Una estrategia solvente ¡ªapoyada en criterios cient¨ªficos¡ª para acabar paulatinamente con la situaci¨®n de excepci¨®n y entrar en una nueva fase de convivencia entre la vida social y un virus a la baja; una promesa m¨¢s para aliviar moment¨¢neamente al personal (preludio de una nueva frustraci¨®n); o, simplemente, un miserable movimiento t¨¢ctico pensando en las elecciones de Madrid? Creo que hay que acabar con la excepcionalidad lo m¨¢s pronto posible y devolver la plenitud de derechos a los ciudadanos, asumiendo que la prudencia es la virtud del que sabe llevar el riesgo al punto ¨®ptimo. El juego de abrir y cerrar destruye la confianza con los que gobiernan porque es una incomprensible expresi¨®n de falta de criterio. Lo que nadie puede permitirse es una nueva frivolidad, porque la escalada de la frustraci¨®n y del desasosiego ser¨ªa imparable. S¨¢nchez, como el presidente Macron, pone fecha al principio del final de este episodio. Realmente, ?est¨¢n creadas las condiciones para que sea sin retorno?
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